Especial reseñas: 5 discos que no debes obviar (febrero 2017)

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Teen Daze – Themes for Dying Earth

Algunos dicen que el chillwave está muerto. Bueno, una cosa es que se se convirtiese en un género odiado y otra que realmente lo enterrasen, porque el proyecto de Jamison Isaak siempre ha tirado de él, aunque ha sabido mezclarlo con buen ojo con otros géneros coetáneos. Cycle, que abre el disco, es una perfecta y preciosa muestra de ello, a la que le sigue la ambient Dream city. En general el tono del disco sigue esta línea y resulta ciertamente bonito, a pesar de su título, porque en el fondo sí que denuncia la degeneración del medio ambiente, pero en ningún momento desde un prisma de gritos y protestas (que también es, por supuesto, válido).

Respecto a su anterior disco, la electrónica gana terreno frente a las guitarras, acercándole a compañeros de género como Washed Out, y su voz queda en un segundo plano en temas instrumentales o en los que cede el micro a otros artistas, como S. Carey en la maravillosa First rain, con pizcas de su banda madre (Bon Iver). Quizás, como la mayoría de discos chillwave y derivados no perdure en la memoria de muchos, pero a los amantes del género les parecerá una de las obras cumbre de 2017.

Puntuación: 8

Dirty Projectors – Dirty Projectors

David Longstreth nunca se ha conformado con repetir la jugada y cada disco tiene un halo singular sin perder el espíritu del proyecto. Ahora que está solo él al frente del mismo se dedica a jugar con los sonidos y registros sin cortarse un pelo. El primer single, Keep your name, que empezaba como un típico tema de James Blake, derivaba a una rareza como medio rapeada, medio spoken, por David Byrne para volver de nuevo al piano y a la voz megatuneada. Corta, pega, viene, va, mete, quita, retuerce, suelta; hasta se podría decir que el vídeo de Cool your heart representa visualmente su carácter inquieto. Tema que, por cierto, es el nuevo himno indie del verano, y donde guiña sin remilgos a Vampire Weekend.

Y aunque a veces las travesuras le salen la mar de bien, como el hip-hop raruno de Death spiral, que riéte tú de las idas de olla de Kanye, o el tropicalismo que se podría emparentar con unos Animal Collective más minimalistas de Up in Hudson, en otros momentos no arriesga tanto (no vale solo con un meter un par de arreglos curiosos), ni se muestra tan exuberante. Aun así es un disco de cocción lenta, por lo que no hay que descartar que en un futuro termine entre los mejores discos del año (cosas más raras se han visto). Lo que no cabe duda es de su gran validez artística.

Puntuación: 7,2

Porcelain Raft – Microclimate

Tras un segundo disco un tanto irregular, había ciertas esperanzas puestas en lo nuevo del italiano tras Distant shore, un primer single tan evocador (de nuevo sale a relucir el chillwave). Big Sur, segundo adelanto, se presentaba como un número folk rock que, en el estilo de The air that I breathe de The Hollies, emocionaba profundamente. Quizás sus viajes durante los últimos tiempos a destinos donde la naturaleza juega un papel fundamental (la mayoría de las letras aluden a ella) le haya ayudado a expandir su concepción musical, que a veces el propio entorno del día a día puede limitar, hasta plasmar las sensaciones que ese tipo de experiencias llegan a provocar.

La primera mitad del álbum, que incluye los singles y las también enormes The Earth before us, Rolling over, Kookaburra y Rising es casi de síndrome de Stendhal. Después se va de madre por momentos, con referencias un tanto extrañas, como su interpretación al estilo Bono en modo estridente de Accelerating curve, el ligero toque a Muse en la melodía de Inside the white whale o como The greatest view suena a balada noventera de Duran Duran; y aun así sigue habiendo momentos de belleza y buen hacer.

Puntuación: 7,5

Kingdom – Tears in the Club

A pesar del título, el debut en largo de Ezra Rubin se centra en lo que últimamente se ha llamado sonido post-club, es decir, lo que bailas después de darlo todo sobre la pista. Ritmos más relajados  en BPMs pero igual o más contundentes en sus bases, donde la melancolía juega un importante papel. Vamos, el momento cuando ves a tu ex liándose con otro/a y sales escopetado/a de la disco, pero aún te quedas con ganas de bailoteo. Y quizás de mambo, porque la sensualidad es un elemento esencial en su sonido; o quizás más bien sexualidad, en plan cañera: cuando follas con cualquiera por despecho.

Ayudado por SZA y Syd en un tres temas de carácter más r’n’b, en realidad la mayoría de temas deambulan a través del future garage instrumental, envuelto en atmósferas opresivas, casi asfixiantes, salvo en cortes como Nurtureworld. Se trata de un trabajo espeso pero que pone de relieve un sonido que aunque de primeras no resulte demasiado comercial, puede marcar el futuro trabajo de nombres de la industria más populares, a pesar de que él se quede en la sombra.

Puntuación: 7,5

Pshycotic Beats – The Black Sea

Desde Dormihcum Andrés Costureras ha dejado claro que la teatralidad pop es lo suyo, y este último esfuerzo discográfico la reafirma todavía más, de manera más variada, gracias a una gama más amplia de registros vocales, pero todos perfectamente reconocibles (¿por qué evitó cantar en su debut?). Y es que tras la intro hablada con pasaje del Apocalipsis incluido, la primera canción es, paradójicamente, The end, donde su voz, sustentada sobre una sutil orquestación, se erige como la auténtica protagonista de un ficticio musical. La sentida Surrender juega en una liga similar, aunque presenta una interpretación comedida, mientras que en Where the night is going, más sintética, su voz se eleva hasta el infinito.

Tampoco pierde fuelle como gran intérprete en su faceta dance en clave synth, como en la descarada From disco section to house foundation, en Knives, que podía ser un hit de Visage, y en Planet Nine, el himno del disco, y en donde su aura teatral y actitud pop mejor se equilibran. Un gran álbum que deja patente que Costureras es un espécimen especial y raro (en el mejor de los sentidos) del panorama musical nacional. Por suerte cada vez más gente se está dando cuenta (¡el single está a punto de rebasar las 100 mil escuchas en Spotify en un mes!).

Puntuación: 7,8

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