Especial reseñas: 5 discos que no debes obviar (mayo 2017)
First Hate – A Prayer for the Unemployed
Como sus colegas de Lust for Youth, en el debut del dúo hay mucho drama por explorar (comparten además ese tono trágico en la manera de interpretar), pero nada tan social como podríamos sugerir el título. Al final estamos ante un retrato de la vida joven y urbanita de capital de Dinamarca, aunque quizás lo de «desempleados» se refiera a la juventud ni-ni, quién sabe. El carácter synth sigue presente respecto a sus lanzamientos previos, con una producción menos densa y contundente, y, lo más importante, las canciones con entidad siguen presentes.
Se constata en temas como The one y su reverencia a New Order; una balada, la que da título al álbum, que empieza como un hit de MØ, pero en realidad es de lo más sentida; el hartazgo de la vida nocturna en Copenhagen; la sensualidad r’n’b de 2 of us deudora de grandes hits yanquis, pero en clave más minimalista y experimental; la dicotomía de Time to start giving que se debate entre el machirulismo carpe diem bailable y el sosiego sensible y sensato; o la rave instrumental y con poso melancólico de A girl call Friday. Hay bastante interludio, sí, pero aporta dosis de contexto a un disco redondo que, posiblemente, pasará con más pena que gloria debido a su origen y género.
Puntuación: 8
Nite Jewel – Real High
Manteniendo la línea synth respecto a su último Liquid Cool, Ramona Gonzalez ha dejado de lado la pátina más pop y Drive de este y, con un sonido más moderno, ha tomado lo mejor del r’n’b de los noventa, especialmente focalizado en la delicadeza y elegancia de Janet Jackson. Bases sincopadas, chasqueo de dedos, sintes clásicos, dejes vocales muy de diva y sobre todo arreglos que parecen sacados de la fábrica de hits de Dallas Austin. Todo muy de la década, pero con un aire muy contemporáneo a su vez.
2 good 2 be true, primer single, es todo un hit para la pista, pero por lo general lo que predominan, como en un disco r’n’b de aquellos años, son los medios tiempos y las baladas, que en su momento sonaban un tanto clónicas. Por suerte Gonzalez aporta matices sonoros heterogéneos entre canción y canción, como el tema más deudor de su anterior etapa, la exquisita The answer, la juguetona When I decide (its alright) o la elevada (obvio, por el título) Real high. Quizás tanto relax empalague a sus fans más poperos, pero los amantes del nuevo r’n’b, pero con cierto gusto retro, están de enhorabuena. Hace veinticinco años hubiese sido un éxito.
Puntuación: 7,5
Nick Hakim – Green Twins
En una época donde el nuevo r’n’b está en boca de todos, los recién llegados deben aportar ciertas dosis de «novedad» y sobre todo personalidad en un mercado tan copado. Este estadounidense toma la esencia clásica y le da una vuelta de tuerca, haciendo suyas estas doce canciones. Además su voz, sin destacar por un virtuosismo extremo, sí que tiene luz propia (¿quizás influya el hecho de no ser negro o es este un comentario racista?), sin problemas para tratarla a través de filtros varios, aunque sin autotune y demás zarandajas modernas. Porque el álbum suena actual, pero no tecnológico.
Las melodías se cuidan, pero experimenta lo justo para sobresalir y que un oyente menos ávido a ello no salga espantado, como con los maullidos de Needy bees, los berridos y la distorsión casi galáctica de Cuffed, su disfraz de Prince en modo extremo en Farmissplease, o lo que podría ser una balada minimalista y etérea de Tame Impala, Roller skates. Hasta un tema como Bet she looks like you, bastante clásico en su concepto, no pasa desapercibido por su tratamiento sonoro. El chico lo tiene todo, papi.
Puntuación: 8
Tiny Vipers – Laughter
Tras ocho años sin disco y sin un exceso de actividad (su proyecto junto a Grouper, Mirrorring, en 2012, y AMBIENCE3, una rareza en 2015), pocos estarían esperando lo nuevo de Jesy Fortino. Y más cuando ha abandonado el folk y se ha pasado al drone y al ambient, que poco o nada tienen en común, lo que a ella parece importarle bien poco. La portada lo dice todo: ya no la vemos en un paraje natural abandonado, sino una versión tecno, colorista y duplicada de ella misma. Pero a pesar de esta duplicada presencia, durante el disco es casi testimonial en el plano más humano, ya que su voz solo la apreciamos, desde la lejanía, en el single K.I.S.S., que casi podría aparecer en la nueva versión de Blade Runner.
Y esta referencia no es aleatoria, ya que sus cuarenta y un minutos se acercan a lo que podría ser la banda sonora de un mundo futuro no tan lejano donde lo tecnológico (Living on a curve) se coloque casi a la par con lo humano (The summing of moments). Hay una belleza extraña en el disco, entre la oscuridad y el optimismo, como si el mundo que plantea no vaya a ser tan horrible como muchos auguran, y quizás ahí es donde radica su magia.
Puntuación: 7,5
Forest Swords – Compassion
Matthew Barnes sigue siendo una de las propuestas electrónicas más interesantes y sobre todo estimulantes de la actualidad, a pesar de que no goce de la popularidad que merece (quizás porque la pista no es lo suyo, y ya se sabe lo que el tira el baile). Y en su segundo disco oficial no ha perdido un ápice de grandeza. Lo que sí ha perdido, al menos en parte, es ese aura de oscuridad, a veces hasta opresiva, de su anterior largo, pero el concepto es el mismo: una vuelta al mundo a través de sonidos de diferentes culturas. Arreglos, voces, instrumentos que no has oído en tu vida y que convierten cada escucha en una experiencia única (a pesar de lo cliché de la expresión, realmente lo es).
También estamos ante un álbum que suena más orgánico, más humanizado, especialmente patente en las cuerdas de la «bigger than life» Arms out que, sí, podría convertirse en el himno alternativo de la paz. Porque no solo es un recorrido sonoro del mundo, sino de nuestra percepción de la realidad en una época donde la inquietud y la confusión es moneda de cambio. Porque como dice en Panic, una de las escasas letras del disco: «I fear something’s wrong, panic is on».
Puntuación: 8,2