Especial reseñas: 5 discos que no debes obviar (junio 2017)
Saint Etienne – Home Counties
Words and Music by Saint Etienne nuestro mejor disco de 2012, quizás porque se trataba del perfecto homenaje al pop tanto en forma como contenido, y claro, este concepto por estos lares nos pierde. Este último largo no resulta tan atractivo de primeras (no hay singles claros), y además los fans de su lado más synth quizás se sientan algo decepcionados. En esta ocasión han optado por un sonido más orgánico, sosegado, que en realidad no choca con el espíritu de la banda, y que le viene como anillo al dedo al carácter conceptual del álbum.
Esta vez homenajean a los suburbios ingleses donde ellos nacieron, aquellos a los que muchos acusan de la victoria del Brexit. Pero aquí hay poco de política y más de retrato social, tampoco al estilo crítico de Ken Loach, sino más bien de manera transparente, sin filtros, simplemente mostrando curiosidades de la vida de esas zonas, similar a Illinois y Michigan de Sufjan. Por ello, al igual que sucedía en estos, las letras resultan esenciales para captar todo su encanto. Si no, lo que tenemos es una tremenda colección de canciones que quizás de primeras no noquee como sus hits, pero que a las pocas escuchas es probable que se convierta en uno de tus discos de cabecera si el buen pop es lo tuyo. Porque a artesanos del pop no les gana nadie.
Puntuación: 7,8
Brightness – Teething
El primer disco de Alex Knight no va a ser de los que acaben en las listas de lo mejor del año. Su indie pop-rock no se presenta como nada nuevo bajo el sol, pero los pocos que lo descubran encontrarán en su escasa media hora un debut cercano y cálido, sin una producción apabullante, pero certero en su acercamiento de las vicisitudes de la psique humana. Y si además se acompaña de buenas melodías, mejor que mejor.
El álbum se abre con Oblivion, que le valdría un hueco en el especial de guitarras veraniegas (y la muy Real Estate Talk to me, también), pero el resto de canciones avanzan por otros derroteros, como el pequeño himno que es Surrender, se podría decir que hasta íntimo, si esto no supone un oxímoron; el indie pop de batería contundente, que parece un cruce entre Death Cab y Radical Face, que es Silver birch; o Waltz y su folk de maqueta. Eso sin olvidar el noise del interludio Blow fly y el ambient del epílogo (o bis) Reprise. Quizás esta variedad confiera al conjunto un aire algo deslavazado, pero su honestidad y autenticidad es lo que aporta la necesaria coherencia.
Puntuación: 7,2
Fleet Foxes – Crack-Up
Los años transcurridos desde Helpleness Blues y que este álbum no resulte el más accesible de su discografía, quizás impidan que la banda alcance el estatus de leyenda folk que se pronosticaba tras su debut, al menos para el gran público (indie, se entiende). Tampoco parece que les quite el sueño, y menos a su alma mater, Robin Peckold, que aparte de no entregar melodías por lo general tan obvias (lo que no quiere decir que muchas de ellas no destaquen por su belleza), trufa la lírica de referencias personales o culturales a veces demasiado crípticas o complicadas de entender.
Pero a pesar de no ponérnoslo fácil, en todo este tiempo la evolución se antoja casi imperceptible, y quizás es lo que se echa de menos tras la larga espera. A pesar de ello estamos ante un trabajo que traslada la tranquilidad vital de haberse encontrado a uno mismo, superando las adversidades, que es lo que Peckold deseaba plasmar a través de su discurso folk preciosista, que de nuevo juega con voces y arreglos resplandecientes que derivan en sus habituales (y maravillosas) atmósferas otoñales. Como lo último de su excompañero Joshua Tillman, no se trata de un disco para todo el mundo, y eso incluye a los que disfrutaron con los anteriores. Pero todo lo bueno requiere cierto esfuerzo, aunque puede que esperar hasta el otoño para recuperarlo sea lo más adecuado.
Puntuación: 7,5
Dua Lipa – Dua Lipa
Esta joven inglesa forma parte de un tipo de popstars que, como Tove Lo, se ganan un par de éxitos y colaboran hasta con el apuntador, pero que al final se quedan un poco en tierra de nadie. Y no por qué su pop no resulte comercial, sino quizás porque no son norteamericanas y porque no desprenden una actitud y personalidad comercialmente adecuada para el gran público. Aunque esto es justo lo que atrae a más de uno, que las seguirán hasta la muerte aunque no copen las listas de medio mundo. Y más si su pop resulta ciertamente infeccioso. O al menos en parte.
Be the one mantiene el título de su mejor canción, pero las también conocidas Lost in your light, Hotter than hell y Blow your mind (Mwah) siguen siendo irresistibles caramelos pop. Después hay morralla, obvio, especialmente en la segunda mitad de la versión estándar (se obvian los bonus tracks de la edición deluxe en la reseña), con baladas más propias de los castings de Factor X. Sin embargo también hay canciones que justifican, al menos un poquito, la larga espera del disco, como su propio Bad Blood que es IDGAF, la noventera New rules o Genesis y su estribillo muy P!nk. Se agradece, por cierto, que la coherencia no se haya quedado por el camino y haya evitado incluir su mayor hit, bastante regulero, Scarred to be lonely, junto a Martin Garrix.
Puntuación: 7
Team Rockit – Team Rockit
La banda de nuestra adorada Merely, de la que ya hablamos cuando su último disco, proponen una Suecia alejada del inglés y sobre todo de los estribillos poperos más evidentes, pero que aun así resulta tremendamente adictiva para cualquiera con un mínimo de curiosidad musical. Aludiendo a la simpleza, se podría decir que lo que tenemos es un álbum hip-hop, lo que, al no entender ni papa de sueco, podría dar más pereza que un bocata de nocilla y chorizo. No obstante, despliegan tantos matices, sorpresas, tonos y estilos, que cada escucha supone toda una experiencia de la que es complicado desconectar.
A pesar de todo no estamos ante un collage sin ton ni son, ya que todos los elementos forman parte de un universo entre medieval-fantástico y sci-fi que bien podría casar en la banda sonora de la serie The 100 (un poco pasada de rosca, eso sí), y que además podría ser complementario al del último largo de Merely. Ellos aportan la contundencia hip-hop, ella el carácter más pop y etéreo, y entre todos juntan talentos en una producción de corte 100% sintético, pero no deshumanizada, de lo más detallada, original, imaginativa y sobre todo realmente bien ejecutada que triunfa sin remilgos a la hora de transmitir su compleja y sobre todo excesiva realidad. No apto para paladares de gustos sobrios.
Puntuación: 8