¿Es posible un festival que una a «indies» y rockeros sin que arda Troya?
Durante estos días Mad Cool 2018 está dando a conocer sus primeros nombres y parece que una vez más va a apostar por un cartel con bandas rockeras, por ahora Queens of the Stone Age, y más indies, como MGMT o Real Estate. Evidentemente los segundos van a ganar por goleada en cantidad, pero, al menos por ahora, parece que los nombres más grandes serán los primeros, como ya sucedió en la edición de 2017. Por supuesto dentro del indie también hay propuestas rockeras, pero no es menos cierto que hay muchas posibilidades de que a un fan de Foo Fighters ni les sonasen Savages. Estos grupos tienen un público muy específico que no suele estar abierto a nuevas propuestas. Y eso es lo que se puede comprobar estos días en redes. Y es que, aunque no debería ser así, resulta paradójico que dos tipos de público tan diferentes compartan un mismo festival de manera, digamos, permanente, no casual.
De manera casual, por ejemplo, Primavera Sound ha incluido a los mismos QOTSA o a The Cure en determinadas jornadas, pero no se trata de la línea general del festival. Recuerdo en el concierto de Robert Smith y cia. que, aparte de que el festival estaba a punto de reventar, podías encontrarte con un público que únicamente asistía al mismo, y que después se volatilizaba. Porque se trata de un público muy conservador, que va a lo que va, y difícilmente le podrás convencer de que acuda a otro directo. El individuo indie, o entrecomillado dependiendo del sujeto, tiene la capacidad de valorar otras opciones, quizás porque el concepto de festival indie está más expandido y muchos han comenzado a escuchar este tipo de música (si es que se le puede considerar como «tipo») a raíz de asistir a ellos. También, al tratarse de un público menos pureta, hay mucho postureo y a veces están por estar (así muchos no se callan en medio de un concierto…). Los rockeros van con todas las de la ley. Los de verdad, claro, no los rockeros cuñados que solo conocen un par de temas, los berrean y luego dan el coñazo como el peor de los «indies» (aquí las comillas se antojaban imprescindibles).
Esta mañana en Facebook se ha producido el último ejemplo de la intransigencia y pesadez de muchos rockeros con el anuncio de Fleet Foxes. Que si quiénes son, que menudo rollo, que si queremos a Pearl Jam. Especialmente repetida ha sido esta petición. ¿Se supone que esto es como la carta a los Reyes Magos? Porque muchos se decepcionan si no anuncian a su banda favorita. Claro, como no hay millones de bandas posibles que puedan tocar en un festival. Se comportan como niños consentidos que si no tienen lo que piden se enfadan y no respiran. Esto es un clásico en las redes, especialmente con Muse, otra de esas bandas con fans intransigentes. Hoy les ha dado por Eddie Vedder. Sinceramente, hay una parte de mí que prefiere que jamás le confirmen y estos individuos terminen llorando en posición fetal en sus habitaciones con Last kiss de fondo.
Entonces, ¿es buena idea mezclar ambas opciones sin que la marca, y a su vez la esencia, se resienta? Yo no puedo hablar con todo el mundo, pero el Primavera Sound, Sónar, Vida o incluso FIB, por poner varios ejemplos, gozan de una imagen sólida a pesar de cierta concesiones de cuando en cuando. Y yo lo noto, ya que se traduce en una relación también más sólida entre empresa y consumidor. En mi caso tal conexión se produce sobre todo con Primavera Sound, y por ello suelo comprar el abono porque, obviando ya que por cantidad de nombres, muchos coincidirán con mis gustos, sé que de alguna manera u otra van a acertar, porque conozco su línea. ¿Mad Cool? Es verdad que todavía es joven y tiene que evolucionar, pero el camino que está siguiendo tiene sus complicaciones. Y al final unos se quejan de lo que a los otros le apasiona y algunos tacharán al festival de situarse en tierra de nadie. Sin embargo lo más seguro es que vuelvan a agotar todo. Es una vía arriesgada, pero parece que funciona.
También no es menos cierto que esa personalidad ambigua no debería ser tal, y no tendría que importar que ambos tipos de propuestas compartiesen festival. Todo culpa de los prejuicios, pero así funcionamos. Primavera Sound apuesta cada más más por la electrónica, pero ni es un festival de electrónica, y nadie se echa las manos a la cabeza porque incluso ahora cuente con una zona exclusiva para este estilo. Y si a una parte del público el festival no le parece suficientemente electrónico, no van a llorar por las esquinas o aporrear el teclado, irán de cabeza a Sónar. Los rockeros, o que se vayan al Download Festival, o que dejen de quejarse, porque, a pesar de una amplia presencia del género, Mad Cool no es un festival rockero (muchos han comparado ambos destivales Dios sabe por qué). Por lo que, no, por ahora resulta imposible un festival que una a ambos conceptos en paz y amor. Al menos hasta que no dejen de ser tan brasas.