Goldfrapp – Silver Eye
Anymore fue la señal de que, como era esperar, tocaba disco petardo de Goldfrapp. Recuperando el sonido entre electro-clash/pop y glam de su segundo y tercer largo, además de una letra carpe diem total, el tema, sin llegar a la altura de los clásicos de hace más de una década, se acababa convirtiendo en todo un «grower». Después llegaron un par de adelantos más: Ocean, por la que mataría los Depeche Mode contemporáneos, pero en clave más ambiental; y Moon in your mouth, una balada elegante y etérea. Es verdad que los discos más hedonistas del dúo siempre han contando con canciones más intimistas que se alejaban de la pista, pero, aunque uno fuese el adelanto oficial, eran dos contra una. Entonces, ¿en qué quedamos? Pues posiblemente en el álbum más ambiguo de Allison y Will.
Estos dos temas cierran el álbum, pero Anymore lo abre, por lo que el álbum se desarrolla a través de cierta progresión. Empieza con el ego subido en el single, y continúa, más Black Cherry, en Systemagic, con una llamamiento a quemar lo que haga falta a modo de celebración. Quizás se trata de un fiesta simbólica ubicada en algún paraje inhóspito, ya que la naturaleza juega un importante papel en las letras del disco, además de en la estética, como es evidente. Después continúa por una línea lírica similar, todavía más abstracta y esotérica quizás, en Tigerman, pero haciendo gala de una producción envolvente y con sintes muy Vangelis. Todavía más crípticos resultan en Become the one, que es gracias a esta entrevista en Popjustice por la que podemos saber que habla sobre la transexualidad. Y a pesar de que, como casi siempre, sonoramente resulte excelente, se trata de una de las canciones más vagas a nivel melódico del disco.
Ese quizás sea uno de los grandes problemas, que no contiene melodías tan brillantes como en épocas pasadas, y quizás tenga que ver con que a Allison le ha cambiado la voz y no puede llegar a notas demasiado altas (dicho por ella misma), lo que no ayuda a aportar mayor variedad y registros. La por otra parte preciosa Faux suede drifter es un buen ejemplo de lo tratada que ha sido su voz, aunque por suerte tampoco es algo que esconda e incluso explota sin remilgo alguno. Zodiac black mantiene el patrón sin tanto experimento vocal y de nuevo plantea afirmaciones metáfisicas ligadas con la naturaleza («el hogar está en el agua»), al igual que Beast that never was, posiblemente uno de los cortes más transgresores en lo que a sonido de refiere y donde más se nota la mano de The Haxan Cloak, que ha hecho las veces de co-productor.
Se rompe el halo elevado, o al menos ligeramente, especialmente en la estrofa, en Everything is never enough, porque el estribillo vuela entre las estrellas que menciona (o se las come, como literalmente canta). Y después le siguen Ocean y Moon in your mouth, por lo que me pregunto: ¿al final se trata del disco atmosférico de Goldfrapp que hace un par de semanas pedía? Oye, pues casi. Sin embargo ese es un tema personal, lo que importa es ni mantienen el nivel. La respuesta es afirmativa, porque ver quién se atreve a poner en duda su caché artístico, que de nuevo reafirman en un séptimo disco. Pocos pueden decirlo.
Goldfrapp es cabeza de cartel de Tomavistas 2017.
Puntuación: 7,5