10 himnos que (posiblemente) vivirás en directo en Tomavistas 2018
Tomavistas es una de las primeras apuestas festivaleras de la temporada estival y uno de los festivales por lo que Madrid ha dejado de ser capital de la nada en este tipo de eventos. Por ello hay que celebrar con algarabía su estupenda salud y que además apuesta por un cartel bastante ecléctico. Estos 10 himnos son la prueba fehaciente de ello.
Ride – Dreams burn down
Si fue «bigger than life» en Musikorner, por algo será. A pesar de no tratarse de sus temas más conocidos, tampoco se trata de una cara b ni similar, y para el pasado FIB la recuperaron, por lo que es más que probable que caiga. Y debería, porque los punteos o el abrasivo guitarreo no han perdido un ápice de emoción en más de dos décadas y da mil vueltas a cualquier tema actual.
Javiera Mena – Espada
A pesar de que su nuevo disco está al caer (y que presentará en el festival, claro) y lo que por ahora conocemos tiene su chicha, ningún adelanto puede equipararse al poderío de este hitazo. Y además se trata de su himno lésbico por antonomasia, gracias por supuesto también a su genial vídeo. Eso sí, a título personal prefiero Sufrir, aunque sea menos bombástica, pero últimamente la tiene algo descartada en directo.
La Casa Azul – Cerca de Shibuya
Mientras que esperamos ese nuevo disco que jamás llega, hay que seguir tirando de los clásicos de Guille y, aunque La revolución sexual es su himno más evidente y popular, este tiene ese irresistible encanto de sus inicios, donde todo eran fuegos artificiales, felicidad y gominolas. Y además posiblemente cuente con el mejor estribillo de su carrera, lo que no es poco hablando de un artistazo como él.
Novedades Carminha – Juventud infinita
Si una canción comienza con un «o follamos todos o me tiro al río» ya tiene comprados a muchos desde el primer instante. En un número ruidista de poco más de dos minutos, la banda no se hernia muchos más líricamente hablando, pero es que tampoco lo necesita, ya que el mensaje está claro: la urgencia de la juventud. Y esta urgencia en directo deriva en un pogo asegurado, claro.
Los Planetas – Islamabad
Una de las mejores canciones del pasado año y una vuelta triunfante de J y los suyos a la distorsión y la épica etérea. Como ya sabéis, se trata de una pseudoversión de Ready pa morir de Yung Beef, que la banda reformula en un increscendo no demasiado melódico ni variado, pero sin duda emocionante, supuestamente sobre la guerra de civilizaciones. Y digo «supuestamente», porque su carácter universal expande su carácter ambiguo.
El Columpio Asesino – Perlas
A la espera de que se pronuncien sobre su nuevo disco, hay que echar la vista atrás y recuperar uno de sus mayores éxitos. Aunque Toro, del mismo disco, también tiene madera de himno, en este caso macarra, el que nos ocupa se erige como la gran balada, emotiva y dramática, de su discografía. Pelos como escarpias ante la frustración de lo inalcanzable.
The Jesus and Mary Chain – Just like honey
Tras un último disco bastante mediocre, normal que haya que tirar de clásicos. Y además el clásico de los clásicos. Su obra magna en lo que distorsión se refiere, que con más de treinta años no podía sonar más actual (otros subgéneros de la época suenan mucho más caducos a día hoy). Por ello Sofia Coppola la utilizó en Lost in Translation y quedó tan rematadamente contemporánea, convirtiéndose una de las baladas alternativas de los millennial.
Princess Nokia – Tomboy
Más que por tono o sonido, la canción se podría catalogar como himno gracias a su fresquísimo y descarado feminismo. Opta por tomar el insulto «tomboy» (algo así como «marimacho») y darle la vuelta, reafirmando la seguridad en una misma a pesar de no cumplir los estereotipos estéticos que el heteropatriarcado impone. Y todo ello con un flow arrebatador.
La Plata – Un atasco
Proveniente de su EP del pasado año, pero incluida también en su debut en largo, la canción sigue siendo la más celebrada de su repertorio. Y, como buena parte del mismo, huele a los ochentas más chulescos, rabiosos y desafiantes, pero lo suficientemente actualizados como para no apestar a naftalina. Lo mejor (o lo peor, porque los madrileños quedamos fatal) es que, siendo valencianos, remiten a la Malasaña más vivaracha.
Superchunk – Slack motherfucker
Los norteamericanos siempre han sido el perfecto ejemplo de banda indie rock que también puede gustar a los que no abogan demasiado por el indie rock. Y es que la energía juvenil que desprenden resulta difícil de pasar por alto, y este tema, que es un «jódete» a los poderosos que no mueven un dedo por nosotros, es el epítome de esta filosofía. Y, por supuesto, también da para pogo.