10 años de «Saturdays = Youth», la oda a la juventud eterna de M83
Mientras que siempre ha habido obras, desde discos, películas a series, libros o cualquier pieza de arte o entretenimiento, que no están limitadas a un rango de edad determinado, también hay otras tantas asociadas intrínsecamente a ciertas etapas vitales. Más de una vez estas últimas se pillan a destiempo, ya que representan generalmente una época ya pasada (todavía si es futura aún se podrá recuperar con el tiempo). Y en muchos casos van ligadas a la adolescencia o postadolescencia.
Sin embargo, que ya hayas vivido aquellos años no implica que no puedas conectar de la misma manera con esa obra o incluso en mayor medida. Hasta cabe la posibilidad de hacer un ejercicio mental inconsciente y poder adaptarla al momento que te ha tocado vivir y que para siempre quede marcada como una importante pieza de una etapa que de primeras no era la adecuada para la obra. O puede que sí lo fuese, y esta resulte más universal de lo que aparente en un principio.
Eso es que lo que en buena medida me sucede con Saturdays = Youth, cuarto disco de Antony Gonzalez liderando M83. Cuando apareció en el mercado yo estaba a punto de cumplir 24, ya había terminado la universidad y me encontraba en un momento de mi vida algo caótico. Recuerdo escuchar por primera vez Graveyard girl, primer single del álbum; recuerdo que, a pesar de tampoco gozar de una melodía rompedora, lo sugerente de su propuesta, su halo juvenil, casi inocente e inmaculado, atrapó mi atención desde la primera escucha. Incluso aunque el rollito emo rozase el ridículo en algún momento (ese excesivo «I’m fifteen years old and I feel it’s already too late to live» era tela).
Además tenía pensado ir a aquel efímero festival barcelonés llamado Daydream de aquel mismo año, que giraba en torno a Radiohead, y con M83 también en el cartel, por lo que tocaba empollar. De primeras no me entusiasmaron demasiado sus primeros discos (aunque con el tiempo cambié de parecer, especialmente con Before the Dawn Heals Us), pero mi cerebro sí hizo clic inmediato con Saturdays = Youth, quizás también por su carácter más pop, pero también ciertamente evocador. También ayudó que ciertos pasajes como Up!, que casi parecía de un anuncio de colonia, y la penetrante The skin of the night, me recordasen a Mike Oldfield, un ídolo de mi infancia y adolescencia por obra y gracia de mis hermanos.
La segunda canción, a pesar de un título de lo más hortera y una épica que algunos tacharían de forzada, me ponía la piel de gallina. Todavía recuerdo en aquel festival, yo como una auténtica cuba, volviéndome loco en primera fila (porque todavía no eran superestrellas y estaba medio vació) moviendo la valla de atrás a adelante como un energúmeno. Años después, en el SOS 4.8 (que en paz descanse) de 2013 la recuperaría de manera sorprendente en un bis, cuando un año antes, en Primavera Sound 2012, optó por obviarla. Me dio un vuelco al corazón y cogí fuertemente de la mano a un amigo que tenía a mi lado. Era emoción pura y dura, incluso cinco años después de su lanzamiento. Y es que, algo que también me pasó con Hurry Up We’re Dreaming, el disco fue creciendo en mí con el paso del tiempo.
Quizás porque la asocio a una época de mi vida que, aunque algo tumultuosa, siempre recordaré con cariño, a pesar de que, como he mencionado al comienzo, en principio no correspondía con el supuesto público objetivo del disco. No obstante, seamos realistas: Saturdays = Youth idealizaba una adolescencia muy basada en referentes de ficción. Con 16 años la mayoría éramos todavía más panolis que los chavales de la portada, que en realidad, por mucha pinta de freaks que tuviesen, desprendían bastante actitud cool. En mi caso a esa edad no había salido del armario y quizás sea la razón por la que no viví esta época en toda su plenitud. Pero en el fondo, por mucho que algunos la viviesen más a tope, no teníamos ni pajolera idea de nada y el disco expresa una aura de autenticidad que no concuerda con la adolescencia, en la que la anulas para poder ser el más guay o simplemente pasar desapercibido.
Por ello, ya con veintialgo, me sentía más yo a todos los niveles, más pleno, más consciente de lo que era y lo que no. Más honesto conmigo mismo; como el propio Saturdays = Youth. Obviamente más adulto (que no adulto), pero a su vez todavía sentía cierta conexión gracias a la inocencia que este desprendía. Y, bueno, también hay que ser honestos con el hecho de que 16 no escuchas la misma música que en la veintena, y por ello dudo que la intención de Gonzalez fuese dirigirse de manera tan directa y exclusiva hacia los adolescentes. Por ello, a pesar de que de primeras su concepto resulta más concreto, hay más universalidad en él de lo que pueda parecer.
También influye el hecho de que a partir de la segunda mitad de la pasada década se ha generado una corriente de nostalgia que a día de hoy sigue arrasando (Ready Player One, Stranger Things). Por supuesto Gonzalez jugaba con ello para ganarse a los jóvenes adultos, ya que en parte somos una generación que queremos vivir en una adolescencia permanente. Sin embargo, mientras que el rollito «Yo fui a EGB» y similares utilizan referentes muy concretos y a veces locales, M83 hacia gala de una nostalgia mucho más amplia y ambigua, basada en lo emotivo y sugerente, donde cada uno podía conectar a su manera.
Saturdays = Youth era y es una oda a la juventud eterna, un concepto tramposo que adoramos abrazar. Incluso mi yo de 2008 ya sabía que poco a poco la juventud se me estaba escapando de las manos y el álbum generaba en mí cierta frustración por ello, además de por no haber podido vivirlo cuando supuestamente debería. Años después en parte sigo echando de menos esa juventud alocada, lo que sigue influyéndome a la hora de apreciar el disco (que, por otra parte, y obviando todo este tochaco, me encanta musicalmente hablando). Y sin embargo al menos ahora sé que lo hice mío en el momento que debía.