Crónica de Madrid Live! 2016
Las dos primeras ediciones de Madrid Live! optaron por carteles que miraban más hacia el rock y sus diferentes vertientes, mientras que este año el giro ha sido de 180º y la organización ha optado por la electrónica. Un cambio que se desconoce si será permanente, pero que posiblemente se tradujo en un público ciertamente distinto respecto a otros años. Eso sí, debido a las más de dos décadas de andadura del cabeza de cartel y el mantenimiento casi inalterable de su estatus, se dieron cita desde veinteañeros a cuarentones en un Bayclaycard Center bastante concurrido, pero sin llenazo.
Sin embargo antes había tela que cortar, de primeras con un Erol Alkan al que la temprana hora adolecía hasta cierto punto, ya que quizás los ánimos del personal no se traducían todavía en fiesta y jarana. Por otro lado su house elegante era ideal para ir calentando el ambiente (no era plan tampoco de comenzar muy chunda-chunda el asunto), mientras la gente se pimplaba un mini de cerveza, que como es tradición, te lo cobran a precio de tinta de impresora.
2manydjs sí que es claramente una propuesta de cinco de la mañana cuando el jamón york es un cuatro jotas, y generalmente son programados por los festivales a esa hora, pero la rígida normativa de la capital impedía que el show durase mucho más de las doce. Sin embargo, yo que les he visto en ese lamentable estado a esas horas, disfruté mucho más que en aquellas últimas veces que les bailé.
Su apuesta por la zapatilla sigue vigente, pero son lo suficientemente inteligentes para no machacarte la cabeza más de lo necesario. Además se saben adaptar al público español con fogonazos «lolailos» o reivindicando el nunca lo suficientemente reivindicado Chimo Bayo. Clásicos básicos de la pista como Blue Monday o Pump up the jam de Technotronic y hits indies más contemporáneos en la onda de I can change de LCD Soundsystem o Let it happen de Tame Impala hiperremezclados y que duran un abrir y cerrar de ojos, lo que siempre genera cierta frustración, pero también (casi) siempre consiguen que el brusco corte haya merecido la pena.
Ahora sí que estaba caldeado el ambiente, también literalmente, por lo que The Chemical Brothers no se retrasaron un ápice y su espectáculo de casi dos horas satisfizo a la mayoría. A pesar de abrir fuego con Tomorrow never knows de los Beatles, el verdadero comienzo fue posiblemente su mayor clásico, Hey boy hey girl. Lo que para otros sería un suicidio, ellos hicieron más que bien quitándoselo de encima. Porque para eso tienen muchos más hits, pero sobre todo canciones mucho mejores (sin desmerecer su himno).
No se olvidaron de su último disco, donde sobresalió Go, pero destacó la manera de reivindicar el anterior, a pesar de no contener canciones tan digeribles. Y es que Escape Velocity y Swoon sonaron a gloria, a pesar de no resultan tan «bakalas» como muchos podían esperar. Y es que para eso ya estaban la fusión entre Out of control y Setting sun en un registro más machacón o de Get your self high y Do it again. Sobresalió el genial empotramiento de Starguitar y Temptation de New Order, posiblemente el highlight del set. Y para los que echasen de menos su faceta más breakbeat, no faltaron Galvanize y Block rockin beats.
La puesta en escena fue lo suficientemente efectiva, aunque a veces con trucos muy vistos como los láseres verdes o proyecciones de hombrecillos que casi se calcaban unas de otras. Eso sí, no faltaron los enormes robots promocionales que añadieron un plus de espectacularidad a un final que extendieron con un bis tras el que todos nos quedamos con ganas de parranda. Y es que te sientes como cuando te echaban a hora casi infantil de la discoteca de menores.
fotos: Sergi Ramos