Shura – Nothing’s Real

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Desde que hablamos de Shura hace dos años y medio (no es por ir de sobrados, pero bastante antes que muchas publicaciones importantes), vimos algo en ella que le hacía sobresalir sobre el resto de chicas pop alternativas. Quizás fuese aquella sensibilidad y fragilidad tanto en su actitud como en su sonido, que por un lado mostraba a una chica que podría ser tu mejor amiga y por otro se alejaba de las bases bombásticas, arreglos centelleantes o teclados abrasadores. Así quedó patente primero en Touch y posteriormente en Indecision y 2Shy; sin embargo, a pesar de aquellas cualidades, en Indecision incluso se permitió el lujo de hacernos bailar, fusilando, por cierto, Holiday de Madonna. Quizás este fue el comienzo de su «destape». Con White light mostró un sonido que dejó a un lado la delicadeza previa para adentrarse en uno, quizás, más genérico. A pesar de ello esta epopeya de 10 minutos de dance-funk no decepcionaba y sobre todo no hastiaba a pesar de su duración.

Con el nuevo año y el anuncio de este Nothing’s Real presentó otro nuevo tema, The space tapes, que directamente descolocó a más de uno. Otro corte la mar de largo donde se deshacía de los ganchos melódicos que al menos White light sí contenía a pesar de su minutado. Adiós al pop: trip-hop, ambient y psicodelia se daban la mano en un curioso experimento. ¿Es que no estábamos ante una chica pop? Parece ser que Shura es eso, pero también mucho más. Muchos respiraron tranquilos cuando un par de meses más tarde estrenó What’s gonna be, himno underground de este último Orgullo, que mostraba un lado más ochentero (aunque en singles previos ya había dejado claro su devoción por la década), con reminiscencias a los Fleetwood Mac de aquellos años, y el pop más pegadizo que uno pueda imaginar. Sí, también se ganó nuestra aprobación. Todos aquellos temas han sido incluidos en su debut, pero todavía quedaban sorpresas por descubrir.

De nuevo tira por el ambient en una anecdótica pero agradecida introducción, para a continuación regodearse en los setenta con un número funk al más puro estilo Moroder para Summer, donde nos invita más que nunca a la pista de baile y, además, cambia de registro vocal hacia uno de lo más descarado. ¿Es que no estábamos ante una chica tímida? Sí, pero todos tenemos esa pizca de «echaos pa’ lante». Y no todo es sintetizador, porque What happened to us es el tema casi 100% orgánico, y a su vez quizás más estándar, también por su estructura melódica, siendo posiblemente lo más flojo del álbum. Tongue tied fusiona más que decentemente su estilo más frágil y el más contundente (para lo que ella es, se entiende); y Make it up es un caramelito no demasiado trascendente, pero muy apetitoso, que perfectamente podría ser interpretado por HAIM. Y no hay que olvidarse de Kidz ‘n’ stuff, que aunque como balada no llega al nivel de 2Shy, también estamos ante toda una delicia enlazada con maestría con Indecision.

La inglesa de origen ruso deja claro que no solo se le da bien el pop (aunque sin duda sea con lo que más disfrutemos), y puede tocar otros géneros e incluso metamorfosear lo que pensábamos que ya era su estilo personal sin traicionar lo que representa: el mejor pop contemporáneo. Es verdad que no se ha olvidado de ningún single previo y el efecto novedad de desvanezca, pero las nuevas canciones, salvo alguna excepción, pueden hacer frente a las ya conocidas. Y es que no resulta extraño que en ciertos debuts los temas antiguos se coman con patatas a los nuevos (¿verdad Banks?) y se genere un desequilibrio más que evidente. Otra razón más para nombrar a Shura como la salvadora del pop independiente de 2016.

Puntuación: 8

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