Especial reseñas: pop que vino del frío
Este otoño se han juntado diversos lanzamientos originarios de tierras escandinavas que en algún caso merecerían una reseña aparte (especialmente el de iamamiwhoami), pero a veces es complicado sacar tiempo para incluir en la web todo lo que se querría, y mejor este tipo de especiales que nada (aparte de que son muy bien recibidos). El caso es que los noreuropeos han demostrado una vez más que el pop se les da como nadie, especialmente si incluye ciertas dosis de experimentación sonora y actitud moderna (que no moderna de mierda) y sofisticada.
Röyksopp – The Inevitable End
¿Son ahora Röyksopp los Guetta o Harris de lo alternativo? Porque como bien han admitido en entrevistas, se han pasado al pop sin remordimiento alguno, abandonando casi por completo su faceta instrumental en lo que es su último disco, The Inevitable End, y llamando a amigos para que pongan voz a nueve de los doce temas que lo componen. Hasta su reciente EP con Robyn tenía más cortes donde el pop quedaba relegado (incluso han rehecho Monument, obviando la sección final y su sugerente saxo, aunque el resultado brilla, hay que admitir). Nunca han echado pestes del pop, pero a sus más acérrimos fans, los de sus comienzos, quizás no les haga mucha gracia. Aunque en problema es que muchas de estas colaboraciones suenan algo del montón, incluso resultando tremendamente efectivas en algunos casos.
Algo de chispa se ha perdido por el camino, y más si lo comparamos con el que hasta hora era su disco más pop, Junior, porque no hay nada a la altura de Tricky tricky o The girl and the robot. Pero tampoco hay que pensar que estamos ante un desastre, el disco se puede y debe saborear como el delicioso caremelo que es, que no dura demasiado en la boca, pero sin duda deja buen sabor. La ligera intrascendencia del conjunto no afecta a buenos temas como Sordid affair, You know I have to go, Compulsion, Running to the sea o club banger If I had this thing. Eso sí, a modo de apunte, hay que decir que quizás abusan demasiado del registro compungido y excesivamente intenso de Jamie Irrepresible. Si siguen por este camino quizás el hecho de no publicar más álbumes y solo EPs o singles resulte una opción más adecuada, ya que el formato le favorece.
Puntuación: 7,5
Seinabo Sey – For Madeleine
¿Que Seinabo Sey se quedará en un one-hit wonder? Es probable tal y cómo funcionan este tipo de artistas cuando tienen un pelotazo más allá del ámbito alternativo. El éxito de Younger, especialmente gracias al remix de Kygo (más de 50 millones de escuchas en Spotify entre este, la original y la versión acústica), ha puesto todas las miradas sobre la sueca, pero ella no parece importarle tanto. Un síntoma que lo demuestra es que en este For Madeleine, no falta el single de marras, pero la remezcla no ha pasado el filtro. Lo fácil y hasta lógico habría sido incluirla, pero ella va más allá de lo predecible y quiere dar la oportunidad a otro material, 100% suyo, tanto el que ya adelantó como un par de nuevos temas. Y la verdad, dudo que alguien lo eche de menos.
Younger tiene bastante de pepinazo, pero no sería raro que muchos prefieran Hard time y Pistols at dawn, pero no hay duda que las tres canciones de seguido conforman un triunvirato imbatible. Por eso You, la siguiente en lista, queda un poco eclipsada, pero aparte es la que más convencional en estructura y sonido. Por suerte River aparece al rescate, siendo la que más hunde sus raíces en el soul, género predilecto en el estilo de la chica, en un número por momentos desquiciante (ese incesante piano), pero definitivamente imperdible. Y a modo de curiosidad, una versión acústica de Hard time que no aporta demasiado pero tampoco sobra. El corto le sienta bien a Sey, veremos qué tal se le da el largo. Por ahora la expectación la tiene (lo que por supuesto también puede jugar en su contra).
Puntuación: 7,9
Sandra Kolstad – Zero Gravity State of Mind
Ya dijo Sandra Kolstad en esta entrevista que su futuro tercer disco resultaría más orgánico que sus predecesores, y a diferencia de otros compañeros de profesión que mucho hablan y poco cumplen, a ella no se le podrá echar eso en cara. Eso sí, su faceta sintética tampoco es que se haya esfumado, pero está vez se percibe más al servicio de la instrumentación real que en un papel donde se erija como protagonista absoluto del conglomerado sonoro. Además las canciones incluidas en Zero Gravity State of Mind se basan más en la melodía que en trucos de producción, por lo que hasta su presencia como intérprete también goza de mayor relevancia.
Por otra parte ahora se divisan más influencias, como la rockera con toques «daftpunkianos» circa 2001 Benjamin, la Björk bailonga de Debut en Millions, o la world music de Dead Can Dance en Moon. Hasta tenemos un experimento que termina recordando a Aphex Twin en Valerie, lo que podía ser el único momento donde rompe la filosofía del álbum y su voz cede todo el peso a un exuberante y caótico entramado sonoro. Para compensar a continuación cierra el disco en un desnudo instrumental casi integral en Roots, donde ella es la reina indiscutible. No es un disco perfecto, hay melodías que no cuajan del todo y algunos arreglos que chirrían, pero en general no decepcionará a sus seguidores e incluso podrá captar a algunos nuevos.
La sueca estará de gira por nuestro país en diciembre. Más información aquí.
Puntuación: 7,2
iamamiwhoami – Blue
Ya pocos se acuerdan del misterio que provocó el dúo de Jonna Lee y Claes Björklund, cuando muchos pensaron que detrás podía haber la reinvención de una popstar conocida (Christina Aguilera se comentaba, ¡ja!). Y eso que el tema dio juego, pero es que al final esos juegos no salvan un proyecto si no hay nada que salvar, y por suerte lo había. Un pop sintético a la par que experimental que en este segundo disco han ganado de lo primero y perdido de lo segundo. ¿Han abandonado iamamiwhoami la esencia que atrajo a tantos? Para nada, sobre todo gracias al carisma vocal de Lee, y porque, aunque las estructuras melódicas resulten más claras y convencionales (que no peores), el sonido no ha variado en exceso. Más luminoso y preciosista, sí, pero igual de intrincado y sobre todo detallado y pulido.
Porque Blue es un homenaje al agua en particular, retratada en la portada y en todos los vídeos publicados, y también a la naturaleza en general. Echando un vistazo a las letras observaremos todo tipo de referencias a nuestra mayor amiga y enemiga como metáforas de situaciones personales abiertas a diferentes significados. No iban a perder toda la ambiguedad de sus comienzos, ¿verdad?. Pero aparte del concepto, aquí lo que tenemos son diez canciones rotundas que además sobreviven por sí mismas, sin relleno, y en su mayoría con vocación de himno (Fountain, Vista y Blue blue sobre todo). Y a pesar de la producción que en otras manos pecaría de fría, aquí hay emoción, pasión, desasosiego; en definitiva, vida. Pocos discos de pop pueden presumir de un conjunto tan sólido, casi avanzado a su tiempo, que podía marcar tendencia si el mundo fuese un lugar mejor. Bueno, pero casi mejor mantener el «secreto» entre «unos pocos».
Puntuación: 8,5