M83 – Junk

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El leitmotiv de Saturdays = Youth era la adolescencia, la de Anthony Gonzalez y la de todos, un universo al que podemos acceder con total facilidad; como a la casa de tu mejor amigo cuando tenías 15 años, a la que podías llamar al timbre siempre que quisieras. En Hurry Up We’re Dreaming la infancia se convertía en la temática principal, retratada quizás desde un prisma algo irreal y menos cercano que la adolescencia de su anterior largo. Al igual que para un niño que llega por primera vez a la gran ciudad, todo resultaba tan expansivo y grandilocuente que hasta provocaba cierta sensación de zozobra formar parte de la misma, pero al final su encanto, luces y grandes edificios terminaban por envolvernos para acabar siendo uno más de la gran urbe imaginaria de la infancia.

Sin embargo en este nuevo disco se antoja ciertamente complicado entrar; quizás porque no haya puerta de entrada. Esto se debe en buena parte porque Gonzalez ha recreado un universo tan personal en el que es difícil de formar parte de él. Sus anteriores álbumes no resultaban tan específicos, y más que recordar, sugerían, empleando la nostalgia a modo de inspiración, no recreándola de manera tan detallada (y hortera). Y es que se basa en recuerdos que, si no los asocias a acontecimientos vitales (como a él sí que le sucederá), se quedan en referencias demasiado livianas (al final lo de «junk» va a ser cierto…). Su evidente heterogeneidad también influye a la hora de no poder cerrar un mundo que, en realidad, casi no existe fuera de su cabeza.

Por ello estamos ante una nostalgia carente de emoción salvo para él o para alguien que casualmente haya conectado con la época; aquella emoción inherente de todos sus álbumes a partir de Before the Dawn Heals Us, y que no siempre tenía que ir de la mano de la grandilocuencia (el spoken de Graveyard girl, por ejemplo). Grandilocuencia que por cierto se ha quedado en el tintero salvo alguna chispa (y eso que había declarado que se trataba de su disco más épico), lo que se echa de menos especialmente cuando pones a una diva alternativa como Susanne Sundfør a cantar una canción maja como For the kids pero a todas luces insuficiente para su poderío vocal. Para una «gritona» que mola…

Y ya que he enlazado con elementos más terrenales, hablemos de lo que, a pesar de todo, hace de Junk un buen disco. Llama la atención para bien la vuelta a sus raíces (vitales, no profesionales) con el toque francés en ciertos atisbos sonoros, como en el single Do it, try it, además de un par de canciones interpretadas en su idioma, entre la que destaca el romántico dúo con Mai Lan también muy en la tradición gala, Atlantique sud. La épica queda apartada y deja que sea la emoción sosegada la que tome el mando en varios temas: Solitude, una de sus mejores baladas, Sunday night 1987, que toma diversas claves de sus tres últimos discos, y Time wind, con un tramo final que pone los pelos de punta. Canción en la que por cierto canta un muy acertado Beck (las colaboraciones no se han ido de madre y se agradece).

Incluso hay un hit, Go, que se acerca al carácter infeccioso de Midnight city y que, si le da cancha, el éxito está casi asegurado (eso si se deja ver por algún programa o estrena algún videoclip, que todavía estamos esperando). También tenemos canciones pop con aire negroide bien hiladas como Walkway blues y Laser gun, además de chorraditas simpáticas como el italo disco Bibi the dog o la música de cabecera de una sit-com ligera imaginaria de los ochenta en Moon crystal. Hasta los interludios no lastran la escucha. Vamos, que el disco entretiene como el que más. Lo que pasa es que quizás esperábamos algo más que puro entretenimiento.

Resulta más que evidente que el éxito de su anterior etapa ha provocado que se encierre en él mismo; y es genial que no haya tenido en cuenta a la masa a la hora de parir un hit tan mayúsculo, pero ha tomado un camino que peca de egocéntrico. Sí, el arte es en buena parte egocéntrico, pero debido a ello también corre el peligro de que se torne complicado que apreciemos la obra más allá de la superficie. Por supuesto en Junk hay atisbos de, llamémosle, profundidad que se alejan de su figura, pero quedan algo dispersos entre tanta nostalgia personal y reciclada. Y es que sus discos previos podían ser la banda sonora de nuestra vida; este es solo de la suya.

Puntuación: 7

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