Crónica La Mar de Músicas 2014, Cartagena

AmaralA pesar de que la vigésima edición de La Mar de Músicas empezó con un regusto amargo tras el fallecimiento de Bobby Womack un mes antes del festival, la vida sigue y la ciudad portuaria acogió las diversas actividades culturales desarrolladas en el marco de este festival. Desde el 18 al 26 de julio, Cartagena pudo disfrutar de mesas redondas de literatura, exposiciones artísticas, proyecciones de películas y, sobre todo, de mucha música en directo; este año con especial mimo a los artistas procedentes de Noruega, país invitado en esta edición.

ÓLAFUR ARNALDS

El primer concierto al que nos acercamos fue el de Ólafur Arnalds. El islandés presentó en directo su aclamado For Now I Am Winter. Fuera del Auditorio de El Batel se alcanzaban fácilmente los 38ºC, así que su música recreaba unos paisajes sonoros que bien servían de escape ante un verano tan árido. Acompañado por un cuarteto de cuerda, Ólafur emocionó al público desde su piano de cola con su manejo del silencio y la sensibilidad desprendida en cada cola de sonido. Uno de los momentos más celebrados llegó cuando salió al escenario el vocalista Árnor Dan e interpretaron A Stutter, For Now I Am Winter u Old Skin. En su directo también se repasaron algunos de sus anteriores trabajos como 3326, incluida en su Eulogy For Evolution.

Siguiendo a Ólafur Arnalds, le llegó el turno a Erlend Øye. Todos tenemos un amigo que se ha pillado un año de Erasmus en Italia y cuando vuelve está cambiado: se obsesiona con el dente de la pasta, chapurrea la lengua italiana hasta parecer que es su lengua materna y reivindica el uso de la albahaca en lugar del orégano, y a Erlend Øye le ha pasado ésto un poco desde que se fue a vivir a Sicilia y dejó su proyecto The Whitest Boy Alive. Un giro demasiado buenrollista en la estela de Erlend Øye que ha perdido parte de la base electrónica que tanto le caracterizaba en lo publicado anteriormente bajo su propio nombre. Durante su actuación, Erlend Øye interactuó constantemente con el público e interpretó canciones que compondrán su nuevo álbum, entre ellas las ya adelantadas La Prima Estate y Garota.

Tras las actuaciones de Goran Bregovic y Bongo Botrako, Pional fue el encargado de cerrar la noche del miércoles. Apenas unas cincuenta personas continuábamos en el recinto para esperar su set, ¡y qué set! Su carta de presentación fue All Under One Roof Raving de Jamie XX. Los graves pronto empezaron a inundar los movimientos de los allí presentes y a introducirlos paulatinamente en la vertiente más alternativa de la música club. Hasta su glorioso cierre con Can’t Do Without You de Caribou, su set estuvo plagado de joyas como Silent Shout (Shaken-Up Version de The Knife, Invitation To Love de TB, Love Tang (Genius of Time Re-Edit) de First Choice o Proceso de CPI.

Dos esperados momentos autobombo tuvo su sesión. El primero de ellos fue con el remix de It’s All Over por John Talabot, recordando a los asistentes que ese mismo día se había anunciado la reedición en vinilo de su EP It’s All Over (Hivern Discs) que incluirá este remix y el de Locked Groove. El segundo momento, y penúltima pista de la sesión, fue So Will Be Now… junto al ya archimencionado Talabot, el cual cumplió su misión de desacelerar las pulsiones sobre la pista de baile.

La Yegros

El viernes fue el turno de Salif Keita, Amadou Bagayoko y Cheik Tidiane Seck homenajeando a Les Ambassadeurs, posiblemente la banda africana más popular de los 70’s. La siguiente propuesta pertenecía a la electrocumbia y al chamamé de La Yegros que quería hacernos bailar pegaditos.

Siguiendo la noche de contrastes que estábamos viviendo, llegó el turno a Cassette Connection. Cuando le dije a un amigo que me hacía mucha ilusión ver la apuesta de Cassette Connection me soltó sin ningún tipo de anestesia: “Tres frikis pinchando malamente con cintas y ya son lo más ¡Cómo sois las modernas!”. La verdad es que en el momento no repliqué, me limité a esbozar una sonrisa de jabalí y a cambiar de tema. Realmente mi interés va mucho más allá que el simple fetichismo hacia el casete y se intensifica por la dificultad técnica añadida de cuadrar pistas con este formato.

Hace cosa de un año tuve la oportunidad de leer MP3: The Meaning of a Format de Jonathan Sterne y de aquella lectura saqué varias conclusiones. Una de ellas es que vivimos en unos tiempos en los que la tecnología parece avanzar tan rápido que no nos hemos dado cuenta de lo que un formato implica. Sin ir demasiado lejos, ¿a quién no le ha pasado que se le ha borrado la tarjeta de memoria de un móvil y ha perdido fotos o canciones? Sin embargo, rara vez se pierde un álbum de fotos o una colección de discos, pudiendo incluso ser dejados en herencia. A fin de cuentas, aquello que es analógico te pertenece, es parte de ti y mimetiza contigo su formato real. El uso del MP3 o el streaming presenta ciertas ventajas pero también es verdad que te esclaviza más a la tecnología y su consumo cae frecuentemente en el olvido o la pérdida por la voraz obsolescencia programada que gobierna nuestros dispositivos. Si a eso le sumamos que la brecha económica entre las clases sociales determina el grado de acceso que estas tienen a la tecnología, lo que nos puede pasar es que cada vez estemos más desconectados unos de otros. Riesgos a largo plazo que deben ser considerados y que hacen que la “moda” del vinilo o del casete tenga algo de trasfondo ideológico, yendo más allá de la romántica justificación “suena mucho mejor”, el coleccionismo, la nostalgia o el mero “postureo” por desmarcarse.

Cassette Connection es la conjunción de tres proyectos paralelos de catalogación, investigación y coleccionismo de música editada originalmente en casetes de distintas áreas geográficas. La apuesta consistió en una sesión 100% en casete que conectaba personas y nos trasladó a otras latitudes. La primera etapa del viaje fue conducida por Brian Shimkovitz, más conocido como Awesome Tapes From Africa, quien se encargó de la música procedente de África. Le siguió DJ-Kset desenlatando sonidos procedentes de Oriente Medio para llegar finalmente con Maj Tahal a la India. En conjunto, una sesión muy lúdica que nos acercó a otras culturas y que consiguió envolver el ambiente de cierta nostalgia gracias el chasquido ocasional de la cinta magnética.

Martirio

El sábado contó con visita de Martirio. Sí, lo has leído bien. La Mar de Músicas trajo a Martirio; exactamente a Martirio junto a su hijo Raúl Rodríguez presentando su último trabajo, De Un Mundo Raro (Cantes por Chavela), donde se homenajea en clave de flamenco a la cantante mexicana de origen costarricense.

La velada empezó con la desgarradora Luz de Luna, le siguió la emotiva De un Mundo Raro y continuó con El Andariego, Flor de Piel, Quisiera Amarte Menos, La Noche de Mi Amor y Las Ciudades. El enclave de La Catedral de Cartagena no pudo ser más idóneo para un concierto intimista, donde tan presente están en las letras las ruinas de un amor pasado. Durante su actuación, un silencio sepulcral aguardaba a los artistas. Más de una lágrima rodó por alguna que otra mejilla pero también sonrisas que nos despertaban los monólogos explicativos con los que Martirio introducía canciones tan tristes como Sombras. El momento más emotivo llegó cuando interpretó su adaptación de La Llorona, canción con la que despidió y despide a Chavela Vargas. Tras esta catarsis que me hizo reencontrarme con el flamenco y entenderlo como un lenguaje universal, empezaron los ritmillos y letras más alegres en canciones como La Sandunga o Las Simples Cosas. Durante su directo, también se incluyó su interpretación de Volver de Carlos Gardel y La Bien Pagá de Ramón Perelló con alguna que otra estrofa en inglés. Para finalizar su actuación y dejarnos con buen sabor de boca, nos despidieron con Compuesta Y Sin Novio y La Dieta De Las Mil Calorías, dos canciones populares de Martirio.

Amaral

Sin mucho tiempo entre concierto y concierto empezó Amaral. Aunque llegamos un poco tarde mientras subíamos al Auditorio del Parque Torres pudimos escuchar como comenzaron el concierto con Kamikaze. Acompañados por Chris Taylor al bajo, Jaime Garcia Soriano a la guitarra y Toni Toledo a la batería (estos dos últimos exmiembros de los mallorquines Sexy Sadie); Eva Amaral y Juan Aguirre demostraron seguir en forma y con ganas de cambio. Su directo fue un recorrido por su discografía. Temas tan representativos como El Universo Sobre Mí, Días de Verano, Estrella de Mar, Moriría Por Vos, Salir Corriendo, Van Como Locos o Hacia Lo Salvaje hicieron vibrar a las 2000 personas que habían agotado las entradas. Asimismo, no pudieron faltar algunas de las canciones que albergará su próximo álbum, entre ellas Unas Veces Se Gana y Otras Se Pierde, Cazador, Nocturnal y por supuesto Ratonera, cuyo videoclip tuvo una gran viralidad y polémica (según algunos oportunista y según otros acertado). A continuación fue el turno de Revolución, tema hibridado por la mitad con la canción de Heroes de David Bowie cantada en castellano. Las encargadas de cerrar el concierto fueron la oscura En Sólo Un Segundo, que nos permitió ver a Eva tocando el theremín, y Cuando Suba La Marea.

Tras el castillo de fuegos artificiales acompañado de música compuesta por fragmentos de artistas presentes en esta edición, era el turno de Adanowsky. El hijo de Jodorowsky puso a bailar al personal presente en el Castillo Árabe al ritmo cruzado de funk con disco y toques de glam-rock de las canciones recogidas en su álbum Ada. Como tiene los genes de Jodorowsky, se puso a reflexionar sobre la pulsión de amor y nos regaló la siguiente frase: “todos somos fruto de una maravillosa chingada”. Vale, Adán, éso lo sabemos, pero yendo de fiesta me da un poco de asco imaginarme como mis padres me crearon.

El honor de cerrar la vigésima edición de La Mar de Músicas recayó en el noruego Lindstrøm que nos dio un paseo muy cálido y elegante por el dance escandinavo. Un broche de oro para despedir esta última edición y empezar la cuenta atrás hasta la siguiente.

Spanking Brewster. Fotos: Adanowsky (Facebook), La Mar de Músicas (Facebook), Pablo Sánchez del Valle (byTHEFEST), Gabriel Navarro (@kuunga), EFE.

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