Britney Spears – Glory
A pesar de que las listas no la adoren como antaño, Britney Spears mantiene su estatus de personaje pop imprescindible, y cualquier movimiento discográfico tuyo merece la pena seguirlo, a pesar de que algunos aspectos que giran alrededor de los mismos van más allá de los estrictamente musical. El simbolismo de su figura como reflejo de la cultura de masas está fuera de toda duda, que se plasma en unas canciones que reflejan el estado del pop de cada momento, incluso dándole sepultura (como Britney Jean con el EDM). Britney nunca ha sido Madonna, y jamás ha creado tendencia, pero ella y su equipo (sobre todo su equipo) sabe reunir en un mismo disco diversas tendencias que después empotran con más o menos tino en 40 0 50 minutos.
En Glory a veces resultan demasiado evidentes, como en Slumber party, demasiado deudor del rollito reggae estilo Drake tan en boga, Love me down y el dancehall entre los Works de este año (los de Rihanna y Fifth Harmony), o ese Better que fusila sin ningún tipo de remordimiento a Lean on y demás sucedáneos tropicales, aunque por suerte este último se queda en la sección de bonus tracks. Pero como sus fans ya sabrán, muchas veces también ha dejado como bonus temazos de tomo y lomo, y en este caso se lleva la palma la estridente If I’m dancing, tan Blackout. Liar como contundente pop de su primera época y el latineo hortera de Change your mind (no seas cortes) tienen también su aquel. Hasta Coupure électrique intriga, por su producción moderna y oscura y por poder escuchar a Britney cantar una canción entera en otro idioma (francés), pero se queda a medio gas.
Pero al fin y al cabo lo que interesa es el magro del disco, y ahí encontramos temas que podrían reflejar el zeitgeist de nuestro tiempo. Los delicados medios tiempos r’n’b con los que abre, Invitation y Make me… son una delicia que pocos hubieran esperado de ella, donde por cierto ya muestra nuevos registros que sorprenden. Aunque claro, luego escuchas el de la sesentera Private show y prefieres volver a su nasal «oh, baby, baby» (del corte más doo-wap, mucho mejor What you need, con una interpretación desbocada). En realidad se trata de un comienzo un tanto desconcertante, y Man on the moon, a pesar de su pop algo más de sus inicios, todavía nos muestra una Britney renovada. Just luv me tampoco es que se pueda bailar, pero su sensualidad, en la línea del primer single, también conquista.
Todavía no me queda claro si Clumsy es un horror o un caramelito por esa mezcla de EDM y góspel. Con Do you wanna come over me sucede tres cuartos de lo mismo, especialmente en los desquiciantes coros masculinos, pero, eso sí, vuelve la Britney de hace 10 años. Y lo mejor: ambos números no dejan indiferentes. Sentimiento que se extiende a la mayoría del disco, al contrario que Britney Jean. Pero no todo es un exceso, y se agradece canciones más agradables (aunque quizás algo más caducas) como Just luv me. Al final todos podemos salir satisfechos de su escucha, porque hay un poco de todas las Britneys y de todo lo que se cuece en el panorama pop, y por suerte ella muestra mucha más personalidad en este disco, por lo que no genera una imagen de collage sin ton ni son y la desesperación de otras por cuajar en el mercado actual.
Puntuación: 7