Minor Victories en el Teatro Barceló, Madrid

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Minor Victories llegaban a Madrid como un pequeño secreto guardado tras ese nombre, a la vez, tan grandioso. Las pequeñas victorias de la banda se concentraban en la unión de dos grandes fuerzas, las de Mogwai y Slowdive, dos de los principales nombres de los noventa. La afluencia, sorprendentemente, no fue masiva -Primavera Sound, ¡lo sentimos!-, así que nos conformamos con los que teníamos que estar, una pequeña masa nostálgica del shoegaze y del post-rock. Y así, recuperando de las cenizas ambos estilos, Minor Victories se han alzado con una pequeña, discreta, pero gran victoria.

Afortunadamente el directo comenzó a su hora programada, algo nada típico en nuestro país. Ligeramente sosos y tímidos se subieron al escenario ante los aplausos de los asistentes al reconocer a un Stuart Braithwaite de Mogwai y sobre todo a Rachel Goswell de Slowdive y Mojave 3, que fueron al grano con el primer tema: Give up the ghost, la más oscura del disco y perfecta para empezar con su medio tiempo, pero donde ya pudimos darnos cuenta de que los bajos, tanto del bombo como del bajo, nos iban a dejar los oídos hecho papilla. Tras el calentamiento inicial, la tranquilidad de saber que vas a escuchar todos los temas que tienen no tiene precio, y así esperábamos sin demasiada prisa nuestras canciones favoritas del álbum.

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Para los fans de Mogwai, la parte más post-rock se vio protagonizada por las grandes The thief, folk arp, dulcificada por la voz de Rachel y envenenada por las guitarras eléctricas y la gran Higher hopes, con esa explosión final que te elevaba al techo de artesonado de los años 30; con unas guitarras y un sonido que, eso sí, a veces sepultaba la voz de ésta. Sin duda, el equilibrio perfecto se encuentra en las melodías más pop y planeadoras del repertorio con las grandes Cogs, A hundred ropes y Scattered ashes (a song for Richard), más enfocadas al público shoegazer y donde la intensidad se mezcla con la fragilidad de las grandes melodías poperas, violines y la voz siempre presente de Rachel y, en esta ocasión, en Scattered ashes, también la de James Graham de The Twilight Sad. Los tres temas, cómo no, sonaros épicos y enloquecieron a más de uno en la sala.

Parece que Rachel se iba soltando, y abrumada por tantas muestras de cariño y gritos aquí y allá, (pocos iban para los miembros de Editors), decidió dedicarnos unas palabras, agradecernos nuestra presencia y hasta posar para un fan de la primera fila, mientras ésta aprovechaba para beber un poco de agua. El concierto ya llegaba a su fin, una hora, teniendo en cuenta que solo tienen un disco y sin concesiones a sus respectivas bandas matriz. Y así con Out to sea, lenta y en crescendo, supuso el final de fiesta una apoteosis en todo lo alto, al dejar durante unos largos minutos el sonido en distorsión y con un volumen bastante respetable, cómo no podía ser de otra manera, los reyes de la guitarra eléctrica dejaron su impronta en clavado nuestros tímpanos y se despidieron.

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