Especial reseñas: 5 discos que no debes obviar (enero 2016)
Charlie Hilton – Palana
A falta de tercer disco de Blouse, su líder se embarca en una aventura en solitario que en realidad podría tratarse de lo nuevo de su banda madre. Evidentemente se percibe cierta evolución en su sonido, donde el carácter dream y lo-fi pierde peso en pro de un indie pop más luminoso y pulido. Esa podía ser la etiqueta a modo de rápido resumen, pero en realidad hay un poco de todo. Ahí tenemos la inditronica de pálpito bailable de Let’s go to a party (con ese gran «I’m only happy when I’m dancing»); lo ambiental de The young y Palana; la mezcla entre synth en su primera parte, y rock setetentero en la segunda, de Something for us all; la profundidad acústica de No one will; el country de 100 million.; el art pop de Long goodbye. Un eclecticismo que sobre el papel puede resultar demasiado incoherente, pero que Hilton hace funcionar en parte gracias a su inconfundible interpretación, que mantiene un lazo de unión entre todas las canciones.
Puntuación: 7,2
Fasenuova – Aullidos Metálicos
El anterior disco del dúo, Salsa de Cuervo, planteaba miles de posibilidades acerca del futuro del proyecto. ¿Hacía dónde se dirigiría su continuación? Pues justo de futuro es de lo que va el asunto, ya que podría plantearse como el acompañamiento musical de un porvenir perturbador a la vez que fascinante. O como ellos lo describen «la banda sonora de la ciudad gigante, decorada por los Humanoides Asociados, donde viven hombres libres, neuromantes y ciborgs alucinados.» Hay ráfagas de ciencia ficción donde los sintes toman el control absoluto, como en Naves dormidas, pero el factor humano no desparece en casi ningún corte, especialmente en las ráfagas punk de Te quierer pirar (¡enorme título!). Se trata un trabajo con una atmósfera tan elaborada que difícilmente querrás escuchar alguna de las canciones de manera independiente. Porque aunque por separado resultan también excelentes, juntas forman un concepto tan sólido a tantos niveles que no sería de recibo trocearlo.
Puntuación: 8,2
espiritusanto – Algo Nos Va a Pasar
No es que en sus EPs y singles no gozasen de cierta chispa pop, pero en este debut en largo la chispa ha prendido y nos presentan un cancionero mucho más limpio en lo que se refiere a producción y especialmente potenciado en el aspecto melódico, lo que queda ya patente desde la deliciosa apertura, La nueva novia de mi amigo. 11 temas cotidianos pero nada simplistas en su concepción lírica, donde además destaca la especial conexión interpretativa entre Andrés Federico González y Reyes García, a veces en forma de inspirado diálogo, como en el estupendo single Polígono industrial. Aunque para ser justos, buena parte de las canciones podrían vivir una vida comercial más que decente (en el ámbito indie, se entiende), que incluso en algunos casos se podrían catalogar como himnos de la vida moderna, como Paul & Camille o Nada a croll II. Y ese es otro de las grandes logros del disco, perpetrar composiciones que podrían encuadrarse en el día a día, pero que a su vez den ganas de berrearlas desde lo alto de una montaña. O quizás desde una azotea, por eso del carácter urbano del álbum.
Puntuación: 8
Wet – Don’t You
Quizás la propuesta del trío resulte algo adocenada dentro de un género en expansión como es el contemporary r’n’b, cada vez menos transgresor si lo comparamos con el r’n’b más comercial. Una propuesta hasta burguesa, si me apuras. No les falta razón, lo que no quiere decir que entre sus 11 canciones no haya material que, sin trascender, puede hacer las delicias de los amantes de los ritmos suaves y cadentes. Porque no todo debe siempre noquear, y, además, al contrario de lo que se podía pensar, su escucha no resulta para nada aburrida. Quizás influya el hecho de haber escuchado tropecientos adelantos antes, pero el conjunto funciona la mar de bien, aunque a veces las letras se centren en exceso en el lloriqueo y el azúcar. La verdad es que sí, hay varios «peros» que pueden espantar a más de uno, y no me corto al exponerlos, pero hay algo ciertamente atractivo y honesto en su propuesta, más allá del ejercicio de estilo, que sin duda también lo hay.
Puntuación: 7
NZCA LINES – Infinite Summer
Cuando Metronomy se gana un buen descanso después de tanta gira, Michael Lovett toma por banda su proyecto estrella y nos regala discos tan coloridos como este. Menos minimalista que el anterior, con mayor presencia de rock, psicodelia o funk, pero con la mirada puesta en la pista de baile en buena parte de su minutado (una pista sutil y elegante, nada de «ravadas»), encontramos hits tan claros como Two hearts. También hay momentos chill wave como Sunlight o New atmosphere, que ayudan a recrear ese verano infinito al que alude el título del álbum, además del tema que le lo bautiza, claro. Incluso canciones algo perezosas a nivel melódico, como Chemical is obvious, despuntan por una producción con múltiples ganchos. Pero sí, si solo se buscan ritmos pegadizos, su último cuarto (que tampoco es tanto) pierde cierto fuelle, que por suerte se remonta con The world you have made for us, que cuenta con una sección de teclados que pone la piel de gallina. Así, un disco que parecía de usar y tirar, se presenta como uno de los entretenimientos musicales más acertados de este primer mes de 2016.
Puntuación: 7,5
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jarto
No tengo demasiados prejuicios musicales en lo que se refiere a géneros, unos me gustan más que otros, sin más. Lo que más me tira para atrás es la pretenciosidad, y más si resulta fallida. Hablando en plata, sin mamoneos, porque ya hay bastante en el mundo para que además pervierta lo que más queremos: la música.
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