The Weeknd – Starboy
Su trilogía de mixtapes encumbró a Abel Tesfaye a los altares de la crítica y su segundo disco, Kissland, algo menospreciado por la misma (pero adorado por nosotros), sirvió de trampolín para que poco tiempo más tarde se zampase las listas americanas y unas cuantas más. Sin embargo, durante esta última época cuando publicó Beauty Behind Madness, The Weeknd vendió su alma al diablo. Los ambientes opresivos de sus comienzos se disolvieron salvo excepciones como The hills, y muermazos del calibre de Earned it no ayudaban a un disco entretenido por momentos pero bastante intrascendente. Vamos, que se había vendido con todas las de la ley.
Con este Starboy nadie esperaba a que regresará al guarreo turbio de su pasado, y de nuevo ha abrazado la comercialidad, pero esta vez no resulta tan forzada, define todavía más su propuesta y se afianza el carácter sofisticado de su obra. Tener a Daft Punk como aliados ayuda, porque el primer single que da nombre al disco, a pesar de cierto carácter lineal, representa el pop del futuro que no se olvida de mirar al pasado. Este tema abre una sección inicial no deja títere con cabeza y donde confirma su concesión al baile: le sigue el synth «carpenteriano» de Party monster, la enardecedora False alarm y su alma de machorro, el garage-house y (posible) futuro hit Rockin y la nu-disco con aires vaporwave Secrets. Entre medias, eso sí, está una formularía Reminder, que corta un poco el rollo, y en la que por otra parte resulta irónico que cante «It just seems like niggas trying to sound like my old shit».
Entonces aparece True colors, nada que ver con el clásico de la Lauper, y su ñoñería no cuaja (para eso casi mejor la ñoñería hortera de Angel). Por suerte el interludio con Lana del Rey sí que funciona, tanto que se echa de menos que no dure un par de minutos más. Sidewalks quizás le torne en un Tasfaye demasiado callejero (yo siempre me lo imagino en una mansión acristalada de Mulholland Dr.), aunque en realidad habla de sus días mozos por las calles y su «feeling» con Kendrick Lamar funciona a las mil maravillas. Con Six feet under mira a su pasado, más trap, eso sí, pero el resultado no es tan redondo como antaño; mientras que la canción que le sigue, Love to lay, no pasa del calificativo de maja.
Michael Jackson sigue planeando en todo el álbum, por supuesto, pero en A lonely night directamente se estampa, y claro, no hay color (le plagia todavía más que en Can’t feel my face). Pero insufla suficiente energía como para darlo todo sobre la pista de baile. La pegadiza Attention, con el acertado minimalismo de Cashmere Cat, sube el listón, pero Ordinary life no pasa de, eso, ordinaria. Nothing without you da mucho más de sí con las escuchas (y el título de primeras da perezón) y Future, y aquí pierdo la poca objetividad que me quedaba, me resulta aberrante a la hora de interpretar, incluso asumiendo el amor entre el trap y el autotune. La cosa es que sin él la canción no deslumbra, pero tampoco sobra (con 18 cortes, más de uno y de dos deberían haberse quedado como bonus track).
Die for you recuerda a Earned it en su bajo, pero le da mil y una vueltas, y además se trata de una de sus mejores interpretaciones. Y hablando de interpretación, y volviendo a la primera sección, Secrets, Tesfaye le da un vuelco a su conocido registro hacia un ton más masculino y todavía más sensual (aunque en el puente final le salga un ramalazo a musical de Broadway). Para terminar está I feel it coming, de nuevo con el dúo francés, que aunque aporte bien poco tanto a su carrera como al legado de Jacko, es todo un caramelito con la que apetece pedirse un cóctel o dos.
Un disco que a veces se pierde y aun así siempre sabe encontrarse, y sin embargo, volviendo a la letra de Reminder, plantea un interrogante: ¿quizás debería volver a sus primeros tiempos, como su «competencia»? Pues cuando se ha acercado a ella no le ha llegado a la suela, por lo que quién todavía mantenga la esperanza, que desista y se aleje de él por siempre. Y viendo los resultados, casi mejor que se quede en el presente. Es verdad, resulta más genérico, pero mantiene su firma, y eso ya es bastante para recapacitar y quizás no abrazar esta nueva etapa, pero sí darle una oportunidad. Porque está haciendo algo por el que debemos aplaudir: dignificar el mainstream con un producto que da mil vueltas a sus competidores en listas. Y por suerte la gente esta respondiendo.
Puntuación: 7,5