Tame Impala – Currents

Tame-Impala-Currents

A algunos ya se les ha pasado el trauma de que Tame Impala hayan relegado a un segundo plano las guitarras en esta nueva etapa (otros jamás lo superarán). Estos suertudos que solo izan la bandera del conservadurismo más rancio en primera instancia están disfrutando como enanos de Currents. Porque a pesar de este dato, el giro no ha resultado tan radical como podía aparentar sobre el papel, incluso cuando se lanzan a la aventura investigando nuevos géneros. Vamos, que suena a Parker y a su pandilla, especialmente degustándolo en su totalidad, porque de manera fraccionada sí que se atisba más el cambio de rumbo, lo que por otra parte tampoco es negativo si gozas de una mente abierta. Y eso ayuda a la hora de escuchar cualquiera de sus discos, porque aunque nunca hayan destacado por una marcada transgresión, su música siempre se ha presentando como una experiencia para disfrutar con esa actitud (y no me refiero a tener que drogarse… que si surge, pues tú mismo).

Let it happen, el primer single que conocimos y que ostenta el honor de abrir el álbum, es una epopeya de casi ocho minutos donde hay que desabrocharse el cinturón de seguridad y dejarse llevar por la antigravedad de un viaje sensorial, por momentos turbulento, pero con final feliz. Y es que aterrizamos y nos reciben con candor (y algo de sensualidad) en el interludio Nangs y The moments. Tan suaves se presentan que hasta una ruptura (Yes I’m changing) se amortigua. La casi ausencia de contundencia sonora es algo que algunos les echarán en cara. «Se han vuelto unos blandos» dirán algunos, como si esa faceta fuera una novedad en su discografía. Quizás estos se sienta algo más aliviados al escuchar Eventually y vuelvan a sonreír del todo en The less i know the better, donde guitarra y batería ganan en decibelios.

Sin embargo luego suena esa maravillosa rareza que es Past life, comenzando por esos teclados retrofuturistas, continuando por ese spoken distorsionado, siguiendo por ese lánguido estribillo y terminando por los sutiles falsetes, y entonces volverán a enfurruñarse. Falsete que por cierto explota todavía más en Disciples, con bien de sintes burlones incluidos. El r’n’b espacial y algo llorón («soy patético») de ‘Cause I’m a man sigue dividiendo, pero por mi parte me lo tomo como un imprescindible de su obra. Los estribillos tienen más peso en general, como bien demuestra Really in motion, en un perfecto equilibrio con la experiencia sensorial anteriormente citada. Y para contentar a sus fans más clásicos, en la final New persona, same old mistakes aúna su más reciente fijación por el r’n’b y los sintetizadores con una sección intermedia que vuelve a la psicodelia setentera más pura.

Vamos, que aunque las guitarras pierdan terreno y la abuela fume, en general la mayoría que se dignen a darle una oportunidad al disco deberían terminar ciertamente satisfechos. Le sacarán pegas, pero no pondrán poner el grito en el cielo. El resto, los que desde el primer momento abrazamos la coherencia pero también el cambio, volveremos a la cruda realidad tras el fascinante viaje y no tardaremos en querer regresar, incluso a pesar de algún que otro altibajo, porque la sensación general es de algarabía total.

Puntuación: 8,2

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