Especial reseñas: yernos freaks que tus padres no querrían ver ni en pintura (I)

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En el indie a veces da a entender de manera subliminal que hay cierta obligación de ser cool en el sentido más hipster y cliché del término. Sin embargo cada vez encontramos a más artistas que se llevan por delante estos esquemas para mostrar una personalidad más raruna que, en realidad, a su manera, también es cool. Hombres por lo general (quizás porque el indie es un ámbito machista como el que más), aunque también hay ejemplos femeninos recientes como Fever Ray, que no sienten reparos a la hora de verter su serpenteante actitud en su música. Y que tus padres por supuesto detestarían.

Ariel Pink – Dedicated to Bobby Jameson

A pesar de que últimamente no esté muy espléndido en sus declaraciones, y que incluso no se corta a la hora de utilizar «tranny», una palabra muy ofensiva en inglés, en el tema titular de este último álbum, uno ya no sabe si se trata de una parodia de algún tipo de comportamiento liberal y progre o si realmente es un gilipollas, un ignorante o todo a la vez. Es lo que tienen este tipo de personalidades tan peculiares y ambiguas, que nunca sabes a qué agarrarte, y que justo por ello se antojan tan magnéticas. Su último disco, a pesar de estar dedicado a un cantautor de los 60 que todo el mundo creía muerto, pero no, es puro Pink, especialmente el primer Pink, más lo-fi.

A pesar de ello tampoco se vislumbra una diferencia brutal respecto al genial pom pom, y como este estamos ante un álbum muy melódico, como demostró el precioso single Feels like heaven, una de las canciones de 2017, el embriagador psych folk de Another weekend, la influencia de Talk Talk en Kitchen witch o el mencionado corte homónimo (a pesar de ese ¿tropezón? lírico). Aunque no faltan auténticas idas de olla como el espíritu entre noise y gótico de Time to live, o la que podría ser la cabecera de un show bizarro de televisión de los setenta, Time to meet your god. Total, que Pink sigue siendo tan Pink como siempre, en lo bueno y en lo malo. Tu madre se quedaría con lo malo, obviamente.

Puntuación: 8

Mac DeMarco – This Old Dog

Quizás la música de Mac no sea la más raruna del mundo, y cualquier mortal pueda disfrutar con muchas de sus canciones, aunque las apariencias siempre engañan un poco. Solo hay que escuchar el enternecedor, al menos en su forma, número de apertura, My old man, que en realidad cuenta con un poso ciertamente deprimente: trata sobre el parecido de él mismo con un padre abusador y adicto. No resulta extraño poder toparse en buena parte de su música con giros de guión, especialmente líricos, que le aleja de cualquier cantautor moñas, por mucho que a su disco se le pueda calificar de «bonito» (sin obviar su directo, que es cuando realmente saca su lado más gamberro).

Está la sección más folk como la canción mencionada, This old dog o One another; pero también una más kitsch que le acerca al dandi decadente muy del estilo de Sean Nicholas Savage (que también formará parte de la segunda parte de este especial). Así, cortes como On the level, For the first time o One more love song muestran esta faceta que ya conocíamos de temas previos como la adorada Chamber of reflection. En esta cara de su obra es donde es fácil imaginarse sus tan celebradas muecas que harían que tu padre se retorciese en el asiento. Sin embargo su lado más folk, donde también brilla, puede que lo compensase. O no.

Puntuación: 7,5

Kirin J Callinan – Bravado

Este australiano no pasaría ni el primer filtro de tus padres, y más al comprobar sus amistades: Sean Nicholas Savage, Connan Mockasin, Alex Cameron (que también estará en el especial), Weyes Blood (que le van los freaks: ya publicó un EP con Pink) o Mac DeMarco (Owen Pallett también está, pero él es adorable). Vamos, que solo falta Ariel. Y si además echan un vistazo a sus vídeos, despídete. El álbum no solo retrata, sino que también potencia esta personalidad tripolar. Nunca sabes por dónde te va a salir, y ahí es cuando te conquista.

My moment es un número de EDM que un fan del EDM odiaría (y ese guiño a Ecuador de Sash con el grito de «China» es para enmarcar), y Big enough y This whole town tampoco se cortan un pelo en el chunda-chunda. Down to hang se podría calificar como un ejercicio funk mutante de otra dimensión, mientras que S.A.D. es, como reza su estribillo, una canción sobre drogas, y goza de la melodía más pop del disco; aunque la producción de Living each day suena muy sueca, y por lo tanto también es muy pop. Sin embargo igualmente sabe ponerse tierno en las delicadas Family home y Tellin’ me this. Y para finalizar Bravado es un Show me heaven en clave «weirdo», y Friend of Lindy Morrison goza de una extraña belleza. Vamos, que con él no te vas a aburrir.

Puntuación: 8,2

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