Crónica de Mad Cool 2017
Desde su creación el pasado año he de reconocer que no soy demasiado fan del Mad Cool por varios motivos, entre ellos la poca coherencia de su cartel, intentando aunar la mayor cantidad de público posible de una manera bastante forzada. El pasado año no acudí, pero este, debido a ciertos artistas puntuales, finalmente me aventuré a comprar el abono del festival (no pedí acreditación porque en la web no se publicaron previas del mismo, requisito indispensable para que la solicitarla). En principio no pensaba publicar reseña, y ayer, después de su finalización, tampoco, en parte también influido por la muerte de Pedro Aunión y el ambiente enrarecido tras la tragedia, además de ciertos «peros» en la organización. Sin embargo, he decidido que sí, que por qué no, que quizás la empresa no lo merezca, pero los artistas sí. Eso sí, como tampoco iba como periodista, no esperéis encontrar la reseña más completa.
Jueves
Tras el cese de una lluvia que parecía que iba a arruinar la jornada del jueves, mi primera parada fue Foals, que como siempre resultan muy eficientes en su labor. Y ese quizás fue el mayor problema, cierta sensación de piloto automático, aunque quizás también influya el hecho de poder verles actuar casi hasta en la plaza de mi pueblo. Tampoco Yannis estaba en su mejor día y su indiscutible atractivo físico no compensaba ciertas carencias vocales y de actitud. Casi el mismo set de los últimos tiempos, destacó el potente binomio final que es Inhaler y What went down de su y la siempre emocionante Spanish Sahara en un directo, por lo general, poco emocionante.
Mientras Foo Fighters tocaban 47 horas seguidas, que mejor que darle bien al dub electrónico con Jagwar Ma, que estaba bastante vacío, aunque no lo suficiente para generar un ambiente desangelado. Las primeras filas nos retorcíamos gracias a hits incontestables como Man I need o Come save me de su debut y OB1 o Slipping del segundo, aunque por lo general todos eran bombazos en potencia. Un buen sonido (mucho mejor que en BBK Live el pasado año) y una actitud hiperagradecida de su por otra parte monísimo cantante hicieron el resto.
La primeras vez que vi a Belle & Sebastian sonaron fatal, la segunda genial, y parecía que esta vez tocaba de nuevo fatal. Unos bajos, al menos en las primeras filas, que estropeaban un pop que generalmente destaca por su suavidad. En la fiestera The party line colaba, pero en el pop fragil de, por ejemplo, el cierre, I didn’t see it coming, empañaban las preciosas melodías pop de la banda. Stuart estuvo, como siempre, muy agradable y, como siempre, subió a varias personas del público en el tramo final. Y por cierto, increíble que ni en las primeras la gente no se callase: ¿es que no había fans reales ni pegados al escenario? Y tras la decepción, casi mejor irse a dormir, porque no tenía cuerpo para Kurt Vile a esas horas (aunque he oído que supo ajustarse bien a ese factor).
Viernes
Tras una cola infernal para poder entrar al recinto el viernes, por fin llegué a Spoon, que gozaron de un sonido excelente, para mí casi el mejor del festival, y con un setlist donde reunió grandes temas de ayer y hoy. Bueno, más de ayer que del hoy, porque hubo hasta más presencia del anterior They Want my Soul que del último Hot Thoughts, que solo contó con el tema titular (finalazo bailongo, por cierto). Y por supuesto Britt Daniel sigue siendo un amo y señor del escenario, sin pasarse de estridencias, pero con indudable carisma, y manteniendo ese aire de vecino de al lado. Con ellos todo es felicidad e indie rock del bueno que gusta hasta los que pasan del indie rock.
Puede que, debido al carácter tan ecléctico del público, muchos pensaban que Ryan Adams era el intérprete de la canción de Robin Hood y por ello se fue vaciando poco a poco su directo. También es cierto que se trata de un personaje muy americano, lo que no quiere decir que el cuñado de turno no disfrute con clásicos como New York, New York o When the stars go blue. Al final se trata de un pop-rock muy accesible y disfrutable, y si además él es un tío con indudable presencia, está todo hecho. Así que, aunque aquí poco hablamos de él, la verdad es que, ¡chapó!
Para Green Day me salí fuera del recinto a cenar ya que se comentaba que conseguir comida era una batalla campal. Y ahí fue sucedió el accidente de Pedro y cuando todo se empezó a convulsionar. Como se ha sabido más tarde, hubo decisiones por parte de la organización que no fueron las más acertadas. Y aunque no presencié nada, pero me puedo imaginar lo, como poco, chocante del asunto. Pero el show decidió continuar, opinión que Slowdive no compartieron, por lo que cancelaron su directo, lo que resultó totalmente comprensible (aunque espero que vuelvan de gira porque les adoro y su disco es de lo mejor del año).
Röyksopp decidieron seguir adelante, pero con retraso de 40 minutos, lo que acabó con la paciencia de más de uno. Lo peor es que debido a ello el concierto no llegó ni a la hora. Eso sí, menudos 55 minutos. Acompañados de Jamie McDermott de The Irrepressibles y Ionnalee, antes iamamiwhoami (que por cierto era la elección perfecta para resumir la variedad de voces femeninas de las que siempre se ha acompañado el dúo), pudimos darlo todo con varios de sus éxitos. Algunos en modo remezcla, que en algún caso como en What else is there perjudicaba a la canción, o en su versión original, como las emotivas Running to the sea y I had this thing. Un momento de viveza pop para una jornada tumultuosa.
Sábado
La polémica por la muerte de Pedro seguía candente el sábado con las protestas en la entrada, además de en redes sociales, manteniendo ese ambiente enrarecido por otra parte totalmente normal tras un suceso como ese. Incluso en Wilco se notaba, tanto que Jeff Twedy tenía que animar al personal para que cantase algo o diese palmas. También es cierto que la primera parte del setlist resultó algo discreta, aunque a partir de Jesus etc. se animó el cotarro. Al final ellos siempre resultan convincentes en directo, y sobre todo muy profesionales, pero su rock alternativo no está hecho para la masa.
Aunque aludían que la gira era por el aniversario de Send Awar the Tigers, el setlist de Manic Street Preachers fue un greatest hits total y rotundo y de aquel solo sonaron Indian summer y el clásico Your love alone is not enough. No faltaron Motorcycle emptyness, A design for life, You stole the sun from my heart, Everything must go y por supuesto una If you tolerate this then your children will be next que casi se coronó como himno del festival por todo lo que se estaba viviendo. Sonaron potentes, aunque quizás algo homogéneos respecto al estudio (ya se sabe, hay que mostrar la vena rockera en directo). Pero vamos, un directo muy divertido.
Tras salir del recinto a cenar me dirigí a M.I.A., que me temía lo peor porque asistí hace años en La Riviera a un directo bastante mediocre, pero hay que admitir que lo dio todo y los bajos no destruyeron la experiencia (no como aquella vez). Presentó una puesta en escena muy acertada, con una barras luminosas a modo de cárcel que encerraban al dj (y donde ella se podía subir mientras cantaba), dos pantallas laterales complementando los visuales de la principal, y un par de salerosos bailarines. Ahí se desgranaron varios de sus grandes éxitos como Born free, Borders, Pull up the people o Bucky done gun, y muchos que no disfruté porque cometí el error de ir al baño y no pude volver a entrar porque estaba precintado para que no se produjese un desbordamiento de gente (un error hacer este concierto en un escenario tan pequeño, la verdad).
Entonces tiré hacia Foster the People, de los que recordaba que contaban con un buen directo a raíz de su presencia en Dcode 2011. Y ahí siguen manteniendo el nivel, siendo un grupazo en directo a pesar que de primeras su propuesta de indie pop-rock resulte algo innane. Y es que temazos como Houdini, Don’t stop o Call it what you want suenan mucho más poderosas en directo, donde por supuesto no faltó Pumped up kicks, igual de maja que siempre. Lo que no tuvo demasiado sentido fue terminar con Lotus eater, un nuevo tema que todavía no ha sido ni publicado y que mostraba una vertiente quizás excesivamente rockera para ellos.
Moderat se han convertido en grandes estrellas de la electrónica al nivel de nombres legendarios de la escena noventera. Y no es para menos, ya que sus directos son todo un espectáculo audiovisual y elaboran un setlist perfecto para bailar, en este caso más que en cuando les vi hace unos meses en La Riviera (es lo que tiene actuar en un festival de madrugada), pero manteniendo la trascendencia necesaria para que no termine como un show chunda-chunda y poco más, algo de lo que pecan muchos en un contexto como este. Tomaron lo mejor de III, como Reminder o Eating hooks, y las grandes joyas de sus dos discos previos: A new error, Rusty nails, Milk y sobre todo un cierre espectacular con Bad kingdom.
foto: Selector Marx