Especial reseñas: 5 discos que no debes obviar (julio 2017)

haim

See Through Dresses – Horse of the Other World

Al cuarteto de Omaha se le podría etiquetar como la versión yanqui (y quizás algo más underground) de Wolf Alice: no desprecian una buena melodía y tampoco traicionan su espíritu indie rockero. Sin embargo este segundo disco es más rico estilísticamente respecto a su debut, acercándose más a las islas británicas que al rock de su madre patria. Diamonds, el primer corte, es un claro ejemplo de ello, haciendo gala de un sonido synth wave cercano a los The Cure más épicos. Y justo después, en Radiant boy, tenemos un cruce entre jangle pop y post-punk, mientras que la siguiente pista, Pretty police, tiene bastante del ethereal wave de Cocteau Twins. Sin embargo, obviando influencias, la pregunta es si son buenos temas, y la respuesta es totalmente afirmativa.

Es cierto que tras este pletórico trío el disco no llega a tales niveles de brío musical y nos topamos con algún que otro altibajo, pero por el camino también encontramos canciones más que interesantes, como la intrigante Catacombs, la exultante Violet (donde, por cierto, Matt Carroll suena más a Robert Smith que nunca), o Shelley y su poso Slowdive, pero más synth. Un disco «darks», con algunos flashes de luz, que les reafirma como algo más que una promesa.

Puntuación: 7,5

HAIM – Something to Tell You

Mentalmente siempre emparento al trío de hermanas con CHVRCHES por haber publicado su respectivos debuts el mismo año, en ambos casos trufados de temas pop tan adictivos como de calidad (cada uno dentro de su estilo, claro). Pero mientras los ingleses optaron por un segundo disco que repetía con casi la misma maestría aquella fórmula, las americanas no han querido pecar de evidentes y por eso muchos se sorprendieron por la poca pegada de los adelantos. Vale, Right now no era la mejor opción como primer single, pero su condición de balada moderada pero ciertamente emotiva posicionada al final del álbum le confiere el estatus de joya intimista, mientras que Want you back, sin llegar al nivel de, por ejemplo, Falling, sí que se posiciona en la liga de sus mejores singles. Hasta Little of your love, que podría estar cantada por Shania Twain, que resulta entre adorable y descarada, es todo un puntazo.

¿Y el resto de canciones? Por lo general, un acierto y además un homenaje a la cultura pop: la pizpireta Ready for you con ese giro a la mitad que te deja to’ loco; Nothing’s wrong o cómo actualizar a las Wilson Phillips sin dar vergüenza ajena; la muy, pero que muy Fleetwood Mac (lo que ya es decir) circa Tango in the Night You never knew; o el r’n’b con un puntito a Aaliyah de Walking away. ¡Hasta su adoración involuntaria (¿o no?) hacia Celine Dion en Night so long convence! Un excelente trabajo sobre amor y desamor, nada nuevo bajo el pop, pero irresistible para los amantes del género en su estado más puro.

Puntuación: 7,7

Broken Social Scene – Hug of Thunder

Regresar tras siete años de silencio y mantener el estatus no es moco de pavo, pero la multitudinaria banda canadiense no solo ha cubierto el expediente, sino que, como su título indica, han vuelto como un trueno (o al menos una de sus mitades). El primer single, Halfway home, fue el primer indicio de ello, en forma de himno exultante en su forma pero no tanto en su contenido: está inspirado en los atentados de París. La canción, tras una intro, abre una enérgica primera parte donde también destacan el fogonazo pop Skyline y Protest song, que les acercan a sus compatriotas The New Pornographers.

La segunda parte es más «hug» que «thunder», protagonizada por canciones sosegadas, menos directas, pero igualmente majestuosas. Sin embargo, a pesar de la calma, hay cierta tensión en Towers and Mason y en la conmovedora emoción en Gonna get better, además de una sección final en el último corte, Moth guards of the apocalypse, que es todo un tsunami de épica y de «ya basta» hacia el narcisismo imperante a día de hoy. No hay que dejar de mencionar el toque indielectrónico de Please take me with you, que refleja el hastío y la consiguiente necesidad de escapar de una sociedad a veces tan venenosa. Por lo que no, no estamos ante la alegría de la huerta, sino ante un álbum que pone en duda los arquetipos y estructuras del sistema, plasmando la desazón e incertidumbre en un mundo por el que a veces dan ganas de soltar aquella frase tan cliché (y algo cuñada) «paren el mundo, que yo me bajo».

Puntuación: 8

Japanese Breakfast – Soft Sounds from Another Planet

Poco más de un año ha pasado desde el esplendoroso debut del proyecto de Michelle Zauner y ya tenemos otro nuevo largo. Si en el primero encontramos un disco de indie pop-rock bastante variado, tras escuchar la eletrónica y hasta bailable Machinist y por la supuesta temática espacial, esperábamos un sonido más focalizado en este estilo, pero la ligeramente Phil Spector Boyish, siguiente adelanto, confirmó que quizás habíamos asumido algo que no iba a suceder. Así ha sido, e incluso lo espacial es relativo, y realmente solo sirve de contexto para consideraciones acerca del género, sexualidad o raza, entre relaciones fallidas o autodestructivas.

El shoegaze sucio de Diving woman, el rock noventero de 12 steps, la balada cuasi-country que da nombre al disco o el folk de This house revelan una realidad musical más terrenal y que comparado con su debut opta por un sonido más áspero y menos brioso, por lo que chocará a más de uno. Según declaraciones suyas, de primeras su deseo era el de hacer un musical sci-fi, y sin embargo la idea se quedó a medias, y quizás ese es el mayor problema del disco, cierto sensación de deslavazado. Pero, a pesar de no contar con el encanto del debut, Zauner sobrevive a esta incoherencia con canciones a la que se le saca mucha chicha, y no precisamente a la primera escucha.

Puntuación: 7,2

RAC – EGO

Tras un debut algo intranscendente pero 100% disfrutable, el productor recurre a la misma fórmula en su secuela: pop electrónico con mucho invitado (algunos incluso repiten) y, sí, de nuevo cierto poso de intrascedencia (tampoco estamos ante un disco de Radiohead, es cierto). Sin embargo sí se echa en falta cierta coherencia en su sonido y sobre todo una mayor presencia de su sello personal, porque canciones como las medianamente rockeras Nobody o Heavy no lo transmiten, u otras como Still wanna know tampoco es que opte por otorgarse a sí mismo un papel preponderante, cediendo demasiado peso a sus intérpretes. Hasta productores más de chichinabo como Kygo saben cumplir a rajatabla estos estatutos que deben guiar al productor estrella.

Otra cosa es que los resultados de estos productores de éxito tan vulgares como efectivos sean tan satisfactorios como los que salen de la mente de André Allen Anjos. Así, a pesar de cierta heterogeneidad sonora (¿quizás representada por la portada?), no se le puede negar al álbum la frescura pop que transmiten temas como Heavy, This song, Fever, No one has yo know o Johnny Cash. No va a cambiar el mundo, tampoco parece que lo pretenda, pero tampoco se debería despreciar un disco pop tan luminoso en los oscuros tiempos que corren.

Puntuación: 7,2

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