El Último Vecino, Elsa de Alfonso y los Prestigio y Alex Casanova en Paddock, Madrid
La web y radioshow Está Pasando celebraba ayer jueves su fiesta navideña con varios invitados de excepción, por lo que tocaba ponerse nuestras mejores galas (en estos días, las necesarias para no morir congelado) y acercarse a la sala Paddock de la capital y disfrutar de tres propuestas nacionales de excepción y bastante distintas entre ellas.
De primeras apareció el debutante Alex Casanova, este su segundo concierto, pero con suficiente desparpajo para que no se notase demasiado. Y más si trae un buen puñado de hits bajo el brazo provenientes de su disco Antagonasia. Pop electrónico de carácter desenfadado y 100% gayer que despegó tras solucionarse unos problemas con el micro, especialmente entre el público más afín (porque la variedad de este iba parejo con la heterogénea propuesta de la velada), que donde más lo dio todo en la jocosa Xeado de limón. Si el petardeo no es lo tuyo no había mucho que hacer, pero si te va lo kitsch bien ejecutado, Alex no decepciona. Eso sí, en directo el sonido resultaba algo más homogéneo entre canción y canción.
Elsa de Alfonso y los Prestigio comenzaron con mal pie, cortándose de raíz sus dos primeros temas debido a problemas técnicos. Luego todo fue tomando forma en su amalgama de sonidos rescatados de los ochenta más radio friendly pero con una vuelta de tuerca. En directo los ecos de Presuntos Implicados o Golpes Bajos en sus buenos tiempos se multiplican, apuntalados con el afilado y peculiar carisma de Elsa, pero quizás algo relajados tras el jolgorio de Alex Casanova. El ambiente se animó ante la que para un servidor es su mejor canción, Lo nuestro, más movida que en el disco, con ese toque exótico que puede recordar a Radio Futura (aunque la característica guitarra sonaba ligeramente baja). Los década en su vertiente más hortera, en el mejor de los sentidos, protagonizaron la última sección, a golpe de synth pop y sobre todo de la alargada sombra del cancionero italiano de la época, con Batiatto a la cabeza. Un directo quizás algo descompensado, pero ciertamente atractivo.
La estrella de la noche eran los chicos de El Último Vecino, con el carismnático Gerard Alegre Dòria a la cabeza. Eso se notó en la reacción del personal, que lo daba todo en buena parte de las canciones. Y es que uno lo veía y se sorprendía, asociándolo a conciertos de bandas «indies» más populares como Lori Meyers. El proyecto de Dòria nunca llegará a ese nivel de popularidad, por desgracia, pero seguro que en proporción contará siempre con una base de fans mucho más sólida que esas formaciones. Así lo demostraban los bailes y letras berreadas que se adueñaban de la pista, que por suerte (especialmente por lo segundo) no hacían sombra a la voz y presencia del intérprete. En su manera de actuar se puede percibir tics de diferentes y míticos frontmans de la historia del pop reciente, a juego con una música que también se basa en grandes nombres de la cultura musical contemporánea. Los nuevos temas de su EP funcionan a la perfección entre sus clásicos (sí, clásicos, había que estar ahí para entenderlo), e himnos como Un sueño terrible o Otra vez asustado volvieron a comprarnos. Vale, no llega al nivel del anterior y primer concierto que vi de la banda, pero este ese contexto resultaba insuperable, y este no se quedó muy atrás.