Especial reseñas: discos que se iban a quedar en el tintero (II)
Frida Sundemo – Flashbacks & Futures
No se puede decir que la sueca haya estado inactiva desde que la conocimos en 2013, pero se echaba de menos ese debut en largo a nivel internacional que le hiciese consolidarse todavía más como artista ante el gran pequeño público amante del pop de aquellas frías tierras (en un mundo donde los EPs son menospreciados, ya se sabe). Con sus EPs y singles éramos más felices que unos regalices, pero este álbum reafirma su poderío pop de la escuela escandinava.
Empezando con el épico preludio (el interludio también lo es), enlaza con una joya electro-dance-pop como es la canción que da nombre al disco, y le sigue la ya conocida We’re the dreamers, donde también prevalece una vena bailable, pero más mid-tempo, estilo With every heartbeat, como también sucede en Gold o Forever us. Siempre con toneladas de emoción, claro, que para eso es marca de la casa, como en It’s ok y To the end and back, baladones de tomo y lomo, o Islands, el mayor «bigger than life» del cancionero (lo que ya es decir). Con discos así, la espera a que Robyn vuelva al estudio se hace más llevadera.
Puntuación: 7,5
Ghost Transmission – Echoes
El shoegaze nunca ha sido el género más exitoso (aunque el regreso por todo lo alto de Slowdive ha sido todo un hito durante 2017), y en España todavía menos. Los Planetas juegan con él de vez en cuando, y pequeñas bandas como Odio París o Linda Guilala lo bordan, pero en calidad, no éxito. Al final son los Lori of Lesbian los que cortan el bacalao comercialmente hablando. Es lo que tienen las melodías y letras pop, claras y definidas. Y es una pena, porque el nuevo disco del trío valenciano es para ponerles un piso.
Son temas por lo general con un poso emotivo como Don’t feels like home anymore o I’m gone, con aires de bella nostalgia como Hit the road o Lustful and ebony eyes. Sin embargo también está la hipervitaminada y garagera Curse and shoot para compensar. Por lo que, aunque hay una clara tendencia hacia el preciosismo sonoro, también saben sonar más rudos o incluso rugosos (I’ll kill your mark), algo noise (If you take your pride) o con un punto brit en la línea de Ride (Love is strange). Es decir, que los que siempre dan la tabarra con que todos los discos shoegaze suenan igual, ya pueden ir comiéndose sus palabras.
Puntuación: 8,2
Kaitlyn Aurelia Smith – The Kid
A pesar de su marcado carácter experimental, lo nuevo de la americana es sin duda lo más accesible que ha publicado hasta hoy. Como adelanta la portada, se podría decir que estamos ante un viaje espacial, pero esta vez sin carga grandilocuente, lo que se suele asociar a este tipo de odiseas musicales, sino más bien un viaje donde se pueden encontrar todo tipo de curiosas y hasta graciosas formas de vida de todo tipo y pelaje. Y más específicamente, como el chico al que alude el nombre, que va descubriendo su propio mundo que a veces casi parece alienígena.
Los títulos de las canciones (porque las letras, cuando las hay, son complicadas de seguir) ya dan una pista de las preguntas que este niño se plantea, que por supuesto nos podíamos aplicar todos. Porque sí, al final ese chaval somos todos nosotros, aunque por supuesto habiendo perdido la ilusión y la sorpresa que maravillas como An intention (una de nuestras canciones del año), To follow & lead, I am learning o I am curious, I care quizás ayuden a recuperar.
Puntuación: 8
The National – Sleepwell Beast
Trouble Will Find Me, a pesar de excelente acogida (antes del que nos ocupa, dominaba casi todo el top 10 de canciones en Spotify), destilaba cierta actitud de piloto automático, incluso hasta de autocomplacencia y aburguesamiento. Parece que con este disco, sin volver a la rabia y urgencia de Alligator (lo que se echa de menos, aunque sorprende la furia y rudeza de de Turtleneck), sí que se percibe que el quinteto ha querido aportar ciertas dosis de frescura y salir del adormecimiento de su predecesor.
Como tocaba, el clima social y político ocupa un importante espacio (pero ellos no son nuevos en esta lides, por lo que no pecan de oportunistas), con temas de pareja e incluso de la propia historia de la banda. Y sonoramente se hacen evidentes esas ganas de evolucionar desde Nobody else will be there, tema de apertura, incluso con toques electrónicos, sobre todo evidente en Guilty party o Empire line (algo en lo que, por cierto, tampoco son nuevos) y cajas de ritmo varias. A veces solo maquillan cierto adocenamiento, pero otras estas novedades, junto a un mayor brío y emoción, conforman temas que, esta vez sí, optarían a entrar en su top 10 de mejores canciones.
Puntuación: 7,8
Templeton – Una Mar Enorme
Vale, entiendo que el shoegaze nacional no triunfe (y más si está cantado en inglés), pero si la vena indie pop-rock es la que lo parte, ¿porque a una banda como esta no llena festivales? Melodías, guitarras, letras, actitud, encanto. Pues nada, Supersubamarina hasta la muerte (sí, no puedo evitar esta animadversión hacia ellos). ¡Si hasta Arcade Fire les copia! O puede que no, pero lo que está claro que este disco es mejor que el de los canadienses (ya, no tienen tanto que ver al fin y al cabo, pero ya que ha salido el tema…).
Su nuevo trabajo contiene una de las canciones de 2017, la jocosa (pero algo agridulce) y deliciosamente popera ¡Flash!, pero estamos ante el típico disco en donde es probable que cada cual tenga una favorita. El triste synth con un toque crooner de Se me llevan, ese Año sabático que al final no ha servido para lo que creías, la epopeya emocional de Marzo mayea o la honestidad (casi) desnuda de Conan son excelentes ejemplos. Un álbum muy equilibrado y completo que les sitúa a la cabeza del género en España, si es que no lo estaban ya.
Puntuación: 8
Charlotte Gainsbourg – Rest
El nuevo disco de la francesa es como una carta de amor a su país, porque siendo hija de quien es el french touch es inherente, y además con SebastiAn y la mitad de Daft Punk produciendo; pero por otro lado cantado en buena medida en inglés (ella también tiene la nacionalidad británica), y con Paul McCartney, Connan Mockasin y Owen Pallett del lado anglosajón. Lo mejor de ambos mundos en un disco de pop sintético de bagaje arty donde ella vuelve a brillar como una intérprete sin excesos vocales, siempre contenida, al estilo francés, pero transmitiendo como pocas.
Entre el oleaje de grandes canciones podemos encontrar la angustia de la oscura Lying with you, o Ring-a-ring O’Roses, en la que se nota a la legua la brisa french house de SebastiAn, al igual que en Kate, aunque en la anterior podría estar también Air detrás. La perfecta unión entre cuerdas, piano y arreglos sintéticos de Deadly valentine, donde critica los sumisos votos de la mujer en el matrimonio, la ha convertido en un canción clave en 2017. El minimalismo de Rest, en la cual se rinde, pero ante sí misma; la funky Sylvia says, que rompe un poco la tensión del disco (la disco Les oxalis ejerce un papel similar al final de este); o la ensoñación sesentera de Songbird in a cage, mantienen el brillo de una de las últimas sorpresas de 2017.
Puntuación: 8
Joe Crepúsculo – Disco Duro
Música para adultos, con sus harmonías tan Franco Battiato, y posteriormente su videoclip (lleno de crítica social pero, como nos tiene acostumbrados, desde el humor), ya nos preparó para el que prometía ser, una vez más, un gran disco del crepus. “Disco Duro” se vuelve más crudo y menos bailable que sus dos largos anteriores – más adulto, quizás, como afirma su primer single? -, y resulta la enésima prueba de cuán inquieto es. Después de pasearse y experimentar con estilos y referencias de lo más variopintas – alguien que mezcla flamenco, bakalao y cumbia y lo hace sonar bien solo puede ser un genio -, aquí nos encontramos con un compendio de todos ellos, pero nunca mirando atrás, siempre probando cosas nuevas. Como lo de cantar letras de otros: “El Dicho”, por ejemplo, que nos transporta directamente a los bares de barrio y a la supuesta sabiduría popular de los allí presentes, y “Rosas en el mar” (incluida en nuestra lista de Canciones del 2017), de su colega y músico Aaron Rux, en la que encontramos de repente a un Joe emocionado y emocionante, una pieza delicada que crece hasta encontrar su clímax en unas catárticas trompetas finales y que sin duda es uno de los mayores fuertes de este álbum.
Siempre con imágenes y sonidos que parten de lo popular, pero que se llegan a encontrar con lo fantasioso, y usando el humor para hablar de lo importante, el prolífico músico (este año publicaba, además, un segundo trabajo, “Las Nanas”, mucho más minimalista y corto) se reta a sí mismo, con “Disco Duro”, a que cada nuevo trabajo supere al anterior.
Puntuación: 8
Cosmen Adelaida – Dos Caballos
Bandas emergentes como La Plata deben mucho a estos madrileños a la hora de retratar la vida en el centro de la capital, con sus idas y venidas. Para este último disco el minutaje y número de cortes han sido reducidos todavía más, siendo el perfecto ejemplo de canciones directas, que van a degüello, como Contra la pared, primer single y apertura, todo un hit underground nacional que además es una de nuestras favoritas del año. Tema que por cierto se pirra por la mejor new wave, como también en las notables El final y El futuro.
Sobresale también Hermanos Wright, que también le anda a la zaga al primer single en cuestión de madera de hit, con un sonido esta vez más crudo y rock. 2CV, que plasma en su percusión los caballos a los que alude el título (de manera literal y animal), la críptica pero a su vez adictiva Parque Jurásico o la desbocada Huida se mantienen en la senda de la guitarra afilada. Y sin embargo sorprende Ibizca, una final expansivo y e donde también aciertan, faceta que quizás deberían explotarla más. Un punto y aparte de relax tras un trabajo urgente y casi visceral.
Puntuación: 7,5
Kendrick Lamar – DAMN
Ya sabéis que por estos lares no somos muy de hip-hop (o trap, tan en boga), pero en el caso de Kendrick, el César lo que es del César. Se trata posiblemente del mayor ejemplo actual a la hora de combinar éxito arrollador y calidad artística, sin caer en los clichés del género y con una importante visión social.
¡Si hasta consigue que U2, más pasados que el Pokemon Go, suenen actuales y hasta cool en XXX! Si eso no os convence… Y por supuesto, a diferencia de la mayoría de sus coetáneos, no estamos ante el típico disco del género donde los invitados restan presencia al verdadero protagonista. Hasta Rihanna en Loyalty, que cada vez que se junta con Eminem se lo come con patatas, aquí no acapara toda la atención porque él, sin imposiciones, se basta y se sobra.
Pero aparte de estas colaboraciones y la de un tal Zacari, no hay más, y de nuevo deja patente que Kendrick se lo guisa y se lo come. Trallazos y éxitos internaciones como Humble y DNA son la prueba de su talento como hit maker, pero por lo general el disco se compone de medios tiempos que no resultan tan avasalladores, como Love, Yah o Element, pero sí e antojan increíblemente sugerentes. Y por supuesto, la obra de Kendrick es 50% contenido, por lo que no escuches este zeitgeist de la Norteamérica actual (y quizás del mundo) sin echar un ojo a sus letras.
Puntuación: 8,5
Willow – The 1st
Por lo pronto, sorprende llamarle así a un segundo álbum. ¿Quizás está renunciando a su discografía anterior? Por el giro estilístico que le ha dado, podríamos entenderlo así. Quién la siga en las redes sabrá que hace tiempo que la hija pequeña de Will Smith ha optado por la guitarra y lo orgánico, y así lo muestra en este larga-duración. “Boy” nos abre la puerta a poco más de media hora de confesiones íntimas poco adornadas que se van sucediendo entre puentes exclusivamente musicales y pequeñas piezas que son una delicia, especialmente para acompañarnos en momentos de tranquilidad y ventanas al sol. Yo le llamaría “álbum para la siesta”, y no como algo necesariamente peyorativo: no hay nada como dejarse perder en el mejor de los sueños con voces tan cálidas como la suya y melodías tan tiernas cantadas al oído.
Su guitarra va, poco a poco, saltando de un estilo a otro, hasta cerrarlo con un “Romance” con un indudable sabor español lleno de subidas y bajadas que demuestran lo inquieta y pasional que se ha vuelto la joven. Willow ha renunciado al pop de Whip my hair y ha decidido aspirar a sentarse con los grandes cantautores de las décadas pasadas. ¿Talento? No le falta.
Puntuación: 7
jarto & Alverd Gual-Cibeira