The Sound of Arrows – Stay Free
Seis años en el mundo de la música es una eternidad, salvo que tengas cierta leyenda a tus espaldas. The Sound of Arrows, de manera obviamente muy reducida, también la tienen, especialmente entre el público homosexual. Sonará quizás algo exagerado, pero una pequeña parte del colectivo considera al dúo como banda de culto y por ello este Stay Free era muy esperado por su parte, a pesar de un primer single, Beautiful life, que dejó un poco a medias a más de uno. Puede que ese título tan ñoño y poco sutil, que se extendía a la letra, además de tratarse de un medio tiempo, no ayudasen, aunque el fusilamiento del sonido William Orbit, especialmente de Pure Shores de All Saints, satisfizo a muchos (desde Ray of Light, también es productor de culto entre «maricas profundas», donde me incluyo). Y la remezcla ya supuso la reafirmación de su amor hacia él. Lo que se mantenía intacto respecto a su debut fue la intención de plasmar la emoción pura de este, sin cinismo alguno.
Nunca han ocultado esa actitud, y ellos mismos han declarado que este trabajo se presenta como un canto a la alegría, esperanza y amor frente a la tristeza. Esa línea se mantiene en el segundo adelanto, In the shade of your love, que, sin resultar un bombazo inmediato, muestra una faceta más sobria de lo acostumbrado, cediendo además casi todo el protagonismo vocal a Niki & the Dove. Sobria para lo que ellos son, claro, porque los coros de fondo implican una grandeza contenida que en este caso se agradece (eso sí, Lost in LA sí que es realmente sobria a todos los niveles, y muy bien ejecutada, por cierto). Pero todavía se echaba en falta esa canción 100% The Sound of Arrows que llegó con el tercer single, Don’t worry, una balada bailable, con bien de violines y con fuerte herencia noventera donde, una vez más, se alude a la emoción más inmaculada.
Escuchando el resto del álbum se confirma que el tono general es mucho más real, menos fantasioso o cinematográfico (aunque la intro todavía recuerda a una banda sonora ochentera, y quizás haya sido empleada como enlace con el debut). Así, aparte del halo viajero de La Playa del primer single, referencias a la world music aparecen en la delicia dance pop Stay free y en el cierre We will live again. También hay hueco para cierta oscuridad (y de nuevo, entre comillas, que ellos no son «darks» precisamente), de primeras en ese cruce entre Unfinished sympathy de Massive Attack y Why does my heart feel so bad de Moby que es Wicked ways, y en Hold on, en un tono más hiphopero, posiblemente influencia del otro proyecto de Stefan, Kids of the Apocalypse. No es su mejor faceta, pero, eso sí, la segunda se alza muy por encima de la primera. Después tenemos el exceso de autotune que no sienta del todo bien a Moment in the sun, pero por lo general aceptamos con la mejor sonrisa esta apetecible invitación al paraíso. Sorprende The greatest, que provoca sentimientos encontrados: es posiblemente el ejercicio más descaradamente pop del disco, lo que se agradece, pero por otra parte podría tratarse de un tema de Shawn Mendes, salvando las distancias.
El disco, sin el empaque del primero, sí que mantiene el encanto y el carácter sugerente de este, a pesar de que esta vez se acerque más a una oda al escapismo terrenal que a la fantasía de su predecesor. Se podría tomar como un paso adelante en el proceso de madurez de la persona, pasando de la ficción de la infancia a la realidad de la vida adulta, pero sin perder la fascinación, en este caso hacia las posibilidades infinitas que ofrece la vida y que muchos adultos pierden en el camino. Ese sigue siendo el mayor baluarte de un disco con más relleno que Voyage y algo menos coherente, pero que una vez más permite quitarnos la máscara del cinismo y simplemente disfrutar con la experiencia que ofrece.
Puntuación: 7,5