LUH – Spiritual Songs for Lovers to Sing

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A pesar del título, Spiritual Songs for Lovers to Sing, y el tono general, el debut de LUH, nuevo proyecto de Ellery Roberts tras WU LYF, no gira solo alrededor del amor, o al menos no alrededor de aquel amor aislado del resto del mundo al que estamos acostumbrados a escuchar en el mundo del pop. Se trata del amor en un contexto determinado, un mundo actual donde las injusticias marcan cualquier tipo de relación humana. Roberts, junto a su nueva compañera en todos los aspectos de su vida, Ebony Hoorn, podrían ser aquellos amantes de Heroes de Bowie, intentando sobrevivir en un entorno hostil incluso para mantener a flote su amor. Y, como en aquella canción «bigger than life», con la épica como medio para canalizar sus satisfacciones pero sobre todo frustraciones.

El tema de apertura, I&I, y el primero que pudimos escuchar del disco y por ahora el de más éxito del dúo, casa perfectamente como introducción, lo que sorprende porque en ningún momento pensamos que estábamos ante un tema que fuese a quedar pequeño frente al resto. Pero es que el álbum está repleto de himnos todavía más grandilocuentes. Ahí está Beneath the concrete, que debería ser coreado por miles de personas en un gran estadio. Eso sí, su tono oscuro y una producción mucho más sofisticada que en propuestas similares, a cargo de The Haxan Cloak, es lo que les diferencia. Un sonido por momentos bombástico donde la exagerada interpretación de Roberts también juega un papel preponderante.

Por suerte Hoorn es el contrapunto, con una voz sosegada en delicias intimistas como Future blues. O producciones más en la onda de esta canción, con un poso melancólico, como en la synth popera Somebody come, pero donde Roberts no se corta un pelo, propiciando un irresistible contraste (en el momento «shalala» se deja, literalmente, las cuerdas vocales), que culmina a lo grande con el coro de ella, los violines y los cristalinos teclados. Y por si el exceso vocal de él no fuera suficiente, el autotune de $ORO se acerca peligrosamente a una parodia de no se sabe muy bien el qué, ya que continúa con una Hoorn en plan Rihanna y un final entre heavy y ravero. Un exceso que sin duda generará amor y odio, incluso ambos sentimientos al mismo tiempo. En The great longing, por eso de ser el cierre, él se contiene ligeramente, parejo con un estilo sonoro más acústico.

Hay algún corte que no deja huella como el resto, sobre todo Here our moment ends y Loyalty, que además van seguidas y son más largas que un día sin pan; pero por suerte la mezcla entre garage y shoegaze de Lost under heaven salva los muebles. De ahí hasta el final el álbum mantiene el tipo, especialmente en Lament y esa mantra que es «you’ve fucked up this world, but you won’t fuck with me!», que también dan ganas de berrearlo en un gran recinto con el puño en alto. Y en otros momentos del álbum incluso sacar el mechero. Porque el dúo toma lo mejor de la gran banda de estadio, aportando, eso sí, las dosis de frescura y novedad necesaria para que no huela a naftalina o se quede en un mero producto kitsch.

Puntuación: 8

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