Especial reseñas: guitarras para el verano (I)

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El tropical pop sigue siendo el género estrella a la hora de asociar verano y música. Pero como estos días estivales no solo se sustentan en bailar como si no hubiese un mañana (¡imaginad qué calor!), también son necesarios lugares de introspección, emocionales o más calmados en general (bueno, y alguno más movidito también). Nada mejor que escoger alguno de estos cincos discos (más otros cinco que llegarán próximamente) para que formen parte de la banda sonora de esos momentos.

The Shins – Heartworms

Cinco años después de Port of Morrow, no están The Shins en su mejor momento (solo hay que echar un ojo a sus escuchas en Spotify). Y puede que para algunos estemos ante su álbum más flojo; lo que no quiere decir que sea una catástrofe. Porque James Mercer tiene demasiado bagaje a sus espaldas para permitirse el lujo de despachar una mediocridad, pero sobre todo demasiado carisma, y no solo a nivel interpretativo (al final él maneja todos los hilos), para que las piezas no encajen. Y no hay que olvidar que su paso por Broken Bells también ha dejado huella a la hora de hacer evolucionar el sonido de su banda madre.

Porque el disco empieza con un caramelito indie pop tan 100% The Shins como Name for you, pero después llega la psicotrópica experiencia de Painting a hole o a continuación la pizpireta indietronica de Cherry hearts, que aportan matices y no desentonan respecto a la esencia del proyecto. Por lo general el disco mantiene esta actitud renovadora sin traicionarse a sí mismo y pocos cortes no pasan del notable. En realidad hay mucho más que guitarras veraniegas en el disco, pero su caleidoscopio sonoro lo hace ideal para estas fechas. Y mejor todavía: para que además sobreviva en nuestros reproductores durante bastante más tiempo.

Puntuación: 7,5

Amber Arcades – Cannonball

Tras un esplendoroso debut que también formó parte del especial de guitarras veraniegas de 2016, la holandesa no se toma un descanso y publica este EP que claramente continúa la esencia indie pop de herencia americana de su predecesor. Empezando por Which will, versión muy popppy y ligera del clásico folk de Nick Drake de 1972, que además de BPMs le insufla frescura ideal para estas fechas.

Las cuatro pistas siguientes son composiciones originales, encabezadas por It changes, donde muestra una vena más rockera y contundente, a la que le sigue la synthy Can’t say that we try, con un halo sonoro taciturno que perfectamente podría sonar al final de algún capítulo de la nueva temporada de Twin Peaks. Después se complementa a la perfección con el ex The Coral Bill Ryder-Jones en Wouldn’t even know, en un número muy de atardecer de verano, que deriva en la melancolía del tema que da nombre al EP. Un corto que, sin resultar tan redondo como su debut en largo, le complementa a la perfección y reafirma su carrera. A ver si dentro de un año nos vuelve a acompañar.

Puntuación: 7,2

Jefre Cantu-Ledesma – On the Echoing Green

A pesar de que gracias a este disco es la primera vez que hemos hablado de él, este músico de San Francisco lleva diez años publicando montones de lanzamientos de corte drome o ambient. En este caso se decanta en buena medida por un shoegaze de fuerte reminiscencias dream pop, pero en clave, digamos, 2.0. No hay (casi) atisbo de pop, ni casi voces (inteligibles a lo sumo), «solo» un compendio de guitarras y sintetizadores que conforman atmósferas tan evocadoras como abiertas a la interpretación, aunque su carácter ambiguo e indefinido quizás derive en imágenes mentales abstractas, a diferencia de otros discos de este especial.

Sin embargo muchas se pueden asociar con estos calurosos días, como, obviamente, A song of summer, pero también la emotiva The faun, la reflexiva Echoing green, la introspectiva Dancers at the spring y la más pop (aunque tampoco mucho) Tenderness. También hay esa mezcla entre noise y ambient que son Door to night, Autumn y Vulgar latin, además de un comienzo, In a copse, que podría servir de introducción para un disco de Nick Cave.

Puntuación: 8

Day Wave – The Days He Had

Jackson Phillips hizo muy bien dejando Carousel, un dúo majo, pero demasiado intrascendente. Tampoco es que haya inventado la rueda con su ya no tan nuevo proyecto (tiene dos EPs en su haber, Headcase y Hard to Read), pero su mezcla de indie pop con toques jangle, synth o new wave convence. Pero es sobre todo una actitud nostálgica muy ligada a la frustración y confusión de la adolescencia y postadolescencia la que se gana nuestros corazones (los millenials, siempre amarrados de alguna manera u otra a aquella etapa vital, ¿verdad?).

A través de su música podemos proyectar aquellos veranos donde disfrutábamos como enanos y la cagábamos como gilipollas. O quizás este poder evocador vaya más allá de lo vivido y provoque en nosotros cierto desencanto de lo que pudimos hacer y no hicimos. Quizás este sea su mayor poder: generar cierta adicción de lo que ansiamos vivir y posiblemente ya jamás podremos. Y es que esa melancolía está implícita en la mayoría de sus casi 40 minutos y también forma parte de su atractivo. Pero ante todo lo que tenemos son canciones redondas en su mayoría como Home, On your side, Something here, Wasting time o Bring you down, y sin necesidad de recuperar pequeños éxitos de su reciente pasado como Drag o Gone.

Puntuación: 8

The Drums – Abysmal Thoughts

La banda de Jonny Pierce es una de tantas que aún viven de las rentas de su exitoso debut, en parte por dos discos siguientes que, sin resultar la hecatombe, no le llegaban ni a la suela. Y porque los seguidores son más conservadores que una merienda con té y pastas entre May y Merkel. Este nuevo disco obviamente no hace gala del brillo de su debut, pero sin duda se trata de lo mejor que ha publicado desde aquel bombazo. La pena es que ya está pasando bastante desapercibido, y sus ¿fans? solo disfrutarán en su directo con Let’s go surfing y la retahíla de éxitos evidentes (14 de septiembre en Madrid y el 15 en Barcelona).

Pierce se deja de dar bandazos y pare un conjunto de canciones con encanto y pegada que demuestran que quizás le venga mejor estar solo que mal acompañado (es el único miembro original que queda). Blood under my belt fue el primer y grandioso ejemplo (recuperando parte de su amor hacia The Smiths), pero I’ll fight for your life, Mirror, Heart basel, Shoot the sun down u Under the ice le andan a la zaga. Y salvo algún lapsus, el disco se mantiene fresco y lozano durante sus 12 pistas que, a pesar de por lo general optar por un sonido luminoso, no es felicidad todo lo que reluce y en buena medida se explaya con los malos tiempos (se divorció recientemente). «If you should see me now, you should know that I’m trying not to cry» canta en la vivaracha Under the ice lo dice todo.

Puntuación: 7,7

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