Top 10: la otra crónica de Primavera Sound 2016

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Organización, ambiente y curiosidades varias de Primavera Sound 2016.

El Beach Club, un acierto

El escenario Bowers & Wilkins ha sido una de las apuestas más agradecidas durante las últimas ediciones, pero el emplazamiento habitual se estaba quedando pequeño, por lo que lo han llevado un poco (bastante) más lejos, hasta la playa a la izquierda del Forum, que está conectada con este a través de un puente. Era un poco matada ir y venir, pero darse un baño no tenía precio y como zona de relax, aparte de baile, era un plus. Esperamos que el año que viene vuelva, aunque con los horarios un poco mejor ajustados (¿Todd Terje a las 4 el jueves?).

Actitud femenina

Ya se sabe que el festival es un reflejo del machismo que prevalece en el indie, donde la presencia de la mujer resulta bastante menor. Por suerte las cosas están cambiando y cada vez encontramos más propuestas donde la sensibilidad femenina lleva la voz cantante, tanto literal como figurativamente. Caroline Polacheck de Chairlift, Julia Holter, Julien Baker, Jenny Hval, NAO, Jehnny Beth de Savages, Victoria Legrand de Beach House, U.S. Girls o Pj Harvey, cada una con su estilo, pero con actitud y presencia para parar un tren, marcan la diferencia respecto a los hombretones de esta edición, donde, en proporción, se echó de menos ciertas dosis de carisma (excepto James Murphy, Alex Turner, Bradford Cox o James Carpenter).

Sonido (supuestamente) bajo

Salvo el comienzo de Brian Wilson, que el sonido estaba escandalosamente bajo, para un servidor las quejas de buena parte de los mortales no tienen demasiado sentido. O dentro de 20 años estaremos más sordos que Beethoven (que también) o la gente no sabe disfrutar de un concierto sin la necesidad de ponerse tapones, cosa que por cierto muchos hacen, y con razón. A Radiohead, por ejemplo, les vi a bastante distancia y los disfruté muy gratamente. Además, esto provoca algo un comportamiento muy positivo entre muchos…

Gente sorprendentemente educada

Y es que parece que cuando el sonido no es extremo, la gente está más calladita. Eso o quizás tuve suerte, pero en general es algo que comenté con varios amigos y conocidos y todos coincidimos. Por ello Radiohead o Sigur Rós se pudieron disfrutar convenientemente, sin aguantar al de al lado hablar de sus aventuras de cama. Que luego siempre hay tontolabas que solo están ahí para hacerse el selfie de turno y no callan, que seguro que más de uno tuvo que sufrirlos.

El escenario Primavera, de capa caída

Hace años congregaba a lo más importante del festival; esta edición, a pesar de contar con nombres de calidad, no disfrutó de ningún grande, que estaban en el H&M y Heineken. Y se echa de menos porque, a pesar de que quizás se quede pequeño para un Radiohead, todavía puede acoger directos de renombre, y sobre porque todo no tendremos que emigrar tanto a esa zona perdida de la mano de Dios. Y porque es uno de los originales de la etapa Forum del festival y da nombre el festival. Un poco de coherencia por parte de la organización (aunque los talones de las marcas tengan muchos ceros).

La impecable realización

Este año se ha cuidado como nunca la realización de los directos proyectados en las pantallas laterales. Algunas muy estéticas como las de Radiohead o Sigur Rós, donde se jugaba con diferentes efectos y filtros. Pero para mí la que se lleva la palma es la de Explosions in the Sky, que por momentos parecía un videoclip perfectamente editado. Tan impactado estaba el público que pocos miraban hacia el escenario incluso aunque estuviesen bien situados, lo que por otra parte puede resultar algo paradójico en un directo.

Más camareros que gente pidiendo

En general nunca he esperado demasiado para pedir en el festival, pero siempre había algún que otro momento de desesperación. Este año no tardé más de 30 segundos en ello, por lo que enhorabuena a la organización. Y es que en un evento tan estresante como este no hay tiempo que perder.

Las cutrebanderas

Parece que esta edición se extendió la moda de hacer banderas con un palo y una tela pintada con rotuladores y ondearla en cualquier concierto. ¿Es que estamos en Eurovisión? ¿Necesitamos saber la presencia de todas las nacionalidades congregadas? ¿La peña no puede ser algo más original? ¿Por qué al menos no se las curraban más? Casi mejor hacer cartelitos con «quiero un hijo tuyo» y similares. O mejor, la sombrilla estilo japonés con una araña en el palo. Eso sí que molaba.

Los más guapos y guapas

De ellos hay que quedarse con Alex Turner, que con ese pelo hacia atrás y esa estilosa chaqueta amarilla nos noqueó. Alan Palomo de Neon Indian no es un pibón, pero tiene su aquel, y más con ese look setentero raruno y esos bailes funkeros. Jack Tatum de Wild Nothing es tan mono y adorable que dan ganas de llevárselo a casa y hacer plan de cena y peli con él. De ellas está la eternamente joven Pj Harvey como reina indiscutible del festival y de los elfos. Julia Holter como vecina de al lado no tiene precio; bella, pero accesible. NAO era la belleza exótica, y no solo por su raza, sino por su look 100% africanista (la foto no corresponde al festival, pero su estética fue exacta).

No hay tanto cuadro de comedor andante

Puede que se trate de una sensación personal, pero el festival ya no hace gala de tendencias tan definidas o estéticas que superan de largo cualquier nivel de mamarrachismo saludable. Parece que hay más variedad y sobre todo naturalidad. Porque al final lo que importa es la música (aunque justo este post no vaya tanto de música).

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