Especial reseñas: más allá del chillwave
En 2008 nació el tan traído y llevado chillwave, un subgénero que acaparó elogios y reproches. Unos lo veían como el adalid de la modernidad musical indie, otros como otra vacía triquiñuela para llevarse de calle a los hipsters. Muchos de los primeros incluso acabaron renegando de él y la moda comenzó a deshincharse, pero no lo suficiente como para desvanecerse (¿hola witch house?). Algunos artistas provocaron su evolución, otros se desligaron casi completamente de él, como en estas cuatro reseñas (y posiblemente con una futura segunda parte), donde se producen ambos casos.
Small Black – Best Blues
Nunca hemos dejado de seguir la carrera de Small Black, ya que, aunque no hayan descubierto la pólvora, saben como tocarnos la fibra gracias a la emoción y honestidad que saben impregnar en cada nuevo lanzamiento. Por supuesto Best Blues no iba a ser la excepción, y volvemos a encontrar un conjunto de delicadas composiciones que no se desmarcan de su herencia chillwave (básicamente nacieron con el subgénero). Sin embargo no han dejado de tomar elementos de otros estilos con el fin de no quedarse estancados en la misma fórmula.
Ahí están por ejemplos los bajos «neworderianos» en Checkpoint o No one wnats it happen to you, esta última canción especialmente encomiable en la fusión de este elemento con nebulosos sintetizadores. También llama la atención el ambient house de Boy’s life o la mayor precisión vocal (acostumbrados a la dispersión) en la épica Personal best, que podrían tocar U2 si se modernizasen una pizca. Y aquí no quedan las referencias al stadium pop, ya que Between leos podría ser un tema de Coldplay en clave onírica, con además un destello a The National. En ambos casos sin dar vergüenza ajena, que quede claro. Y qué decir de la deliciosa Big ideas Pt. II, tan del gusto del synth pop de Italians Do It Better. Por supuesto hay naderías, pero por lo general el conjunto, una vez más, convence.
Puntuación: 7,5
Neon Indian – VEGA INTL. Night School
El caso de Alan Palomo, conocido por todos como Neon Indian, es de los que han decidido dejar en un segundo plano la etiqueta chillwave de Era Extraña y avanzar hacia derroteros más discotequeros cercanos a los de su debut. El funky, en sus vertientes future y synth, bastante en boga durante los dos últimos años, es el género predilecto de VEGA INTL. Night School, un largo que por otra parte no se corta a la hora de copiar y pegar de otras ramas de la música de baile. Un caleidoscopio donde tienen cabida miles de colores en forma de texturas y arreglos que hacen de cada corte un número único al que pocos pueden resistirse (incluso por personas no demasiado fans del género: comprobado en amigos y conocidos).
Los tres singles ya anticipaban algo muy grande: Annie y su adictivo synth reggae (y ese inesperado giro en el minuto 3 del que se podía sacar una nueva canción); la melancolía del comienzo de Slumlord que evoluciona hasta el jolgorio más hedonista de tintes italo (¡ese final!); para italo también otro giro (hay varios en el disco) en The glitzy five, un enérgico tema repleto de groove. Por supuesto no son las únicas joyas: ahí está el vigoroso y oscuro electro-house de Slumford re-lease; el sello de Prince en News from the sun (live bootleg), que en realidad es uno de los grandes referentes del disco; el centelleante italo-house de Techno clique, ideal para reventar la pista; o la brillante Dear Skorpio Magazine, que huele a siguiente single. Una fiesta (con momentos para bailar agarrado con tu pareja en Baby’s eyes y Street level) con la que no es complicado imaginarse en las discotecas más cool del Nueva York de principios de los ochenta. Palomo te invita a darlo todo, ¿te apuntas?
Puntuación: 8
Keep Shelly in Athens – Now I’m Ready
Tras la marcha de la voz cantante (nunca mejor dicho) de una banda, puede que la cosa acabe en drama o triunfo. Todavía no queda muy claro el caso de Keep Shelly in Athens, al menos en lo que se refiere a éxito comercial (éxito en términos de grupo indie no anglosajón, lo que ya de por sí les pone las cosas más difíciles). En términos de calidad, la partida de Sarah P y la llegada de Myrtha no propone cambios demasiado rotundos. Es verdad que la voz de la primera recordaba por momentos a Kylie, mientras que la de la segunda resulta más personal, aunque haya momentos donde recuerden, para mal, a vocalistas españolas intentando cantar en inglés (las notas bajas de Nobody, por ejemplo); y es que ya sabemos que el griego y el español de España comparten un acento similar.
Un detalle sin importancia que no ennegrece Now I’m Ready, un segundo disco bastante continuista donde siguen apostando con fuerza por el chillwave, pero como suele suceder con este subgénero, dejan la puerta abierta a otros estilos que conjugan a la perfección con éste. Hay cortes que sin resultar incoherentes, sí que aportan ciertas dosis de necesaria novedad, como el breakbeat de Hollow man o la arriesgada mezcla de synth pop, trip-hop y new age en Line 4 orange. Buenos exponentes que sin embargo no hacen sombra a lo qué mejor se les da: el dream pop, especialmente en el tema titular y Fractals.
Puntuación: 7
Toro y Moi – What for?
Uno de los principales exponentes del chillwave fue Chazwick Bradley Bundick y su proyecto Toro y Moi. Sin embargo, al menos a día de hoy, Bundick parece no querer saber nada del género que tanto le aportó en el pasado (algo ya se notó en Anything in Return, pero no de manera tan acusada). Hace unos días reseñamos su mixtape Samantha y su predilección era el hip-hop y r’n’b; en este What for?, en realidad publicado con anterioridad, es el indie pop-rock con cierto regusto a psicodelia en determinados tramos es el que manda. Este cambio ha provocado la desbandada de muchos de sus fans; pero no hay que dejarse llevar por las primeras impresiones, porque el disco, sin deslumbrar, cuenta con un buen puñado de canciones aprovechables.
El rock de los sesenta y setenta está muy presente en temas como el titular, que aunque agridulce en su letra, inyecta una buena dosis de buen rollo. Algunos verán cierta influencia de Teenage fanclub y coetáneos en determinadas secciones de Empty nesters, uno de los highlights del álbum, pero no se desliga de las mentadas décadas con esos deliciosos giros funkys, que también se pueden apreciar en la infecciosa Spell it out. En las baladas también acierta: la breve Run baby run y los más de 6 minutos de Yeah right, con un in crescendo que pone la carne de gallina. Vamos, que aunque haya momentos sin sal, hay bastante de donde aprovechar, porque el bueno de Chaz no es un cualquiera.
Puntuación: 7