Rosalía: ¿es oro todo lo que reluce?

A mí que se cree debate me parece positivo y necesario, esto para empezar. Y lo digo porque en el caso de Rosalía – y aquí podríamos incluir a muchas otras, sin citar – quiero que haya ese espacio, ese, pongámosle, beneficio de la duda, ese derecho a la reflexión, algo que ya no tengo fuerzas de hacer con gente como Puchito. Es bastante fuerte que con cada paso que ella da- ella y cualquier otra diva, ahora si cito: de Gaga a Bad Gyal pasando por Miley y Riri -, se saque la lupa, se cuestione su discurso, su porcentaje real de feminismo, etc. Nadie parece señalar ni poner en cuestión los movimientos que puedan dar ellos, del mencionado C.Tangana al intocable Kanye West. Mucho se ha hablado del apropiacionismo de Rosalía. De que imposte el acento andaluz o coquetee con simbología gitana presuntamente a la ligera. Hay que hablar de ello, y sobretodo hay que escuchar al pueblo que lo denuncia. Al final, una agresión se da cuando alguien se siente agredido, y con esto no hay excepción.

Partiendo de aquí, no puedo evitar haber adquirido, desde Malamente, cierto escepticismo. Ahora levanto la ceja, no me dejo llevar por una pasión ciega. Y eso que Rosalía se ha dibujado como todo lo que (yo) podría desear del pop nacional actual: talento e imagen, tradición y tendencia, mortalidad y divinismo. Pero quizás quedan demasiado a la vista los trazos que ha utilizado para esculpirse como reina: veo el esfuerzo por molar, veo la pose. En este último vídeo – y ya en sus recientes micro-documentales para Spotify – sus manos se mueven como las de Céline Dion: saben como colocarse para ser estéticas a la par que expresivas. Pero la expresión, estudiada en exceso, pierde emoción.

Pienso en tu mirá, como canción, me agarró de bien adentro en su primer concierto de esta nueva era, en el escenario XS del Sónar. Es imposible negarse a pensar que no es, como mínimo, un guiño o un homenaje a Lole y Manuel y a uno de sus temas más populares (gracias o por culpa de Tarantino). Pero de nuevo, con mucho gusto, Rosalía coloca la acción y la tragedia en unos paisajes mucho más contemporáneos (correspondan o no a su realidad, eso ya ha quedado en duda), especialmente en el vídeo, que vuelve a venir de la mano de Canada. Grandes camiones y tráilers, párquines de extrarradio y, en contraste, estancias de hogares típicos, anclados en un tiempo indefinido, elementos que algunos llamarían “de casa de abuela”, destacando esa bailarina de porcelana hortera que todos reconocemos, por la que todos hemos pasado el dedo para sentir su fría capa de barniz, y que, de repente y por sorpresa, nos canta, con su mirada de objeto (in)animado clavada a cámara… Inmóvil ante el golpe macho que sabe que va a recibir.

Y otra vez el oro y el chándal, y sobretodo el toro, la sangre, la violencia doméstica. La estetización de unas escenas agresivas que, por desgracia, siguen muy presentes en nuestro país. Lo siento si no termino de entrever la crítica en estas imágenes. Voy a permitirme la duda, pero hay algo ahí que me escama. Hacer bonita la violencia. Quizás el pasarle el filtro belleza a la celosía más enfermiza. ¡Ojo! Algo que no me destaca en su letra, que pone en bonitos versos algo muy humano que, en su esencia, no tiene porque ser problemático. Pero sí en las imágenes elegidas para el vídeo. Claro que, al final, quién firma estas piezas audiovisuales no es directamente ella. Quién hay detrás de este cuadro, teóricamente tan potente y molón, en el que la mujer arrodillada se ve rodeada por hombres armados, es la misma gente que hay detrás de un C. Tangana fuera de si porque dos mujeres muestran más deseo entre ellas que hacia él, y cree necesario intervenir.

Con que sí: Rosalía repite en esto de sacar un vídeo épico (¿quizás menos que su predecesor?) y, pese a todo, bello, para una canción que probablemente también reviente listas y nos tenga cantándola durante semanas, a la espera de que llegue El Mal Querer. Y puede también que sea la diva del pop alternativo que queríamos en casa, sí. Pero no nos volvamos locas. Soleá Morente también es el futuro de lo antiguo-nuevo y no le hacemos caso porque no viste tan guay. Y eh, que el flamenco-pop ya lo inventó Lola.

Alverd Gual-Cibeira

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