Especial reseñas: discos que se iban a quedar en el tintero (I)

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Wolf Alice – Visions of a Life

La banda inglesa ha vuelto a poner el rock en el candelero para una generación de jóvenes que últimamente solo tenía de referentes artistas más entrados en años. Lo que no está mal, pero la sangre nueva siempre es de agradecer. Con este segundo disco mantienen la frescura del debut, e incluso más de uno osaría a posicionarlo por encima. Y es que comparten una visión del rock muy amplia y heterogénea, pero siempre manteniendo la cohesión y respetando su propia esencia.

El concepto riot grrrl de carácter onírico nunca sonó tan bien como en Don’t delete the kisses; el shoegaze emocional de Heavenward es de los que dejan huella; el aire celta y preciosista de After the zero hour pone los pelos de punta. También hay descargas de energía en clave punk rock en Yuk foo y Space and time, donde se vuelve a poner de manifiesto la versatilidad interpretativa de Ellie Roswell, que también se materializa en una Plante Hunter donde se acerca a la mítica Elisabeth Fraser, o el susurro de otra dimensión en Sky musings. Y aunque a veces las letras pequen de algo simplonas (¿quizás porque son rabiosamente jóvenes?), pocos segundos discos pueden mirar a la cara de sus antecesores con tanto orgullo.

La banda actúa e 4 de enero en La Riviera de Madrid y el 5 en la Sala Apolo de Barcelona.

Puntuación: 8,2

Anna of the North – Lovers

A pesar de no incluir la que podía haber sido el highlight del disco, Oslo (que además se publicó solo unos pocos meses antes como single independiente), el debut de la noruega es un notable exponente del pop venido de Escandinavia, pero con vistas internacionales. Tampoco es que lo haya petado en las listas más relevantes del planeta precisamente, tampoco es su pretensión, pero temas como la tropical Fire podrían colarse en un mundo más justo.

Aun así los mejores exponentes son los que rinden homenaje en la forma al pop gélido y sofisticado de su país, como Moving on o Feels. Pero a pesar de su origen, encontramos calidez sonora en una ochentada de lo más adorable como es Someone, también en All I want o en Always, una balada de corte r’n’b. Y Lovers, la canción, sin merecerse que el disco lleve su nombre, es un frágil y pegadizo grower. No es un álbum «game changer», pero los amantes del pop más puro con un poso sintético van a disfrutar de lo lindo.

Puntuación: 7,2

You’ll Never Get to Heaven – Images

Mientras que Chromatics no publican aquel Dear Tommy anunciado hace eones, el proyecto de Alice Hansen and Chuck Blazevic, sin resultar tan synth, sino más vaporoso, se presenta como una magnífica opción para aguantar mejor la espera. Incluso es probable que muchos les aúpen por encima de la banda de culto, y sobre todo de Yumi Zouma, que cada vez son menos dream pop.

Delicadas baladas como To be fair (¿un tanto Say Lou Lou?) o White light o medios tiempos en la línea de Shared dreams o Beyond the clouds se mezclan con piezas más pop como el tema titular, que podría ser de los primeros Saint Etienne si hubiesen optado por una vía más onírica. No hay que olvidar su marcado carácter ambiental, que se plasma magníficamente en instrumentales como Still o Shadow garden. Un disco que aunque magnético en primera estancia, también requiere de una escucha atenta para captar los diferentes matices de su propuesta. El esfuerzo merecerá la pena.

Puntuación: 8

Apartamentos Acapulco – Nuevos Testamentos

Tras el buen sabor de boca que me dejaron en directo, no iba a dejar de reseñar, aunque fuese en este especial, el debut de los granadinos. Y sí, las comparaciones con el grupo indie granadino por antonomasia son evidentes en la esencia misma del disco, y especialmente en temas como Qué quieres de mí, que por cierto es muy hit. Sin embargo, incluso aunque recuerden a J y su banda, el aspecto melódico no resulta tan marcado, y se dejan llevar todavía más por las guitarras expansivas. Pero con la voz de Angelina podría emparentarse por momentos con La Buena Vida, como en la preciosa Bing Bong, o a Nadadora en Scarlett.

También hay referencias internacionales, como los Slowdive de Souvlaki en Amigo sol y guitarras post-rock estilo Explosions in the Sky en Romance de verano. Una pena que el lado más synth no sea más explotado, porque Nueve esferas, que es todo un trallazo, podría beneficiarse más de ello, y solo aparecen al comienzo y al final, y otras canciones, lo mismo (¿y soy yo o me suena que en directo eran más evidentes?). Pero vamos, un pequeño «pero» ante un debut brillante.

Puntuación: 7,5

Aaron Roche – HaHa HuHu

Like why I es posiblemente una de las canciones del año: una joya entre ambient de primeras, y electrónica de segundas, con un luminoso juego de voces. El resto del disco no resulta tan experimental como cabría esperar, pero sí hay otros exponentes de esta tendencia: Bang es muy Animal Collective en modo menos barroco; One thing at a time comparte el gusto electro-folk de Sufjan; Florida parece grabada en directo en un salón; y el momento de cantos gregorianos «meets» gritos de agonía de K is manic es toda una ida de olla.

El resto de temas se acercan al folk de la vieja escuela, pero es que también son todo un acierto, especialmente The terror y Wooden knife. Salvando distancias, porque Sufjan es más grande que la vida misma, Roche puede presumir de desarrollar la faceta folk más tradicional y a su vez la más experimental con una soltura con la que pocos se podrían comparar, y que además convivan en el mismo álbum sin que peque de chocante o collage sin sentido (mezcla en la que el de Detroit no arriesga tanto, por otra parte, ya que suele separarlos por discos).

Puntuación: 8

St. Vincent – Masseduction

Tras su último esfuerzo discográfico, todos esperábamos que la inmersión de Clark en el pop de corte arty y electrónico se produjese al 100% en este disco, y de manera más acertada (a su predecesor le faltaba cierta chispa). No son canciones que reventarían listas, pero como otras coetáneas como Grimes, cuidan las melodías y la producción como si les fuese la vida en ello, pero además aportan grandes las dosis de trascendencia necesarias gracias a una lírica inspirada, personal y honesta (lo que no suele suceder en el pop comercial).

Y lo que importan, los hits, que son muchos: Sugarboy es un pepinazo que podría formar parte del Ray of Light; Pills es posiblemente lo más descacharrante que haya publicado nunca; el interesante dilema que plantea el tema titular (¿seduzco yo a la masa o ellos me seducen a mí?); el electro-chungo de Los Ageless como antítesis absoluta de la deliciosa y tierna New York; Fear the future es un exceso (para bien) en lo que se refiere a su producción electrónica; la emocionante Slow disco, que no tiene nada de disco, y su lucha (¿o correlación?) entre sueños y realidad; o Savior, más deudora de su anterior disco en un nuevo homenaje velado a Prince. Por estos y más ella es el presente del pop.

Puntuación: 8,5

Shamir – Revelations

Se dio a conocer, y nos conquistó por lo bailable y el tono funky, con temas como On the regular o Call it off de su álbum debut, Ratchet, pero parece ser que solo fue un coqueteo con el disco-house y que lo que de verdad quiere Shamir, lo que define su sonido, es algo más lo-fi. Algo que da más protagonismo a las guitarras, algo más rock. Ya nos lo avisó el año pasado con la fresca Tryna survive y en abril de este 2017 con Home, un álbum completo compuesto en un solo fin de semana y publicado en Soundcloud que ya apostaba por este registro.

En este disco toma forma del todo, y pese a que precisamente esto no resulte nuevo por su parte, y hasta nos llegue a sonar monótono – es de aquellos álbumes que en una primera escucha te parecen una sola canción larguísima -, su contenido no puede ser más millenial. El mayor ejemplo es 90’s kids, que no solo habla de los nacidos en esa década, sino que además lo acompaña con un rascado de guitarra lleno de nostalgia de los años dorados del grunge y el garaje más comercial. Shamir ya no nos quiere hacer bailar, quizás, pero sería un error arquear por ese motivo la ceja y dejar de considerarle una de las voces de su generación.

Puntuación: 7,2

Moses Sumney – Aromanticism

Parece, a primeras, chocante, que un trabajo que por sonido evoca lo sensible, lo celestial y lo puro de una forma tan bella esté hablando de la incapacidad de dar amor de su creador. Pero Sumney nos asegura que así es en este debut, su álbum debut publicado finalmente este otoño. Quizás no es consciente que ya está tocando los corazones con el minimalismo de sus canciones, con esos arreglos de cuerdas casi mitológicas y, por encima de todo, con su deliciosa voz, que acaricia, y que se torna algo divino con ese falsete incomparable.

Al fin y al cabo, la soledad compartida en forma de álbum, sin grandes tragedias, con aceptación y tranquilidad, lo vuelve palpable y nos conecta a su persona. Viajando de un tema a otro, que flotan en el aire enlazados, casi sin percibirlo, por interludios, la ausencia de lo romántico termina por saber a gloria.

Puntuación: 8,5

Miguel – War and Leisure

Como bien reza su título, en lo nuevo del norteamericano conviven su faceta más lúdica, relacionada con el sexo y el amor, y también, al igual que muchos artistas a día de hoy, un lado más comprometido con el clima social y político actual (como bien demostró en su concierto en Primavera Sound 2017). Lo que no ha cambiado es el mimo hacia una producción que navega entre lo moderno y lo clásico, con miles de matices y que por lo general destaca en un panorama r’n’b a veces demasiado heterogéneo en el terreno sonoro (aunque nunca al nivel de los 90 y las producciones de Dallas Austin y amigos).

Hay piezas de irresistible funky, epecialmente Told you so y Pineapple skies, que aparte de chorros de flow atesoran inesperados giros de guión. Las baladas r’n’b también son lo suyo, y mientras otros aburren, con él siempre te mantienes alerta (esperando, quizás, que aparezca detrás de ti y te empotre contra la pared), como en Anointed o Harem. También encontramos medios tiempos que no rompen con lo establecido, pero encandilan de lo lindo, como Skywalker y Criminal. Y algún tema de relleno, claro. Pero, una vez más, no solo no se descalabra, sino que se marca otro discazo, aunque las listas de éxito hayan decidido prescindir de él.

Puntuación: 8

Mating Ritual – How You Gonna Stop It

Como ya se comentó en este post, el alt-pop está muy mal visto por la crítica, por lo que normal que el debut de Ryan Marshall Lawhon, miembro de Pacific Air, haya pasado casi desapercibido. Sin embargo a nosotros nos va el género, incluso aunque a veces suene a placer culpable o se antoje sonrojante. Esto último se comprueba de manera más evidente en American muscle, con un estribillo gritado excesivo y ese «¿alguien puede oír mi voz?» tan emo que chirría, entre otras cosas. Aunque emo también se muestra en la AOR Drunk, pero sus seis minutos y pico son una delicia, incluido su primer pasaje, más ensoñador.

Hay unos cuantos himnos, Cold, Second chance y Night lies, y las dos últimas muy influenciadas por Midnight city (nunca una canción generó tanta tendencia…). También se podría emparentar a uno de los reyes del alt-pop, Jack Antonoff, en las divertidas y desenfadadas I wear glasses, I’m just alright y How you gonna stop it. Y el synth de Villian no le iría mal a Walk the Moon. Está claro con la mención de estas referencias que, si te va el género, el disco te va pirrar.

Puntuación: 7,2

jarto & Alverd Gual-Cibeira

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