Björk – Vulnicura

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Cuando escribí este post hace tres semanas, un par de días antes de la comentada filtración de Vulnicura, ansiaba demasiado, sabiendo que no se iba a cumplir en términos generales, sobre todo tras el ligero tostón que supuso Biophillia. Ahora que por fin lo tenemos entre nosotros, no puedo decir que Björk ha hecho que me trague mis palabras (a pesar de las buenísimas críticas que está recibiendo), pero hay algo por lo que se desmarca del anterior, incluso de Volta, y que por ello merece toda mi admiración: la honestidad. Ya sabemos que se trata de un álbum postruptura, y que además no pudo contener las lágrimas al hablar de un tema tan personal como este en la entrevista en Pitchfork. Lo mejor es que aunque no conociésemos estos datos, se trata de una cualidad percibida desde el primer al último tema, al contrario que su predecesor, que se acercaba más una parodia de sí misma.

Esta honestidad, que conlleva cierta visceralidad en algunos casos, se transmite a través de los nueve temas la islandesa va recreando los diferentes momentos de una relación que hace aguas. Stonemilker embelesa como hacía tiempo que una de sus canciones no lo hacía, recuperando la perfecta mezcla de cuerdas y arreglos electrónicos para arropar a la frustración generada por la descoordinación a la hora de enfrentarse y tratar los problemas. Una belleza que además cuenta con una preciosa melodía y que marca el pico más alto del álbum, lo que no quiere decir que no encontremos otros buenos exponentes de esta clara recuperación artística (aunque hay «peros», como ya se expondrán). La confusión del conflicto se multiplica en Lionsong, donde se exige claridad ante la amalgama de reacciones del otro, brillando cuando se desnuda sonoramente y Björk refleja una encantadora inmadurez, por otra parte completamente humana, queriendo racionalizar un comportamiento que no lo permite. History of touches, el tema más corto (tres minutos frente a otros de hasta diez), se queda con lo bueno de lo que ya casi es algo del pasado, esos momentos de intimidad que nunca desaparecerán del todo.

A pesar de que las melodías se hayan disipado en buena medida en sus últimos discos, hay casos demasiado evidentes, como Black lake, que además dura diez minutos y con una producción que tras los dos temas previos resulta demasiado evidente y no aporta demasiado al currículo de la diva. Incluso la letra, en este caso llena de reproches, no llega a emocionar a la altura de los anteriores. Y aquí es cuando uno se pregunta, ¿es posible resultar tan trascendente sin abandonar su magnífico legado pop experimental? Porque trascendencia no es sinónimo de aburrimiento. Por suerte Family recupera la emoción, al menos a un nivel lírico, a través de un llamamiento para la protección de los hijos en situaciones delicadas como la expuesta, cuando muchos padres hasta les utilizan como arma arrojadiza. Destacan los sintetizadores ambientales y un juego desquiciante de violín, interesantes aportaciones al sonido del álbum, aunque melódicamente el tema flote a la deriva.

Notget reflexiona sobre las diferencias en el tratamiento del dolor, pero del que no se debe escapar ya que si no se es consciente de la herida no es posible la sanación. El sonido, al igual que las diferentes formas de dolor, va evolucionando entre pasajes hermosos y otros más intrigantes. A continuación su amigo Antony Hegarty regresa tras Volta en Atom dance, un número donde él es lo más notable, atribuyéndose interesantes experimentos vocales que curiosamente le acercan a James Blake, que ya se sabe que se inspira mucho en Antony. Mouth Mantra sobresale gracias a ciertos arreglos, donde por cierto la mano de Arca resulta más palpable, lo que contrasta con la siguiente pista, Quicksand, donde ella es la productora única, y nos devuelve a una época similar a la de Post, como Stonemilker lo hacía en la apertura, en ese caso mirando a Homogenic, reivindicándose a ella misma y su pasado.

Porque, como ya ha dicho en su entrevista en Pitchfork, a pesar de la ayuda de varios hombres, Vulnicura es un trabajo casi 100% suyo. Pero donde realmente vemos su contundente presencia es en el drama personal, tanto que a veces se come al resto de elementos. En este sentido, tanto vocal como líricamente, ella está como nunca, pero es un pena que, como ya se ha comentado, las melodías pierdan tanto fuelle, y que las producciones, una de las marcas de la casa, queden en un segundo plano. También es cierto que incluso con la ayuda de Arca y The Haxan Cloak, ella lleva la batuta en este apartado, lo que a pesar de las ráfagas de innovación, el conjunto no sorprende, suena a ya escuchado, a pesar del cuidado puesto en todas y cada una de las pistas. Por ello se trata de un disco que exige ser escuchado atentamente, porque lo que importa es el contenido más que la forma, esa honestidad de la que hablaba en el primer párrafo, que no se capta si la escucha es banal. Ahí será cuando nos demos cuenta de lo que la echábamos de menos.

Puntuación: 7,2

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