10 artistas pop-rock de los 90 más blandas que la mierda de pavo

dawson

No sé qué sucedió en los noventa porque era demasiado pequeño para analizar el contexto sociomusical de aquellos años, pero tras una generación de petardas que en general pasaron a mejor vida, una nueva apareció con ganas de emocionarnos en algún caso, hacernos bostezar en otros. Quizás estas nuevas chicas anularon el cuero, la purpurina y los tacones de los ochenta y por eso la mayoría de popstars desaparecieron de la faz de la tierra. Salvo Madonna, claro. Pero fijaos en la trayectoria de la diva en los noventa: no triunfó realmente hasta que se puso en modo mística en Ray of Light, porque lo de ir de guarra no se estilaba. Por ello aparecieron muchas chicas, blancas en su mayoría, unas con guitarra en mano, piano en algunos casos, que perpetraban una suerte de pop-rock domado que hacía gala de un supuesto aire de autenticidad y honestidad por encima del pop superficial de la pasada década.

Sin embargo había dos vertientes. Por un lado teníamos a gente como Fiona Apple, Natalie Merchant, Sheryl Crow, Linda Perry, Alanis Morrissette, Tori Amos o Sinead O’Connor, que resultaban más combativas y directas en su mensaje y tono. Por el otro, y en las que se basa este post, estaban las que casaban perfectamente en dos contextos: un anuncio de compresas o en Dawson Crece. Para la serie, de la que yo era fan a muerte, contaban con las canciones de estas chicas para ilustrar aquellos momentos de intensidad emocional y petulancia discursiva que tantos odios generaron en su momento. Gracias a Dios The O.C. fue su sucesora natural, y aunque resultaba sensiblemente más frívola, la banda sonora introdujo el concepto musical indie a las series de televisión de adolescentes (años antes estuvo My So Called Life, pero siempre fue más un producto de culto que vox populi).

Para los que no les haya quedado claro el estilo de estas chiquillas que muchos padres querrían como nuera perecta, la ironía y picaresca no formaban parte de su manera de contar sus desaboríos o conquistas amorosas. Todo estaba adornado con azúcar glas en forma de metáforas que olían a campo de margaritas o sonaban a llantos sutiles, casi silenciosos, porque ellas eran de las que lloraban en la intimidad de su habitación, nada de dramas en público (para eso ya estaban los berridos de Celine Dion o Mariah). Sentimientos a flor de piel para corazones de algodón rosa.

Por ello he escogido diez canciones que representan esta filosofía musical, algunas de manera más evidente que otras, pero todas compartiendo los mentados rasgos. Lisa Loeb sería el súmmun de esta esencia, con esas gafitas tan sesenteras y su sonrisa de niña buena. Natalie Imbruglia la que menos, pero Torn es un peso muy grande, por mucho que en algunos temas intentase ir de malota. Luego está el toque exótico (Bic Runga), las bandas con chicos donde ellas mandaban (The Corrs y Sixpence Non the Richer), las que se creían más solemnes que el Papa (Paula Cole y Sarah Mclachlan), la madre de Jennifer Lawrence (Jewel), otra clon de Laura Dern (Donna Lewis, tras Nieves Herrero y Erika de Au Revoir Simone) o la que quería sonar yanqui (Lene Marlin).

¿Ausencias? Hay unas cuantas, porque fueron un ejército, pero he tomado quizás a las más representivas y populares más allá de las fronteras de su país de origen (normalmente Estados Unidos). A Joan Osborne la salvamos por los pelos (en realidad se volvió más ñoña a partir de los 2000), Eva Cassidy por respeto a una fallecida (y no porque no se lo merezca), Des’ree por tener un toque más pop y de diva, Jennifer Paige incluso se dejaba remezclar, de la existencia de Sophie B. Hawkins ni nos enteramos en España, al igual que Jann Arden, salvo por la cabecera de Dawson en su primera temporada. Dido se asocia más a los 2000, pero No Angel apareció en el 99 (su éxito llegó un par de años después), y podría formar parte de toda esta panda, aunque con un poco más de sobreproducción, y a veces más trágica, otras más descarada, sin excesos, eso sí. Pero todas coinciden en la intensidad de su mensaje, tanto que acabó agotando al público.

No es plan de desprestigiarlas, hay casos mejores y peores, muchos crecimos con sus canciones, e incluso de vez en cuando nos las volvemos a poner a modo de nostalgia, pero gracias a Dios que apareció Britney a poner orden (o destruir la música popular para siempre, según algunos). A partir de ella el pop más petardo resurgió a tal nivel que hasta un valium del calibre de Norah Jones lo petó ante tanto escote imposible y pasos de baile que ni Nomi Malone, porque el público necesitaba un poco de relax para la resaca del día siguiente. Hubo ciertos coletazos a principios de la década, como Michelle Branch y Vannesa Carlton (que todos sabemos que son la misma persona), pero no consiguieron imponerse ante esta oleada de «pop bitches» que a día de hoy sigue vigente. Soy de los que piensa que el pop comercial es un lugar mejor cuando no hay tanta pretensión ni sentimientos «profundos», que para eso mejor está al indie, que atina mejor a todos los niveles. Y esta es la principal razón por la que no voy a echar de menos a esta avalancha de lloronas.

Natalie Imbruglia

Paula Cole

Bic Runga

Lisa Loeb

Lene Marlin

The Corrs

Sixpence None the Richer

Donna Lewis

Jewel

Sarah Mclachlan

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