Top 10: las mejores canciones de Wild Nothing

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Algunos pensarán «¿un top 10 para un artista con solo 3 discos en su haber?». Sí y no, porque además Wild Nothing ha publicado un par de EPs bastante extensos y varios singles que suman la nada despreciable cifra de más de 50 canciones. Y porque es uno de nuestros artistas estrellas, claro que sí.

10. A dancing shell (Empty Estate, 2013)

En este EP el americano jugaba a ser Bowie, Eno y Byrne, todos interconectados entre finales de los setenta y principios de los ochenta. Este ultimo lo toma de inspiración en este ejercicio de baile cadente, donde incluso le imita vocalmente. Esta claro que el bueno de Jack no tiene ningún reparo a la hora de no ocultar sus influencias.

9. To know you (Life of Pause, 2016)

Es el único tema del último disco que aparece en la lista, quizás porque no llega al nivel de sus predecesores, o puede que porque todavía no ha sido lo suficientemente masticado como para valorar su verdadera magnitud. Tampoco es menos cierto que de todos los adelantos fue el único que, en mi caso, me entró a la primera y además, meses después, ninguno ha conseguido calarme de la misma manera. Por algo será.

8. This chain won’t break (Nocturne, 2012)

Hay cosas que jamás se romperán incluso a pesar de que uno de los implicados se empeñe constantemente en hacerlo. Tatum le pone (una escasa, pero efectiva) letra a uno de sus temas más emocionales en lo que se refiere a melodía. Cercanía y sencillez, para qué más.

7. Shadow (Nocturne, 2012)

Esta oda a los amores imposibles pero claramente adictivos abría su segundo disco, y servía de nexo de unión entre este y su debut. Engalanada con instrumentación indie pop ligera y un fantástico riff que hacía las veces de estribillo, la canción también sobresalía gracias a su delicado juego de violines. Es, además, y según Spotify, su canción más exitosa.

6. Chinatown (Gemini, 2010)

Con una flautilla sintetizada que supone todo un hallazgo (y que, ligeramente, recuerda a China), se relata de nuevo una historia de amor juvenil donde se reclama la inocencia de aquellos idilios de verano y en donde deja patente que los jóvenes siempre han de estar en saltarse las normas, porque «no somos felices hasta que escapamos».

5. Vulture like loves (Golden Haze, 2010)

El riff de la canción es como si The Edge se hubiese pasado al dream pop, mientras que la melodía e interpretación parece nacida de las buenas migas que Tatum hubiese hecho con ceo en una supuesta colaboración por aquel 2010, cuando el sueco también publicó su primer largo en solitario. Una rareza del americano, que suele dejar para sus escapistas EPs.

4. Paradise (Nocturne, 2012)

Pocos pensarían que las azules atmósferas del comienzo casaran tan bien con los ritmos funky que surgen a los pocos segundos, aderezados con un chispeante teclado a modo de, podría decirse, estribillo. En realidad el tema ni estribillo necesita para auparse como uno de los más redondos de su carrera. Y el sencillo vídeo donde la siempre infravalorada Michelle Williams viaja hasta las cataratas del Niágara hace el resto.

3. Summer holiday (Gemini, 2010)

Otro ejemplo de cómo el artista es un maestro cuando explota su vena más nostálgica. En realidad su primer disco era un epítome de este sentimiento tan manoseado en el indie pop (esta canción es además muy The Pains, otros reyes de la nostalgia). El título ya lo dice todo, pero su preciosista melodía con estrofas como «estoy durmiendo en la habitación de tu hermano, a ver si me escaqueo a la tuya» es capaz de derretir nuestro frío y ajado corazón.

2. Ride (Empty Estate, 2013)

Un viaje es lo que justo propone este glorioso tema con una letra tan simple como el funcionamiento de un yoyó, pero sugerente hasta donde la imaginación nos permita llegar. «¿Va a venir ella con nosotros?» se pregunta constantemente, mientras un envolvente loop electrónico se da la mano con un bajo «neworderiano» y un teclado de corte analógico que pone el broche a tres minutos y medio que ansías que duren para siempre.

1. Live in dreams (Gemini, 2010)

El encanto, una vez más, nostálgico que desprende esta canción es su mejor baluarte. El drama adolescente, que en la vida real lo veríamos hasta gracioso, aquí se torna en un estribillo con una melodía brillante y adorable en su contenido: «si este beso no dura para siempre, prefiero vivir en sueños o morir». Y ahí es cuando mataríamos por tener de nuevo 17 años y nos echamos a llorar porque los años no perdonan.


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Jack Tatum declaró que este nuevo disco tomaba derroteros nunca explorados en Wild Nothing, y escuchando los dos primeros adelantos, To know you y TV Queen, se podía afirmar que sí, pero tampoco de manera tan rotunda. El primero se agenciaba elementos kraut y post-punk, pero no dejaba de lado el tono místico («no hay respuesta a la pregunta») y ensoñador marca de la casa. El segundo chocaba por su estridente a su vez que adictivo bajo, pero el estribillo tampoco se salía del sello personal del artista. Vamos, que Wild Nothing sigue sonando a Wild Nothing, y eso es bueno. Y, todo sea dicho, ambos adelantos dejaron buen sabor de boca.

Reichpop, que abre el disco, homenajea al maestra del minimalismo Steven Reich, con un brisa tropical que sirve de catalizador del sentimiento de escapismo que más de una vez nos invade al escuchar su música. El tema homónimo, sorprendentemente, es de los que mejor casarían en Nocturne, lo que por supuesto no supone problema alguno, ya que mantener ciertos nexos con obras previas resulta hasta recomendable, pero es curioso que dé nombre el disco (también tiene cierto aroma a Ariel Pink). Pero vamos, que todo bien en los siguientes avances hasta que aterrizó un muermazo predecible como A woman’s wisdom, que de autocomplaciencia pecaba un rato largo. Y situado como tercer corte del álbum.

Posiblemente nunca antes Tatum había adelantado un tema tan anodino, y posiblemente esté en el top 3 de los más prescindibles de su carrera. ¿Quería decir que se le había acabado la munición? Al escuchar Life of Pause al completo se descubre que no, pero que no es la única nimiedad incluida: básicamente la vaporosa Alien y la medio funky Whenever I. La ráfaga brit de Love underneath my thumb, a veces más Oasis, otras hasta The Beatles, por momentos un tanto Cat Stevens, se salva gracias al desconcierto generado, aunque al final es más larga que un día sin pan. Por suerte también tenemos Adore, a pesar de fusilar a los Tame Impala pre-Currents, la rockerilla Japanese Alice, con un estribillo muy The New Pornographers (con menos pegada, eso sí), y Lady Blue, que tampoco sobraría en su anterior largo.

Así que, para algarabía de sus fans, entre los que me encuentro, la balanza se inclina hacia el emoticono sonriente. Sin embargo se trata de una media sonrisa, ya que queda un poso de cierto vacío, como si la flaqueza que muchos le habían echado (un ejercicio de estilo vacuo) hubiese hecho mella en el artista. Además de que se ha perdido uno de sus mayores encantos: el poder evocador de su música, que nos permitía viajar a otros lugares y momentos. Ahora es como si todo hubiese quedado encerrado entre las cuatro paredes de la habitación de la portada y el vídeo, como si estuviese demasiado cómodo sentado en ese sillón.

Wild Nothing estará en Primavera Sound 2016.

Puntuación: 7

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