10 no-singles de Madonna que deberían sonar en su gira
Madonna nos visita esta semana (todavía quedan entradas para el miércoles) y ahí estaremos para hablar de los más y los menos de la gira de presentación de Rebel Heart. Pero para qué negarlo, lo que ansiamos la mayoría es poder escuchar grandes y no tan grandes clásicos. No obstante al que suscribe no le importaría alguna sorpresa a modo de no-singles. Hasta su Confessions Tour jamás se escuchó un no-single que no formase parte del disco presentado en la gira en cuestión. Paradise (not for me) fue la elegida, y a partir de aquí en las dos siguientes giras nos regaló, tanto a modo de directo estándar, como en vídeos a modo de interludios, varios temas que no superaron la barrera de la radiofórmula convencional. Lo más sorprendente fue en MDNA Tour, donde en I’m a sinner introdujo elementos de Cyberraga, bonus track de Music en Japón. Así que quién sabe en esta gira. Bueno, algunos os habréis estudiado el setlist y ya conoceréis al dedillo lo que va sonar. En mi caso he decidido mantener la intriga hasta el final, pero de entre lo poco que sé, y gracias a la interpretación de Like a prayer dedicada a las víctimas de los atentados de París, hay una sección acústica más o menos flexible donde quién sabe si habrá alguna una sorpresa. Aquí unos cuantos consejos si nos lee (que fijo, obviamente).
Beat goes on feat Kanye West (Hard Candy, 2008)
Dios sabe por qué la canción no fue publicada comercialmente; y es que tenía todo el flow del mundo, a Kanye West en un inspirado rapeo, la producción de un Pharrell Williams que todavía acertaba y muchas ganas de pasarlo fetén. Por todo ello habría que recuperarla para que la bola de espejos nunca deje de girar.
Future lovers (Confessions on a Dancefloor, 2005)
El tema más moderno de su disco más adorado por el gayer medio, y eso que fusilaba a un hit de los 70: el enorme I feel love de Donna Summer. Ella no pagó un duro a Moroder, y además tuvo el descaro de incluir un par de estrofas al interpretarla durante el Cofessions Tour. Y muchos lo celebramos y esperamos que lo repita algún día.
Nobody knows me (American Life, 2003)
Aunque protagonizó un vídeo político en MDNA Tour (en el que comparaba a Le Pen con el nazismo), merece ser recuperado el formato directo. Fue su canción más Music en un disco que, aunque guste a fans acérrimos, esperamos que no repita, y contaba con una melodía ciertamente adictiva que paradojicamente se alejaba de los estandartes pop.
Gone (Music, 2000)
Una de sus baladas más certeras gracias a su sencillez y honestidad, con una lírica en la que todos nos hemos podido reflejar alguna vez («¿Por qué he de sentirme triste por lo que nunca he tenido? Nada es igual a nada»). Para la sección acústica de la gira vendría de perlas, claro.
Impressive Instant (Music, 2000)
Uno de sus no-singles más adorados y por el que ella luchó contra Warner para publicarlo comercialmente, a lo que ellos se negaron por resultar demasiado transgresor. Así es, al menos en el ámbito comercial, gracias a un Mirwais en estado de gracia con una producción electro-cósmica que hace que no tengamos en cuenta que no hay estribillo.
Has to be (Ray of Light, Japan Edition, 1998)
En el disco encontramos varios exponentes que merecerían estar aquí, pero resulta incomprensible como esta balada ciertamente elevada no pasó el corte final del disco y se quedó en un simple bonus track japonés. Basada en una obra previa de William Orbit, la vulnerabilidad y fragilidad que demuestra la Ciccone no es cosa baladí.
Sanctuary (Bedtime Stories, 1994)
Si hay alguna sección zorri-etérea, o simplemente etérea, esta canción debería formar parte de la misma. Una producción oscura, casi asfixiante, sobre la devoción de ella hacia su objeto de deseo, en donde menosprecia las sonrisas o el sol en pro de las lágrimas o la lluvia. Es tan «darks» que hasta quiere ser enterrada entre tus brazos.
Promise to try (Like a Prayer, 1989)
En el disco más confesional de la artista hablaba sin tapujos de temas como la muerte de su madre. Desde la perspectiva de ella cuando era una niña interpreta esta sentida balada a piano donde apreciamos a la Madonna más emocional y cercana. Nunca podría haber sido un hit, pero algunos fans agradecimos y agradecemos esta faceta.
Where’s the party (True Blue, 1986)
Una de sus letras más tontas y, evidentemente, fiesteras, donde lo único que quiere es estar con su amorcito, eso sí, desfasando y dándolo todo sobre la pista. Resulta bastante intrascendental, y no solo por su temática, sobre todo si es comparada con los singles, pero su capacidad a la hora generar jolgorio queda fuera de toda duda.
Over and over (Madonna, 1983)
Uno de sus estribillos más simples y pegadizos de su carrera en una canción más fresca que una lechuga. Aunque la original dura solo 4 minutos, en lo que se refiere a producción brilla con luz propia la versión extendida de You Can Dance, más sofisticada y pulida, aunque también es cierto que sus 7 minutazos resulten quizás excesivos.