Especial reseñas: guitarras veraniegas (I)
Para algunos durante este verano de 2016 no hay vida después del tropical house y derivados. No todo tiene que ser baile desenfrenado y perreo al cubo, y un buen disco de indie pop-rock puede suponer la mejor banda sonora para aquellos momentos donde el baile no es lo primordial (aunque aquí puedas encontrar canciones movidas también). ¡Así que poneos las gafas de sol y a disfrutad!
Ra Ra Riot – Need Your Light
La banda de Nueva York nunca quiso cambiarte la vida, solo hacértela un poquito más feliz. Y es que saben inyectar un chute de buenrollismo en la mayoría de sus temas, pero, a diferencia de sus amigos de Vampire Weekend (Rostam participa en el disco, por cierto), lo trascendente no es su fuerte y ambas cualidades no suelen ir de la mano. No importa cuando en su su nuevo disco encontramos canciones tan bellas como Water o tan «carpe diem» como Absolutely, con esa guitarra del comienzo tan The Smiths.
La reminiscencias de su banda amiga se cuelan en Foreign lovers, tanto en temática como en la instrumentación de las estrofas o el tono de voz de Wes Miles. En realidad siempre se ha parecido al de Ezra Koenig, pero quizás a veces lo exagere, como en I need your light, con Rostam de nuevo a los mandos de la producción. Una producción, por cierto, muy elaborada, más orgánica que en el anterior largo, que arropa a temas medianos pero entretenidos como Call me out o Bad times, pero también a temazos como Bouncy castle. Quizás después del verano no vuelvas a escuchar este álbum nunca más, como los efímeros amores estivales. Pero, ¿y lo bien que sientan?
Puntuación: 7,2
School ’94 – Bound
Tras un primer single tan luminoso y tan himno veraniego como Common sense, y a pesar de que sea la estrella de su nuevo EP y el tema que más se asocie a estos calurosos días, la banda sueca tiene mucho más que ofrecer. Ahí está el tema homónimo, que tiene un tufillo de femina rockera ochentera en plan Alannah Miles que de primeras tira un poco para atrás, pero en realidad goza de matices mucho más, digamos, sutiles, lejos del AOR.
With this happiness es la hermana menos agraciada del single, pero tampoco desentona, mientras que Outside muestra su lado más rugoso en lo que se refiere a sonido. We turned out to be lovers podría ser la balada emocional ideal para bailar bien agarrado con tu objeto de deseo (antes de que el verano acabe y jamás os volváis a ver). No hay duda de que les falta rodaje, pero nacieron casi ayer y no van mal desencaminados. Y al menos rompen con el tópico popero de su país.
Puntuación: 6,5
Golden Daze – Golden Daze
Su nombre resume su esencia: aturdimiento dorado. Porque su shoegaze de corte lo-fi se aventura en parajes donde nuestros sentidos se pierden y confunden entre guitarras expansivas, pero todo nos parece maravilloso y excitante. Vamos, como estar hasta arriba de setas, pero en plan bien. Sin embargo también hay hueco para el pop, porque las melodías tienen un importante peso, a veces recordando a clásicos de los sesenta como Beach Boys, por ejemplo en Never comin’ back. Y es que asociar el dream pop y el concepto «pegadizo» no suele ser lo más normal, pero este tema, Foreigner o Sleepin’ in the sun son de los que no dejas de tararear.
Aunque hits elevados y emocionales como Low y Wildcard dejan más huella en nuestro corazoncito que en nuestra cabeza (que es la que tararea incesantemente). Y todavía más etéreos son el interludio Attic y el bello cierre Still time, el corte que mejor plasma el psicodélico y saturado desierto de la (magnífica) portada. Así que estamos ante un compendio de grandes canciones donde no sobra ni falta nada. Bueno, sí, quizás falte algo: una pizca de personalidad. Pero la materia prima vaya que sí la tienen.
Puntuación: 8
Twin River – Passing Shade
Desde Canadá llega el segundo disco de estas dos chicas y tres chicos liderados por Courtney Ewan y Andy Bishop después de un debut que pasó ciertamente desapercibido. Tras aquella primera toma de contacto, cada uno se fue a vivir a una ciudad distinta, pero mantuvieron la banda viva, más si cabe, ya que este nuevo largo se presenta como mucho más seguro de sí mismo y centrado. Y eso que en sus 37 minutos podemos encontrar desde indie rock a garage pasando por folk e incluso shoegaze. A veces la distancia puede resultar el mejor catalizador.
Debido a los estilos mencionados y a la voz de Ewan muchos les pueden asociar por momentos a Beast Coast, y no andan desencaminados, aunque Bethany Consetino no es que haya inventado la rueda, porque Jenny Lewis o Neko Case también pueden venirte a la cabeza. Hesperus es una buena introducción para, posiblemente, el tema más brillante del disco, que nada tiene que envidiar a los mejores Diiv: Antony (aunque Settle down, también muy shoegaze, no se queda muy lejos). Más playera suena Knife en su estrofa y descaradamente rockera en su potente estribillo, que enlaza perfectamente con la todavía más rockera Baby, muy de Pogo, aunque pierda gas en un estribillo algo raquítico. Los BPMs se relajan en Know to run y I don’t wanna be alone, que deslumbran por su fusión de sonidos pop sesenteros y atmósferas oníricas (eso sí, la voz de Ewan nunca se pierde entre guitarras). Por ello, salvo algún lapsus ligeramente deslucido, la banda se ha ganado el cielo.
Puntuación: 7,5
Amber Arcades – Fading Lines
El haz de luz de la portada y el pelo al viento es la mejor carta de presentación del sonido del disco: indie pop luminoso y fresco para pasar las tardes veraniegas junto a tus amigos o conducir con las ventanillas bajadas hasta donde se ponga el sol. Y por supuesto al escuchar su música es fácil imaginar cualquier paraje que la imaginería yanqui nos lleva vendiendo décadas de su país; por ello sorprende que haya nacido y siga viviendo en Holanda, aunque hay presencia estadounidense en el álbum con Kevin Morby o el batería de Real Estate Jackson Pollis, banda con la que guarda bastante similitudes sonoras.
Sin embargo su talento va más allá del simple acompañamiento musical para tu próximo road trip, y, como la mentada banda, puede erigirse como uno de tus discos favoritos de 2016. Es ligero, sí, pero no intrascendente, o al menos no lo suficiente para usar y tirar (se agradece cierto aire liviano), gracias a temas como Apophenia, el que da nombre al disco, Constant dream o This time.
Puntuación: 8