Vitalic – Voyager

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Cuando alguien escucha el nombre de Vitalic, irremediablemente viene a la cabeza una época en la que todos nos los pasábamos divinamente con un estilo de música: el electroclash. Vitalic llegó algo tarde pero la mezcla de electro y actitud macarra la acogió para sí y supo crear auténticos hits para bailar por dentro y por fuera. La actitud rave siempre estaba presente en sus producciones, pero no hacía falta ir a mitad del campo para ello; bastaba con asistir a cualquiera de los festivales españoles de verano –que a veces no distan mucho de una rave- para asegurarte la fiesta.

Ok Cowboy fue un disco memorable en este sentido y que se recuerda con cariño y con alguna otra sustancia química del buenrollismo. No Fun, My Friend Dario y antes el EP Poney pusieron a Vitalic en un punto de mira casi de culto. Dos discos más han pasado por su estudio, y aunque el espíritu electro-macarra, las voces enlatadas y el electroclash tardío hacía acto de presencia, la sombra de sus primeras producciones era demasiado alargada. En este 2017, Pascal nos sorprende con otro larga duración, ¿disco del suicidio musical?, ¿Qué hace un productor de un estilo de hace más de 10 años volviéndolo a intentar? Pues reivindicarse a sí mismo. Por suerte, el resultado, en términos generales, es de lo mejor que ha sacado desde su primera obra. Esta vez deja la rave aparcada y prefiere trazar una línea musical diferente, pero siempre emocional, la del viaje estelar, más que el terrenal.

Los beats se relajan en alguna ocasión como en Hans in driving junto a Miss Kittin (para algunos, reina del género), Sweet cigarrete (esta sí más electroclash) o Eternity, un tema que habla del viaje de un perro hacia el más allá. Pero no nos confundamos, Vitalic no ha sacado un disco de tempo lento, sino que el baile predomina casi todos los cortes, pero desde un punto de vista menos macarra, con vocales más suaves y un punto cosmic-disco y new wave. El punto ya lo tiene cogido y tan solo era darle forma a otra perspectiva más fresca, aunque, a decir verdad, no más nueva. Waiting for the stars suena a él a la perfección y las vocales de David Shaw lo eleva a la categoría de temazo, si me permitís la expresión, al igual que en Use it or lose it.

La formula es sencilla pero efectiva cuando se trata de hacer bailar al personal, como en Levitation, Lightspeed o Nozomi, y es que esos sintes y ese punto techno es marca de la casa, y aunque suena algo más zaaptilla, la producción resulta demasiado elegante para resultar sucio y agresivo. Poco podemos decir técnicamente de un disco que lleva un componente emocional a sus espaldas y, eso, es difícil de puntuar. Aún así:

Puntuación: 8

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