Forest Swords en la Sala Caracol, Madrid

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Siempre he pensado que la amplitud del escenario de la Caracol, sobre todo lo que se refiere a fondo, se antoja excesivo para actuaciones con pocos miembros, como era el caso de Forest Swords, que venían de la mano de Houston Party. De primeras solo apareció en escena Matthew Barnes, por lo que obviamente se le quedaba demasiado grande, y aparte del espacio sobrante, me pregunté, ¿se ha simplificado tanto la fórmula en directo que ha eliminado a su bajista? No sería extraño en un panorama musical, especialmente electrónico, donde lo enlatado manda. Por suerte este apareció a los pocos minutos. Además Barnes también hace uso de guitarra en algunos cortes, y en varias ocasiones de una manera muy poco purista, en el buen sentido, ya que se adapta a las necesidades especiales de su música.

Se echaron en falta proyecciones similares a las de su anterior gira, que aunque fuesen sencillas, acompañaban con dignidad; sin embargo su electrónica resulta tan inmersiva que una tenue iluminación y ráfagas de humo son suficientes para conseguir esa atmósfera tan mística y sinuosa a la que esta alude. Solo un par de detalles te podían sacar de la fantasía: unos bajos que reventaban cajas torácicas y un par de pesados, de esos que se disfrazan de modernos y a los que el concierto les da igual, que no paran de berrear (¡tres personas tuvimos que mandarles callar!). Y es que ya no es que las palabras sobraban. Incluso Barnes solo dijo un esceuto «hola, Madrid» hacia la mitad del set y tampoco hacía falta nada más; incluso, si me apuras, esto sobraba (tampoco hubo bis, porque los bises resultan demasiado terrenales). Quizás porque su música parece fruto de una desconocida fuerza incorpórea y no obra de vulgares y finitos humanos. Ya el simple hecho de verla interpretada sobre un escenario, la verdad, choca.

Pero así funciona la electrónica de otro mundo, con la que cierras los ojos y te dejas llevar, pero que también te da la oportunidad de bailar, aunque sea un poquito. Porque para su representación en concierto Barnes adapta muchos de sus temas a un contexto más bailable (sin excesos de corte rave, también hay que aclarar), y por lo general elimina ciertos elementos orgánicos que quizás si saliesen de su mesa resultarían algo forzados. Un ejemplo: en mi tema preferido del estupendo Compassion, Arms out, se eliminaban las cuerdas, imbuyéndolo en un contexto más electrónico.

Esto hizo que me plantease, ¿qué pasaría si Forest Swords alcanzase el nivel de popularidad de Bonobo y tuviese los recursos de llevar en directo a una amplia banda que le ayudase a representar mejor la esencia de su obra? Es simplemente un sueño, y jamás sucederá porque el proyecto se antoja muchos menos comercial que el de su coetáneo. Pero sería un puntazo, ¿verdad? Y a pesar de las limitaciones y lo que podría llegar a ser, la experiencia que ofrecen sigue siendo única.

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fotos: Bea Tejedor

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