Crónica Sónar 2014

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La jornada inaugural del Sónar 2014 abrió con un cartel de lujo, ¿quien había dicho eso de que el jueves era el día flojo? Desgraciadamente, aunque un gran cartel nos reclame, no nos podemos escaquear de la jornada laboral, así que tocó llegar para disfrutar solo del final del primer día de festival, justo a tiempo para coger sitio y disfrutar de la presentación en exclusiva en Europa del nuevo show de Plastikman Objekt.

Nos fuimos situando entre la multitud, preparándonos para un show que seguro no iba a dejar a nadie indiferente. El histórico Daniel Miller, padre de Mute Records, amenizaba al público con una sesión de carácter minimalista muy bailonga. Un Miller al que los años no perdonan pero que sigue con un espíritu joven e incluso infantil, ya que le vimos contestar con un “5 minutos más por favor” cuando le informaron de que su set ya debía de haber terminado.

Al fin llegó la hora de presenciar el espectáculo, un SonarVillage a rebosar esperando ver como Plastikman exponía su nuevo álbum EX, disco del directo del Guggenheim neoyorquino, donde el Anglo-canadiense plasmó todo su nuevo material grabado para tan señalada ocasión y donde seguro que la majestuosa arquitectura del lugar influyó en su directo. Siendo así fiel a su discurso en el que, en múltiples ocasiones, nos había asegurado que el formato del disco en si ya había muerto y que el futuro de la música sería exclusivamente la experiencia en directo.

Y así fue, Richard Michael Hawtin consiguió hipnotizar a un público que ni parpadeaba observando el gran obelisco de leds rectangular en el cual proyectaba, en forma de imágenes, el sonido de su nuevo álbum, que reprodujo al completo. Un excelente trabajo en el que entendimos perfectamente el concepto Objekt ya que teníamos la impresión de que la música se originaba desde el objeto. Tanto captó el gran obelisco nuestra atención que, por raro que parezca, Richie pasó desapercibido incluso habiéndose situado entre el púbilco.

Sin duda alguna este espectáculo tan mágico, que no se quiso perder ni el mismísimo Sven Väth, gran amigo de Hawtin, nos dejó boquiabiertos como a los asistentes de la inauguración de la vecina Font Màgica en el 92.

A priori suena como todo un acontecimiento, y de hecho lo es. No todos los días tenemos la suerte de poder escuchar a Röyksopp en directo. Además, con una banda muy completa: dos baterías, teclados, saxofón y Susanne Sundfør, que hizo las veces de estrella invitada cantando What Else Is There y This Must Be It, sustituyendo a una ausente Karin Dreijer Andersson, sin dejarse tampoco la genial Running To The Sea. El Do It Again Tour había empezado.

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Tras el calentamiento a cargo de los noruegos, llegaba el turno de Robyn, quizás la más esperada por todos durante la noche del viernes. Nadie duda del actual estatus de popstar de la sueca, ni ella misma. Y como toda una estrella, bailó, sonrió y cantó algunos de sus mayores éxitos, entre los que no faltaron canciones de su primer gran álbum (que no el primero que lanzó), Robyn. Sonaron Be Mine y With Every Heartbeat, aunque tampoco faltaron canciones más recientes como Call Your Girlfriend, Stars 4-Ever, ni la que se ha convertido en todo un himno generacional, Dancing On My Own.

La tercera parte de esta gira conjunta consistió en, como era de esperar, un show a cargo de los tres escandinavos y banda de apoyo (esta vez, sin Sundfør, aunque con máscaras brillantes) tocando por primera vez en directo varias canciones del EP conjunto Do It Again, además de The Girl and the Robot, la primera colaboración de Robyn y Röyksopp allá por 2009, que además supuso un gran éxito. Para terminar, tocaron Do It Again, y nos dejaron a todos con ganas de repetir la experiencia.

Moderat, por su parte, es de esos grupos que puedes ver una y otra vez y que, lejos de sorprenderte (salvo la primera vez), te dejan el buen sabor de boca que deja el trabajo bien hecho. Canciones como Rusty Nails o Bad Kingdom emocionaron a gran parte del público que, ya perjudicada, cantaba a viva voz a pesar de que el resultado distaba mucho de la voz de Apparat. Podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que Moderat se han convertido, de forma sorprendente, en ídolos de masas.

La propuesta de Caribou, a pesar de lo poco nocturnas que suenan sus canciones en disco, es acertada en el momento en que les insufla vida gracias a las dos baterías que suele utilizar en directo. Kaili, como siempre, sonó bien, a pesar de la pobre calidad de sonido del escenario SonarPub, que eclipsaba las interesantes propuestas que por ahí pasaban, como la de Todd Terje, por poner otro ejemplo. El noruego ofreció un live bastante sobrio y austero, limitándose a tocar el teclado la mayor parte del tiempo, pero gracias a la frescura de su música, y a haber terminado su set con Inspector Norse, no podemos pedirle nada más.

No hay nada que podamos decir de 2manydjs que no se haya dicho. Los belgas no ofrecieron una prolongación de su set en DESPACIO, la residencia que estrenaron este año junto a James Murphy en Sónar Día, sino que pusieron a la gente a bailar, como solo ellos saben hacer, con canciones machaconas, remixes (a cargo de su proyecto paralelo Soulwax) y Chimo Bayo. Así me gusta a mí.

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Massive Attack vivó momentos de auténtico bodrio, pero los hits de antaño como Teardrop o Unfinished sympathy siguen funcionando, aunque faltaba novedad, y no solo en la manera de interpretarlos. Si la memoria no me falla, el show visual reasultaba si no exacto, casi, respecto al último que vi, hace seis años en el efímero Ola!. Sucede un poco como el de Flaming Lips, que llevan años haciendo lo mismo, pero su concepto fiestero sigue dando mucho más juego, mientras que el estilo del dúo inglés necesita un lavado de cara o acabaremos más dormidos que un diputado en un pleno del congreso

Con una magnética puesta en escena sobria y oscura gracias en gran parte al juego de luces, Lykke Li, que salió como el resto del equipo vestida entera de negro, quiso desentrañarnos todo su yo a través de un vivo prácticamente perfecto donde Wounded Rhymes tuvo bastante protagonismo: Sadness is a Blessing, Jerome, No Rest for the Wicked, Little Bit, Gunshot, Youth Knows No Pain, que interpretó con gran fuerza junto a Get Some, o la tan sonada I Follow Rivers hicieron palpitar hasta al más frío de los asistentes, aunque no quiere decir que las demás del setlist fuesen peor recibidas. Se echó de menos Love Me Like I’m not Made of Stone, además de algún tema más del primer álbum, pero claro ¿qué podemos pedir para una edición de Sónar teniendo en cuenta que hasta hubo espacio para un pequeño homenaje a Drunk in Love de Beyoncé? A lo mejor resulta exagerado decir que fuese algo perfecto o que directamente ella lo fue, ya que la perfección parece ser inalcalzable, pero también es cierto que nada quedó fuera de lugar (ni siquiera los pantalones de campana), así que si vuelve de gira por aquí, la recibiremos con los brazos abiertos.

Lo de Chic fue una auténtica jarana, tocando temas míticos de la banda e incluso temas donde Nile Rodgers producía o participaba, como Like a virgin o Get lucky. Cuando tocaban estas versiones todo se acercaba a la típica verbena de pueblo, pero el fiestómetro estaba por las nubes y como si hubiese aparecido Ambar para interpretar el clásico de Madonna.

colaboradores: Xavi Blázquez, Sergio Martínez / agradecimientos a: Jordi Paradis

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