Especial reseñas: los tres primeros álbumes de M83 vuelven a la vida
Tras del éxito sin parangón de Hurry Up We’re Dreaming y especialmente del ultra hit Midnight city (que vale igual para un roto que para un descosido), medio mundo del indie y no tan indie se encuentra expectante por saber cuál será el siguiente movimiento discográfico de Anthony Gonzalez, M83 para los amigos. Por suerte para los fans (como nosotros), el francés aligera la espera lanzando diverso material como bandas sonoras o, en el caso que nos ocupa, reediciones de sus primeros álbumes, que ya aparecían como descatalogados. Además, exceptuando el debut, incluyen un disco extra con temas inéditos y remezclas. Pero seamos francos, el grueso siguen siendo los álbumes en sí, especialmente los que mejor trato han recibido en esta reedición, por lo que en la reseña y en la nota no tenemos en cuenta los discos extra.
En general estas novedades se encuentran a buen nivel, aunque los nuevos temas fallan ligeramente al no formar parte de un conjunto sólido (al fin y al cabo se trata de obras de carácter más o menos conceptual). En el caso de las apropiaciones por parte de otros, estas no llegan al nivel del original, pero las nuevas perspectivas tampoco les perjudican (muy curiosa la indielectronica del remix de Montag para Teen angst, muy Postal Service). Como anécdota cabe decir que para celebrarlo él y su banda estuvieron de gira este verano por varios países europeos, donde interpretó temas que nunca antes habían sonado en directo de estos álbumes, amén de clásicos más actuales. Echad un ojo especialmente al concierto de París, el que gozó de un setlist más amplio, y flipad (o llorad por no haber asistido).
M83 (2001)
Los primeros pasos siempre son duros, y Anthony y su por entonces compañero Nicolas Fromageau publicaban en el amanecer del nuevo milenio un debut homónimo que por desgracia no causó demasiado revuelo entre prensa y público. No se trata de una gran obra para el recuerdo, pero hay interesantes chispazos de genio que miran hacia grandes nombres del ambient y subgéneros derivados que merecen cierta mención. Sus coqueteos pop no llegarían hasta más adelante, y la sombra de Brian Eno era y es alargada. El espíritu de Kraftwerk también hace acto de presencia, especialmente en Kelly, y el post-rock que tanto dio que hablar por aquellos años comienza a asomar la cabeza (este disco coincidió con el debut de Explosions in the Sky, por ejemplo). Sin embargo en obras posteriores este género resultaría incluso una pieza fundamental de su obra.
Electrónica progresiva en Sitting o ambient house en Slowly siguen añadiendo variedad al discurso, pero el resultado final peca de hierático, a pesar de que de manera sutil y algo encriptada estén relatando una de esas historias de amor adolescente que tanto ha explotado Gonzalez (leed en orden los títulos de las canciones). Además el aire amateur puede generar cierto rechazo, y a pesar de que algunos le vean hasta cierto encanto, la realidad es que la producción podría haber lucido mejor. Puede que en su momento muchos pensasen al escucharlo que el futuro del dúo era de todo menos brillante, por la absurda importancia que a veces damos a las puestas de largo, pero solo dos años después los franceses callaron muchas bocas. A pesar de todo, si eres fan, no deberías darle la espalda.
Puntuación: 6,6 / Escúchalo: Spotify
Dead Cities, Red Seas & Lost Ghosts (2003)
La fría electrónica de su debut vira hacia un sonido más orgánico y emotivo, sin abandonar eso sí buena parte de los elementos sintéticos que les vieron nacer. Por ello Dead Cities, Red Seas & Lost Ghosts es el término medio entre M83 y Before the Dawn Heals Us. Por un lado aparece la faceta interpretativa de Anthony más allá de las voces tanto robotizadas como humanas del anterior (que se mantienen en 0078h). Así sucede en Run into flowers, que difícilmente podría definirse como pop, pero que supuso el comienzo de una nueva vertiente de la banda. El concepto cinematográfico dejaba huella en On a white lake, near a green mountain o Gone, que en algún caso se traduce en un mayor peso del post-rock, aunque Noise, más que a una película, recuerda directamente a Mogwai. A pesar de todo los ramalazos ambient no se esfuman, especialmente en la preciosa coda final Beauties can die.
La nueva faceta es de Anthony, la antigua de Nicolas, y esta sería la última vez que trabajasen en amor y compañía, ya que el proyecto era originalmente del primero, y este quería desarrollar sus gustos y aptitudes sin la limitación de un compañero, por lo que le invitó a irse. A partir de este momento las cualidades mencionadas en el primer párrafo se multiplicaron por cien en discos posteriores, añadiendo otras nuevas, y la huella de su compañero (una electrónica más evidente) se desvaneció casi por completo. Sin embargo en este caso, a diferencia del debut, parieron una obra enorme, tomando un tema tan recurrido como la desaparición del paraíso natural en pro de la ciudad y la tecnología (de nuevo se puede constatar al leer en orden los títulos), pero ensalzándolo a modo de hipérbole sonora hipnótica, sugestiva y, esta vez sí, hermosa. ¿Y si hubiesen seguido juntos? Sé de alguno que lo preferiría.
Puntuación: 8,5 / Escúchalo: Spotify
Before the Dawn Heals Us (2005)
Desde Moonchild ya se nota a la legua que en este álbum Anthony se lo guisa y se lo come. Coros angelicales (muy Danny Elfman en Safe), el personal tratamiento de la batería, los diálogos cinematográficos (la mini película en Car chase terror), las guitarras y teclados expansivos, etc. Todo lo que identifica a M83, o al menos en su versión primigenia, queda patente en Before the Dawn Heals Us. El pop también se abre camino, como en la magnética y muy celebrada Don’t save us from the flames, la ñoña pero encantadora Farewell/goodbye o Can’t stop, de la que volvió a recurrir en el final de We own the sky. Por otra parte la guitarra se erige como un instrumento esencial en su sonido, incluso de manera más contundente de lo acostumbrado con posterioridad en ciertos casos como A guitar and a heart o * (sí, ese es el título).
Un compendio de estilos y referencias sabiamente engarzados y enlazados que al igual que su predecesor invita a viajar, pero no solo a través del espacio, sino también del tiempo, a la tan idolatrada juventud, idea de la que en años venideros sacaría todavía más partido. Un álbum que sin atisbo de duda podría calificarse como «bigger than life», concepto por otra parte aplicable a toda su discografía a partir de este lanzamiento y que agota a más de uno, pero en este caso gozando de cierto autocontrol (en Hurry Up quizás se le fue la mano). Millones de matices sonoros conforman esta obra mayúscula que está por encima de modas y gansadas modernas varias. Pero atención, como sucede con casi todos los discos de M83, de primeras gustan, pero cuando enamoran es con el reposo del tiempo, incluso a veces años, por lo que si acabas de descubrirlos no les des de lado a la mínima. Paciencia.
Puntuación: 8,8 / Escúchalo: Spotify