Por qué lo único salvable de la música comercial española es el pop adolescente

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Es de dominio público que la música comercial española pasa por el peor momento de su historia, y no parece que a corto y medio plazo vaya a recuperarse. Los noventa comenzaron a adolecer la repetición de ideas y la búsqueda del público menos exigente. Sin embargo de los 2000 en adelante pocos podrían recordar más de un nombre que mereciese la pena preservar para la posteridad. Y ya no en términos de calidad, sino que la propia audiencia que consume este tipo de productos se acuerde de ellos. Y si Fito es uno de ellos, que Dios nos pille confesados. El caso es que el género que más en serio se toma a sí mismo, el rock y derivados más fuertes o más blandos (normalmente más blandos) en su vertiente más comercial y adulta, no suele gozar de demasiada aceptación por parte de un público algo más alternativo en sus gustos. Y no solo aquí, también en otros mercados como en anglosajón.

No obstante en aquellos países sí que se pueden encontrar más ejemplos de calidad que en nuestro territorio, aunque la realidad es que cada vez menos. Al final la banda que por ejemplo podría ser un equivalente de R.E.M. en la actualidad, salvando las distancias, queda relegada a un ámbito alternativo y en radios y listas solo suenan popadas, la mayoría de ellas tan intrascendentes como una entrevista con Bertín Osborne. Y lo que aún se mantiene en el terreno vox pópuli suele provocar vergüenza ajena, así que casi mejor refugiarse en un sonido más desenfadado y juvenil y lo trascendente y profundo lo dejamos en manos de artistas y bandas que no asoman la cabeza en la radiofórmula.

En la música española tres cuartos de lo mismo, y desde hace un tiempo ha surgido un movimiento de pop dirigido a las hormonas inquietas de los adolescentes (sobre todo «las») que, si uno se quita los prejuicios de encima, resulta mucho más divertido que la supuesta emoción que una balada de Antonio Orozco pueda transmitir. Por supuesto, como todo en España, viene a rebufo del éxito de fuera. Ahí están Auryn, los One Direction españoles, Abraham Mateo y Mario Jefferson, que miran hacia Justin Bieber (o su antigua versión al menos) y Sweet California, que hacen lo mismo con Little Mix; los cuatro como máximos representantes de esta nueva corriente. «Artistas» que intentan explotar el modelo de sus coetáneos anglosajones, aunque por supuesto no les llegan a la suela. Pero al menos se trata de música sin pretensiones. O sí, al menos a la hora de elaborar un producto más decente en ciertos aspectos que cualquier grupo de rock nacional.

En general han ganado puntos en lo que se refiere a calidad de la producción, utilizando incluso los servicios de productores internacionales que han trabajado con importantes popstars. Seguro que más de uno se sorprendió por lo bien que sonaba All the girls (la la la) de Mateo (aparte de por el parecido con Michael Jackson, pero The Weeknd también lo hace y nadie dice nada), que además gozaba de una melodía que ya le gustaría a muchas estrellas mundialmente conocidas. Y, siguiendo con este tema, el vídeo destacaba por una cuidada factura, y no es el único. Porque uno contempla vídeos de artistas y bandas consolidadas supuestamente más adultas y quiere arrancarse los ojos por el mal gusto o echarse una siesta por lo anodino del conjunto («banda tocando sobre un fondo blanco», ese concepto).

Muchos dirán que la música de Fito va mucho más allá de esos artificios, especialmente con lo relacionado con la promo. Pues hijo, ya que te metes, hazlo bien. Al menos en el caso de estos postadolescentes hay un equipo detrás que intenta aportar cierta dignidad a un género que siempre es denostado por la mayoría. La pregunta es si darán el paso necesario para conectar con un público más amplio, al estilo Bieber en esta última época, o acabarán en el más absoluto de los olvidos. Posiblemente lo segundo, porque ya asumimos que su propuesta es de usar y tirar, por lo que lo que dure, duró, y que les quiten lo bailao. Mientras podemos disfrutar sin complejos de algunas canciones (solo canciones, que a ver quién se traga un disco entero), y que nos quiten lo bailao.

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