Sleater-Kinney – No Cities to Love

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Volvamos a 2014. Sleater-Kinney anuncian reunión y se desata la euforia. Pero los últimos años nos han enseñado algunas cosas. No pueden fallar, nunca lo han hecho, pero te acuerdas de la alegría que produjo saber que entraban los Pixies en estudio y ahí están mirándote fijamente los dos últimos y decepcionantes EPs. Aún así sabes que si algo caracteriza a las chicas de Olympia es haber sido uno de los grupos más sinceros e integristas de los 90-00s. Y en efecto, las preocupaciones se disipan en cuanto la agauja comienza a atravesar el surco. Parece que Sleater-Kinney nunca se hayan ido y nos acordamos de lo mucho que las hemos echado de menos.

Corin Tucker, Carrie Brownstein y Janet Weiss llevan años cociendo y perfeccionando la misma fórmula. No hay un solo giro de guión brusco en su discografía. Un poquito más de punk, ahora más blues, ahora algo de rock.

Su trayectoria es una de las más coherentes que el que escribe es capaz de recordar. Coherente pero no repetitiva. Y es que cuando vuelves a su primer disco, Sleater-Kinney (1994) y haces un repaso, ves que han dado pasos de gigante a lo largo de estas décadas.

Es curioso que decidiesen abandonar en su apogeo creativo, con el mejor álbum hasta la fecha The Woods (2005), que también las expuso a los medios de una manera poco natural para un grupo siempre considerado de culto. Es comprensible que abrumadas por el “éxito” (dejadme ponerlo entre comillas) y cansadas del proyecto, con 10 años a sus espaldas, abandonasen, antes que publicar discos menores que no les hubiesen hecho ningún favor a su carrera.

Pero estamos en 2015, No Cities To Love ya está en el mercado y la apuesta ha sido sofisticar mucho la fórmula. Se han acercado al post-punk de nuevo puño como No athem, o A new wave, sonando como unas Savages más directas en Gimme love o Bury our friends, canción con la que presentaron el disco y que, curiosamente, en la que la introducción y el estribillo suenan mucho a Franz Ferdinand.

De cualquier manera que nadie se asuste, el acercamiento al post-punk es bastante natural, tanto como lo fue el acercamiento al blues de su anterior disco. Los pilares fundamentales del estilo que les ha definido durante estos años sigue intacto, coherente y abrasivo como lo han sido siempre, como bien demuestra Surface envy.

Otro de los grandes cambios, y que parece bastante acertado, es el abandono de canciones de temática más personal y dramática sobre rupturas, suicidios y adolescencia (recurrentes en anteriores discos), centrando su discurso en contenido político-feminista, terreno que manejan con maestría.

 Al final, encontramos un disco muy cohesionado y sin relleno al que poco se le puede reprochar. Quizá sólo que parecen no querer decepcionar a nadie y apuestan a disparar sobre seguro con las canciones más accesibles de la banda hasta la fecha. Aún así, un disco imprescindible. Celebramos su regreso.

Puntuación: 9,1


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Sleater Kinney tocarán en directo en Primavera Sound 2015, siendo uno de los grandes nombres de su ya de por sí impresivo cartel. Por eso se ha decidido hacer un repaso a su carrera destacando tres álbumes:

Nacen en 1994, en plena resaca del Grunge y de las Riot Grrrls, de hecho, la cantante y bajista, Corin Tucker y la guitarra, Carrie Brownstein pertenecieron a las bandas de Riot Grrrls Heavens To Betsy and Excuse 17, respectivamente. Etapa Punk en la que publicarían el álbum homónimo Sleater-Kinney (1994). Etapa aún muy influenciada por el movimiento Punk Feminista, con grabaciones más caseras y producciones más sencillas.

Dig Me Out (1997)

En 1996 editan Call The Doctor (1996) en el que se alejan del movimiento Punk grabando un álbum más maduro. Ese mismo año se les uniría Janet Weiss, creando su formación definitiva y que debutará en el álbum Dig Me Out, considerado por muchos su mejor álbum. Recuperan la urgencia gracias a la nueva batería. Y giran hacia un rock intenso y musculoso.

One Beat (2002)

Soltando el pie del acelerador continúan con dos álbumes interesantes, The Hot Rock (1999) y All Hands on the Bad One (2000). Hasta que en el 2002 todo cambia con la publicación de One Beat, en el que encuentran ese estilo intrincado de Rock, con el que poder desarrollar la rabia sin tener que recurrir a guitarras urgentes, alcanzando un gran éxito internacional en la prensa musical y dándoles a conocer mucho más allá de sus fronteras.

The Woods (2005)

Continúan con la fórmula de One Beat que alcanza su apoteosis en The Woods, su mejor y más maduro álbum hasta la fecha. Un disco de Power Rock, un muro de sonido blues salvaje con el que alcanzan su cota creativa. Y publican el que es junto a tema One Beat su mejor single hasta la fecha: Jumpers.

Para terminar aquí tenéis una playlist de Spotify con lo mejor de su discografía.

Tanis Bollain

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