Moderat en La Riviera, Madrid

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Aunque he de reconocer que siempre me he declarado fan fatal de Apparat y que ansío el regreso del proyecto de Sascha Ring, Moderat mitiga parte de esa morriña y además aporta una variante más bailable a la fórmula, la que aporta Modeselektor, claro. Por ello asistir a la cita del trío alemán se antojaba imprescindible, y no solo para mí, sino para las cientos de personas que agotaron las entradas.

La cola para entrar era de órdago y parecía que, como sucede en otras ocasiones, el concierto se retrasaría hasta que la marabunta pudiese entrar en tu totalidad. Finalmente parece que sí que dio tiempo y con puntualidad alemana entraron en escena. Eso sí, antes había aparecido una advertencia sobre el uso del flash, ya que advertían que se trataba de un show oscuro; y por suerte en general el público se portó bien.

Ghostmother dio el pistoletazo de salida, una de las mejores canciones de su casi sobrealiente III, que en mi caso aprecié con fruición; sin embargo se palpaba en el ambiente que buena parte del personal ansiaba un poco de zapatilla. Con New error obtuvieron la ovación esperada, un tema de corte matemático que correspondía con la estética de la primera mitad del show, basada en puntos, símbolos o formas geométricas, además de muy parca en colores, pero ciertamente efectiva (mejor, por cierto, que la de The Chemical Brothers el viernes). Running también aportó un baile elegante que se frenó con Eating hooks, ambas de su último disco, que obtuvo un inusitado protagonismo, con 6 canciones de 9 (10 si contamos con su bonus track, Fondle, que en realidad es sublime).

De entre todas las nuevas canciones Reminder sobresalió incluso frente a clásicos de la banda y se notaba que era la favorita de esta última época por parte del público, con una estética rojiza que simulaba el fuego al que apela el estribillo y un tramo exclusivo del directo que entrelazaba techno y breakbeat. Entre las nuevas incorporaciones intercalaron Rusty nails y se agradeció la inclusión de Last time, un single de hace un par de años que pasó algo desapercibido.

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A continuación siguieron con el combo techno de Les grandes Marches y sobre todo No. 22, esta última con proyecciones del planeta Tierra a modo de collage tridimensional ochentero (su concesión visual más colorida de la noche), donde la Riviera casi se viene abajo.

Después llegó el consabido bis, bastante extenso, que comenzó con Milk y siguió con el éxtasis de Bad kingdom, uno de los pocos estribillos que se berrearon durante la velada y que además gozó de una agradecida una estética cómic similar a la de sus portadas y con cierto contenido político (durante la última mitad la puesta en escena resultó menos matemática y algo más orgánica, como en este caso). Quizás debió terminar aquí el concierto, porque le siguió The fool y fue un poco de bajón, aunque el electro-tribalismo de Intruder remontó y terminaron en la cima.

El sonido además resultó magnífico; para que luego digan de La Riviera: el problema no es la sala, sino los técnicos. Y es que con un directo como el suyo, donde los bajos y bases son realmente potentes, se corre el riesgo que eclipsen al resto de elementos y destrocen las experiencia (todavía resuenan en mi cabeza los bajos del inframundo del concierto de M.I.A. en 2010). Hasta la voz de Sascha resultaba casi cristalina, que, por cierto parece que ha mejorado tanto como intérprete como de maestro de ceremonias (Sebastian y Gernot no dicen ni mu).

Así, el trío, tras una trilogía de discos del notable para arriba, goza del favor de crítica y público, pero en directo es donde realmente afianzan su trono en la electrónica contemporánea, que no reniega ni del baile ni de la emoción y donde, dentro lo que permite su estilo, se presenta lo menos enlatado posible.

1ª foto: Jorge Alonso «Chochi»

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