¿Destruyó «…Baby one more time» la variedad en listas y radiofórmula para siempre?

Hoy se cumplen 20 años de …Baby one more time, la canción que llevaría a Britney Spears directamente al olimpo del pop y que además se convirtió en una de las más populares de la década, e incluso se podría decir que de la historia de la música contemporánea tal y como la conocemos. Y no solo se la puede catalogar como simplemente popular, sino relevante, tanto como para considerarla lo que los anglosajones bautizaron como «game-changer». Y es que a partir de ella el panorama de la música comercial dio un giro a diferentes niveles.

Tras el exceso de laca y hombreras de los ochenta, los noventa vieron afianzarse movimientos como el grounge, el folk o la electrónica, todos supuestamente más serios y considerablemente menos petardos. Estos desplazaron al pop más desenfadado, y solo hay que echar un ojo a estos dos artículos que escribí hace un tiempo para darse cuenta: en el primero esta lleno de popstars que murieron al terminar los ochenta (o se pusieron «alternativas» en los noventa, como Madonna y Kylie); mientras que en el segundo retrata la naturaleza más pop-rock y solemne de las mujeres en la música popular. O al menos de la mujer blanca, porque el r’n’b también fue el nuevo pop en la fórmula radiofónica. En Estados Unidos y derivados, obvio, ya que en Europa con nombres como Ace of Base o Spice Girls, el pop lo teníamos asegurado. Pero no en las cantidades de antaño, ya que, aunque nos cueste admitirlo, la aportación del país de la hamburguesa al género siempre ha sido capital.

Y entonces el 23 de octubre de 1998 una chica de Misisipi publicó un single que lo cambiaría todo. Tardaría unos meses en triunfar en su país, y todavía más en el resto del mundo, pero finalmente se hizo dueña y señora del final de milenio. Yo todavía recuerdo al verla por primera vez y pensar «¿pero y esta pija yanqui quién es?» (curioso lo de «pija», cuando era 100% white trash). Acostumbrado a chicas pseudo rockeras o folkies, de repente una rubia vestida de uniforme a lo Lolita se hacía con el control de las listas de todo el mundo. Y después el resto de singles del disco homónimo, y a partir de ahí años y años de hits y más hits.

De repente el pop dominaba la partida, en forma de todo tipo de formas y colores que arrasaban en ventas, aunque fue la figura femenina la que se llevó el gato al agua. Las morenas que melancólicas tocaban la guitarra vieron como su reinado se venía abajo. El mayor ejemplo fue Alanis, que pasó del disco más vendido de los noventa a una nueva década donde se comió los mocos. Y su versión latina, Shakira, se tiñó y se pasó a un pop más puro. La más lista de todas ellas. Todo resultaba mucho más sexualizado y femenino en su vertiente más cliché. Se podría decir que, en cierto sentido, el feminismo retrocedió un trecho con el nuevo milenio y esta nueva concepción de la música popular (hasta hace poco además, cuando las chicas pop están más liberadas).

Sin embargo no solo el papel de la mujer no-rubia se vio resentido, sino que cualquier género no popero, y especialmente el rock, abandonando para siempre las listas de singles, especialmente en el Billboard, y la radiofórmula (salvo que a Coldplay e Imagine Dragons se les meta en el saco rock…). Derivados del grounge como Green Day, Pearl Jam o Foo Fighters quedaron relegados (salvo alguna excepción, como el comeback de los primeros) y en Reino Unido el brit-pop dijo hastanunca con la pérdida de fuelle de Oasis y tropecientas bandas menores o la separación de Blur o Suede. Y la electrónica de la escuela de Moby, Chemical Brothers, Fatboy Slim o Daft Pink también se despidieron (a pesar del regreso de los últimos, aunque no de manera muy electrónica que digamos…).

Por supuesto no soy precisamente de los que considera al rock y derivados como géneros más auténticos que el pop más puro, pero la realidad fue que la variedad sonora, por lo general, se vio perjudicada. E incluso el pop, especialmente durante esos instantes finales de los noventa y principios de los 2000, solo sonaba a Max Martin. Porque el productor se hizo omnipresente hasta la extenuación y muchos siguieron sus pasos. Por suerte su estilo y sonido evolucionó y al fin y al cabo hay que darle las gracias por tantas alegrías pop. Pero por lo general, lo que reza el título, la canción de marras supuso un antes y un después para la industria musical, que se aprovechó de este boom, relegando infinidad de géneros al underground y haciendo del panorama mainstream bastante más monótono. Un catalizador que cambió para siempre las reglas del juego. ¿Para bien o para mal? Eso dependerá de gustos.

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