Especial reseñas: 20 discos de 2015 devorados por las expectativas
Qué malas son las expectativas cuando marcan lo que debe ser la continuación de un disco, EP o singles adorados por crítica y público. O que haya pasado tanto tiempo desde el último trabajo (aunque fuese mediocre) que las ganas de nuevo material eclipsen cualquier temor a una gran cagada. Luego llega el gran día y plof, la mancha. En estos 20 discos hay casos más dramáticos que otros, obviamente; en realidad algunos son realmente buenos como ente independiente y que posiblemente les veamos entre lo mejor del año en muchas listas (incluida la nuestra).
Hilary Duff – Breathe In. Breath out.
No es que esperásemos la reinvención del pop, pero sí un disco algo más trascendente. Y eso que hablamos de una popstar ya de por sí bastante intrascendente. Su último largo, Dignity, databa de 2007 y es el súmmun para sus fans (lo que tampoco dice mucho de ellos), y aun así la mayoría se han quedado algo fríos. Lo que no quiere decir que a pesar de todo resulte ciertamente adictivo. Sparks debió merecerse todo el éxito del mundo, pero no; el latineo de My kind y Lies no da vergüenza ajena; el subidón de Confetti anima cualquier sarao; o en el tema titular, a pesar de ñoño, nos la cuela. Después hay varios ejemplos de aquella mentada intrascendencia, especialmente en la segunda mitad. Pero bueno, no hay que pedir peras al olmo y petardeemos con el cerebro aparcado. De so se trata.
Puntuación: 6
Night Beds – Ivywild
Recuerdo que cuando vi A Escondidas, gran película española contemporánea, sonaba una canción en una escena álgida que tras indagar en la red descubrí que era del proyecto de Winston Yellen, que en realidad ya había conocido por los singles del disco que nos ocupa. Me extrañó el paso del country/folk pop a un pop sintético con trazas de r’n’b bastante sofisticado. Singles que sonaban bien, pero carecían del potencial emocional de aquel tema y del resto que le acompañaban. Y con un disco de 65 minutos que se hace eterno, los aciertos de Me, liquor and God, Tide teeth y Corner quedan diluidos ante un conjunto demasiado abrumador. Más concisión, menos florituras y algo más emoción es lo que se echa en falta. Porque a veces tomar un camino más sofisticado y moderno no se perfila como la mejor elección.
Puntuación: 5,5
Death Cab for Cutie – Kintsugi
Tampoco es que Codes and Keys le llegase a la suela a Trasatlanticism, pero resultaba un disco estimable y bien surtido de buenos momentos. Su sucesor, sin ser un desastre, ya no provoca que miremos a la banda con la simpatía de antaño y así le pasemos cualquier traspiés. Salvo por la característica voz de Ben Gibbard, su impronta ha quedado diluida en parte, dando palos de ciego con una producción impersonal que no cala. Como tampoco calan un conjunto de canciones que carece de una estructura melódica atractiva y con letras que, cuando antes eran bonitas (y mira que odio el adjetivo), ahora rezuman ñoñería, como Little wanderer o You’ve haunted me all my life. Se han convertido en una banda para escucharles y pasar a otra cosa, mariposa. Vamos, música agradable para burgueses acomodados que han adquirido lo último de Adele.
Puntuación: 6
Blur – The Magic Whip
En realidad estamos ante uno de esos ejemplos de disco notable, pero Damon Albarn nos ha mareado tanto durante los últimos tiempos que debería haber parido la mayor obra maestra habida y por haber. Algo que se acercara a sus frescos primeros trabajos. Sin embargo asumimos la realidad: ya no tienen 25 años, y quizás sea el mejor disco que podían haber publicado a día de hoy. ¿Y dónde están los hits? No los busquéis, porque no los hay, o al menos no tan efervescentes como los de sus años mozos. Lo que tenemos es un sólido conjunto con temas tan destacados como Lonesome Street o Ong ong, que recuperan su espíritu más guitarrero y descarado, e incluso otros de carácter más chocante con su identidad, como There are too many of us o Though I was a spaceman, influenciados por los otros proyectos de Albarn. Vamos, que no te vas a aburrir en absoluto y, lo mejor, tiene mucha chicha que aprovechar.
Puntuación: 7,5
Ryn Weaver – The Fool
El EP de debut de la americana nos gustó, especialmente el hit Octahate (que fue top 10 de nuestras mejores canciones de 2014), así que había ganas de largo. Pero como sucede con muchas de estas estrellas del pop alternativo, en el formato álbum la burbuja puede estallar. Este caso es de los más evidentes, por mucho que quiera ser Kate Bush en Runaway o ansíe emocionarnos en Pierre. Sí, hay varios temas aprovechables, pero da la sensación de que se cree mejor de lo que es, como si pudiese mirar por encima del hombre a Hilary Duff simplemente porque el pop de está es desenfadado y el suyo la repera de relevante para la música contemporánea. Pues no, tía. Al final parece que lo que yo intuía desde que la conocí se ha cumplido: se trata solo de una niña pija (¿a alguien le recuerda a Marnie de Girls?) bien rodeada de gente como Michael Angelakos de Passion Pit.
Puntuación: 5
Destroyer – Poison Season
Posiblemente el mejor disco de la lista, pero es que Kaputt era la repera (y yo, imbécil, le di solo un 7,7 en su momento). Quizás porque prefiero el aire a sophisti-pop de aquel y no soy el único. Y aun así es pura magia y se los come con patatas. Aplaudiremos en las exóticas percusiones mezcladas con saxo con traca final de violines en Forces from above: lo daremos todo con la euforia rockera y desatada de Dream lover; nos tomaremos un cóctel a media noche con el elegante soul de Archer on the Beach; viajaremos sin moveros de casa a Broadway en Bangkok, etc. Heterogéneo, ingenioso en su desarrollo y fascinante en sus letras, estamos ante un disco donde Dan Bejar demuestra su amor hacia Nueva York (a pesar de ser canadiense), interpretándolo como el transcurso de un día o semana por sus calles. Como poco al menos querrás darte un paseo por Times Square (y hay tres canciones que llevan su nombre, ojo).
Puntuación: 7,8
Ellie Goulding – Delirium
Que la inglesa es una vendida ya lo sabemos todos, y tras dejarnos boquiabiertos con el poco exitoso Halcyon, se calzó unos tacones de aguja y se paso al pop más revienta listas a partir de su reedición. Pero claro, ahí, aparte de pop extremadamente pegadizo, encontrábamos un ansía de ir más allá de lo que manda la masa. Ahora solo queda lo primero, de lo que tampoco hay que quejarse (o solo un poco, que para eso está incluida en este especial), porque la verdad es que encontramos una buena colección de gemas poperas que solo adolece por la inclusión de 16 cortes (¡21 en la edición deluxe, a qué jugamos!), de los que por supuesto sobran varios. Sin embargo lo mejor es que lo más sobresaliente no son On my mind y Love me like you do, sino posibles singles futuros como Aftertaste, Keep on danin’, Something in the way you move, Army o Devotion.
Por cierto, Ellie pasará por España con su gira. Más información, aquí.
Puntuación: 7
Wilco – Star Wars
Aunque lo regalasen durante sus primeras semanas, lo nuevo de los de Chicago no se debe de considerar como un simple obsequio solo apto para fans. No, es un álbum más de su extensa discografía, y por ello hay que tratarlo como tal. Y por ello se exige un nivel a la altura de una banda de esta entidad. La realidad, como era de esperar, es que no estamos ante un nuevo Summerteeth o Yankee Hotel Foxtrot, siendo posiblemente su disco más ligero y, sí, liviano. Y aun así dan mil vueltas a la mayoría de coetáneos. Porque sigue habiendo momentos estremecedores como More o You satellite, y temas tan simpáticos como Random name generator o Taste the ceiling. No habrán captado nuevos seguidores, pero los que ya estaban seguirán bien amarraditos (y si se lo descargaron gratis en su momento, más todavía).
La banda estará actuando en Vida 2016. Más información, aquí.
Puntuación: 7,5
Girogio Moroder – Dèjá Vu
Aquí no es que haya sido devorado, es que no ha dejado ni los huesos. Tras volver del mundo de los muertos con Daft Punk, se esperaba mucho más un hombre que definió el pop de tintes electrónicos. Aun así tampoco estamos ante el drama de otras publicaciones al plantarle un suspenso como la copa de un pino. Todo suena un tanto chusco, mucho por momentos, pero el aroma pop es suficientemente apetecible para disfrutar una (corta) temporada de él. Hay cuasi-hits como la estridente Diamonds junto a Charli XCX; Wildstar, con la voz de Foxes, que sonrojará a los fans de la música disco originaria, pero resulta efectivo; 74 is the new 24 tiene un rato de epic banger; el Tom’s diner de Britney da cosica, pero a su vez convence (especialmente ese riff de teclado final); el disco-funky de Sia en el tema titular está muy cuidado. ¿El resto? Mira demasiado hacia los djs actuales, con todo lo que ello conlleva.
Puntuación: 5,5
Jean Michel Jarre – Electronica, Vol. 1: The Time Machine
Algo similar a lo de Moroder le ha sucedido al francés. Un disco muy esperado tras varios años de hibernación, con un plantel de invitados que quita el hipo (en este caso, de carácter más alternativo), que al final no es tan bueno como se esperaba. Sin embargo el hype generado no ha estado tan inflado como el de su colega italiano, y además el resultado está por encima. El problema es que la cohesión brilla por su ausencia (es casi un recopilatorio), siendo cada canción de su padre y de su madre, y además cada colaboración no es lo mejor que cada artista ha podido hacer. Por otra parte hay que alabar que su ego no eclipsa al resto de nombres, especialmente los que también son productores, por lo que de la fusión de ambos talentos salen cosas tan degustables como sus temas con M83, Air, Fuck Buttons, Little Boots o Tangerine Dream.
Puntuación: 6,5
Carla Morrison – Amor supremo
He de admitir que Un beso, primer single del disco, me maravilló, especialmente gracias a una brillante producción que se desmarcaba de lo que la artista y otros coetáneos suelen presentar. Atmósferas flotantes, a veces más viscerales, pero siempre sugerentes y con ganas de que te envuelvan. Éste es sin duda el mayor baluarte de un álbum que en realidad cede demasiado peso a este aspecto. Y es que la propuesta huele ligeramente a Lana del Rey y no siempre le sienta bien. Se percibe tanta dependencia hacia ese objeto de deseo, pero con tal nivel de glucosa en sangre (hasta hay un tema que se llama Azúcar morena) que en lo que la americana resulta estiloso, aquí provoca diabetes (lo de Yo vivo para ti no tiene nombre). Es chocante, y hasta curioso, que la lírica apeste a Los 40 y la producción sea tan sofisticada. Son como dos discos distintos en uno. Aparte de que empieza bien (el single, Flor que nunca fui, Vez primera), pero luego se hace más largo que un día sin pan.
Puntuación: 6
EL VY – Return to the Moon
Matt Berninger de The National quiere mostrar nuevas facetas en este nuevo reto artístico, y lo consigue. ¿Pero a qué precio? Las emociones de su banda madre, tanto en formato más fiero (en sus primeros discos), como más sentimentales (en los últimos) se las pasa por el forro y muestra su lado más divertido, chulo y descarado, sin relegar la trascendencia, todo hay que decirlo, con chispas funkys y souleras que otorgan al conjunto un aire más dinámico y vivo que sus últimas obras. Evidentemente sus seguidores no esperaban un Alligator o Boxer, pero quizás la propuesta peque de caduca, como si solo se tratase de un divertimento pasajero. Y hay cosas interesantes como Silent Ivy Hotel o No time to crank the sun, pero resulta complicado no pasar a otra cosa tras escucharlo y que acabe desterrado de tu colección al poco tiempo. Y vuelvas a ponerte Mr. November por enésima vez, claro.
Puntuación: 6,5
Seinabo Sey – Pretend
Tras un EP conciso y excelente, a la sueca, como muchas otras (no de manera tan dramática como Ryn Weaver, eso sí), el concepto álbum les queda algo grande. Empieza con su hit Younger, sigue con el notable single homónimo, y de repente ya nos salta un rollazo como Poetic, que podía cantarlo ella o cualquier pseudo-diva r’n’b venido de algún talent show. Luego toca Hard time, de su EP, que recupera el pulso, manteniéndose en Easy y Pulse, pero se viene abajo en Sorry, tan Adele. Para baladas, mejor la comedida Still y si nos va el exceso, Burial, aunque tampoco sean para tirar cohetes. Who parece más trallazo de lo que finalmente es y You y Ruin no van más allá de la etiqueta de relleno. Una pena que Pistols at dawn, posiblemente su mejor canción hasta la fecha, solo aparezca como bonus track. Bien, pero no tan bien como cabía esperar.
Puntuación: 6,7
Youth Lagoon – Savage Hills Ballroom
Tras un debut y una secuela ciertamente excelentes, muchos rezábamos porque en el maldito tercer disco (casi tan maldito que el segundo) no se escoñase. Nada, tampoco ha sido para tanto, un pequeño tropiezo del que se puede recuperar en un futuro no muy lejano (aunque mucha parte de la prensa ha obviado éste disco…). Quizás lo que más se echa de menos es aquel encanto introvertido que le hacía tan especial. Su vena más raruna se ha multiplicado, eso sí, a veces con mejor resultado que otras, como en Again, más arrebatador en su segunda mitad que en la primera. A destacar estarían el synth de No one can tell, el desfase en Officer telephone, una inesperada preciosidad a piano como Doll’s Estate o la peculiar belleza de Rotten human. Como los dos anteriores, incluso estando por debajo, se trata de un álbum que merece varias escuchas, aunque solo sea porque no hay nadie como él.
Puntuación: 7,5
Modest Mouse – Strangers to Ourselves
Ocho años tras su último largo y había muchas ganas de que Modest Mouse volvieran a reivindicar su papel en el rock alternativo yanqui. La realidad no ha sido tan rotunda, pero tampoco es que les haya salido el tiro por la culata. Siguen manteniendo esa gracia e insolencia tan marca de la casa, especialmente en la primera mitad, como el tema que da título al álbum, el trallazo Lampshades on fire, Ansel o The ground walks (aunque a éste le sobra algún minuto), donde son ellos mismos hasta las últimas consecuencias. Luego el asunto se calma, como el Coyote, que es mejor por el vídeo que por la propia canción, pero Pups to dust acierta en mezclar su faceta más gamberra con la más madura. A partir de aquí, hasta los quince cortes, resulta algo reiterativo, y aunque las luces no sobran, las sombras tampoco, y el puñetazo que pretendían dar se queda en tortazo.
Puntuación: 7
Twin Shadow – Eclipse
Tras dos previos para quitarse el sombrero, el guapo de George Lewis Jr. firmó con un gran sello para parir el gran álbum de pop del año. A Grimes quería lo mismo (bueno, lo del disco, no lo del sello), y le ha salido bien la jugada, pero a Lewis a medias. Tantas ganas de reventar las listas que temas tan resultones como To the top ansían demasiado rozar el cielo pop que al final se tornan algo forzados. Lo que no quiere decir que no lo berrearíamos sobre el pico de una montaña, como con I’m ready, algo más comedida y mejor rematada. Nos hace bailar en Old love/New love o en When the lights turn out, y la verdad es que lo disfrutamos, pero luego ansía mostrar una faceta más introspectiva en Turn me up y se queda a medio gas. Hay un poco de todo en la viña del Señor, pero de lo no hay duda es de que se trata de un trabajo genuinamente entretenido. ¿La calidad artística? Como diría Rajoy: eso ya tal.
Puntuación: 6,5
SOPHIE – Product / PC MUSIC – PC Music Vol. 1
Más que razonable unir en la misma reseña ambos recopilatorios (el primero entre este formato y el disco), ya que además de ser «amiguis», comparten una estridente seña de identidad que está llegando incluso al ámbito comercial (Madonna, Liz, Charli XCX). Y en ambos casos también falla el concepto: las canciones, en su mayoría hits, de carácter alternativo, eso sí, funcionan mejor por separado que en conjunto. Pildoritas de pop explosivas que en tableta pueden provocar cierta sobredosis y, como reza el título del primero, su condición de productos, al igual que cualquier cosa que se venda en un súper, no se adquiere en masa. Por eso, aunque a muchos nos duela reconocerlo, generalmente triunfa más un single que un disco. Y si quieren participar de esa liga, incluso desde una perspectiva ciertamente irónica, no conviene saturar. Así la siguiente pildorita la tomaremos con mucho más gusto.
Puntuación: 7,2
Beirut – No No No
Lo reconozco, estos chicos siempre me han parecido bastante sobrevalorados. Su receta es simpática y se escucha con agrado, pero se olvida pronto, y con este último esfuerzo discográfico esta sensación de multiplica por mil. Se trata de un disco ideal para ponerlo de fondo en una reunión de treinteañeros, con unas copas de vino y conversación ágil y superflua sobre la idas y venidas laborales. Como con el de Death Cab, la banda sonora del burgués medio con ínfulas independientes. Que no todo va a ser profundidad y trascendencia, y un sector de la sociedad necesita productos de esta índole, pero a ver quién es el guapo que se acuerda al día siguiente de algún momento memorable (el vino tampoco ayuda). Pero no dura ni media hora y si uno le presta cierta atención podrá percibir la agradable (otra vez más esta palabra) luminosidad de su propuesta.
Puntuación: 6
Los Planetas – Dobles Fatigas
Porque los EPs merecen el mismo respeto que los LPs, para lo bueno y para lo malo, el nuevo lanzamiento de los granadinos debería considerarse una obra más. Si tomamos este camino (que muchos evitarán), los 17 minutos que dura este corto se antojan algo insuficientes, no por su duración, sino porque no parece que estén del todo rematado. Hacen un repaso de su carrera rescatando sus vertientes más ruidistas (El duendecillo verde), atmosféricas (Motores de combustión, Estadística) y flamencas (Heroína), siempre desde un prisma sonoro espacial, por lo que quizás delataría ciertas pretensiones algo conservadoras. Y claro, seis años desde Una Ópera Egipcia es mucho tiempo para publicar un recopilatorio de ss diferentes etapas. Eso sí, si no hay que esperar otros seis años para nuevo material, se trata de un buen aperitivo, y si lo tomamos como el punto y final de una era para comenzar otra, también gana enteros. El tiempo dirá.
Puntuación: 7