Crystal Castles – Amnesty (I)
La marcha de un miembro de una banda, especialmente si se trata de su voz o una de sus voces, siempre acarrea cierto drama especialmente de cara al público, que a veces no acepta un cambio en su alma máter (aunque no siempre interfiera en el proceso de composición). La pregunta es si realmente voz e interpretación va tan íntimamente ligada a la esencia del proyecto que sin ellas casi mejor que desaparezca. Evidentemente no, pero hay casos que debieron pasar a mejor vida. Por suerte Crystal Castles no es uno de ellos. Y es que, aunque Amnesty (I) se trate de su disco menos inspirado, no transmite esa desagradable sensación de decadencia.
Femen (¿titulado así para compensar las acusaciones de Ethan acerca del limitado papel de Alice en el dúo o ironía hacia las actitudes supuestamente feminazis?) es una de las mejores aperturas de álbum que escucharás durante este 2016. El miedo a que solo se trate de un espejismo y el fantasma de la decadencia haga acto de presencia se va difuminando conforme se suceden la mayoría de los diez cortes restantes. Y aunque la feista Fleece vuelva a jugar con lo etéreo y lo excesivo una vez más y la receta acabe repitiendo, el cristalino synth pop de Char engancha a la primera y la rave que se monta en Enth es todo un fiestongo que podría formar parte de una remozada banda sonora de Mortal Kombat.
Sadist recurre de nuevo al binomio feo/bonito, pero con mejor tino que Fleece, a pesar de ese drástico y algo cutre corte al final de la canción. Tras un interludio abrasador (Teach her how to hunt), el dúo se embarca en un intrigante r’n’b de otra dimensión en Chloroform. De nuevo la pista se tiñe de negro en Frail, que no lograría engrosar en el top de sus mejores temas bailables, pero cumple su cometido, especialmente para introducir Concrete, que perfectamente podría haber formado parte de los club bangers de su segundo disco. Después los BPMs se calman en Ornament, que paradójicamente es la canción más larga pero a la única la que le sobran minutos. Por suerte Kept remonta el vuelo a lo grande con bien de base e interesantes juegos vocales. Y el cierre, Their kindness is a charade, deja un sugerente sabor de boca, como aquellos sabores que reconoces, te encantan, asocias a un determinado momento de tu vida que no sabes situar exactamente.
El resultado, aunque no aporte demasiado a su fórmula y sea un poco refrito de (II) y (III), es intachable, y a Alice Glass es probable que le joda, porque según ella era parte fundamental del proceso de elaboración de los discos, más allá de la voz, papel que, por cierto, Edith lleva a buen puerto (básicamente el mismo puerto, vamos). Ethan y Edith pueden sentirse orgullosos, la esencia es la misma, pero puede que demasiado. Quizás Alice, sin ser una pieza fundamental para obtener buenos resultados, sí que aportaba la chispa necesaria para salir, aunque fuera de refilón, de su zona de confort. Puede que cuando Edith se asiente del todo el paso siguiente resulte más transgresor y contundente.
Puntuación: 7,5