CocoRosie en el Teatro Barceló, Madrid: la noche de las sirenas angustiadas

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Media hora después de la hora anunciada, en un Teatro Barceló repleto de gente tranquila de diferentes edades y vestimentas, saltaron CocoRoise dentro del ciclo Son Estrella Galicia con un ímpetu algo gastado por la larga gira que toma el nombre de su último álbum de estudio, Heartache City, y que termina en España, cantando Sierra –teléfono en mano- y Bianca con sus juguetes rotos y organillo, el mismo título que da nombre a álbum y gira.

En una puesta en escena austera –casi famélica- las hermanas Casady se complementaban con una falda de lunares Sierra, Bianca vistiendo la torera del mismo vestido con unos pantalones de boxeador. Ambas flanqueadas con el beatboxer Tez, y un entrañable chino con chilaba marroquí (para más tarde pasar a un pijama con la bandera de Escocia) a la trompeta, teclado y bases.

No presagiaba nadie que iba a ser su noche tras una poco enamoradiza Tim and Tina, pero hay grupos que se van redimiendo conforme pasan los minutos y ya empezaban a carburar y a tomar el pulso a la sala en Un beso, Tears for animals y sobre todo en una coreada (y más electrónica) Lucky Clover.

De las tres o cuatro cabezas moviéndose al principio del concierto pasamos a ya la mayoría del público teniendo ganas de más, y pese al bajón de tranquilidad de una floja Forget me not, volvieron a tener a todo el mundo a sus pies con una preciosa y contundente Lemonade (quizás el mejor momento musical de la noche) y una decente interpretación de Werewolf .

Tras eso llegó el descanso, las hermanas se retiraron sibilinamente dejando solo a mi amigo Tez, con su propio tema Tez, «the beatboxer», a lo mandos de esta especie de viaje postmoderno de Ulises. Y esto no se puede llamar descanso.

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Tez, con su característico gorro y una camiseta blanca metida completamente dentro de unos piratas militares, dio una lección de cómo llenar un teatro de sonidos imposibles y estilosos en unos minutos. Simply as that. Y que vengan otros a retarle si es que tienen el valor.

La segunda parte, a pesar de la triste Madonna, empezó de misma manera que acabó la primera: in crescendo. Iban cayendo con esplendor y mucha más energía, End of time, Lost girl (el single con el que lanzaron Heartache City y el único que se atrevieron a presentar en español) God has a voice, She speaks through me y la sorpresa de la noche si tenemos en cuenta el resto de setlists de todos los demás conciertos de la gira: una bella Fairy paradise.

Villain y R.I.P. Burn face, subidas de tempo, dejaron a todo el mundo por los aires antes de los bises, donde ya fue un apoteosis con Sierra desatada saltando y cayendo varias veces en el escenario sin ningún pudor o dolor. Cosas que España agradece, ese punto de locura sin sentido que puede dejar teatros patas arriba.

Y llegó el final, que no fue más que una deliciosa paradoja en el paladar auditivo que dejó a todo el mundo al inicio de unos raíles claramente marcados para alargar la noche hasta donde fuera necesario. Y así hice.

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