Rosalía es la estrella del pop española que exigíamos y necesitábamos
Sin ser yo fan de Rosalía de nada de eso, ayer, como los Ferrero, me conquistó en su tan ttraído y tan llevado directo de la noche de Halloween. Con las invitaciones agotadas a la media hora, Colón congregaba a miles de personas que, aunque obviamente no pagaron entrada, por lo general estaban ahí para adorar a la artista y no para pasar el rato (y eso sin contar a las que se quedaron fuera escuchándolo). Y es probable que en el futuro esa misma cantidad de gente pague y abarrote grandes recintos para verla. Lo de ayer fue un punto de inflexión en su carrera, que se veía venir, pero que no deja de sorprender en un panorama musical español donde figuras como ella son la excepción. Y es que en realidad no solo se trató de un punto de inflexión para ella, sino para el pop español en general.
Cuando lo máximo que hemos tenido en lo que a estrellas del pop se refiere han sido Mónica Naranjo y Marta Sánchez, que, a pesar de contar con ciertos placeres culpables, por lo general han sido, eran y serán pura caspa, y no siempre ni si quiera divertida, Rosalía ha supuesto la comunión entre el buen hacer y el espectáculo. Pop con trazas de flamenco y urban, o flamenco pop quizás, pero al fin y al cabo música con la esencia de algo típicamente español llevado a las masas, y también bien considerado por el público más exquisito. Un choni y un moderno compartiendo un mismo foso, con canciones con pegada y que se escapan de las producciones inanes de nuestra música, unido con un espectáculo a la altura y 100% coherente con la obra. Y mucha actitud, presencia y voz. Rosalía lo tiene todo y por ello desde fuera también reclaman su talento. Y contar con una major que habrá soltado una buena pasta, que también cuenta. Pero es que oye, hay que ser estúpido para dejar de pasar esta oportunidad.
Y habrán invertido mucho dinero, pero por ejemplo las radios siguen haciéndole el vacío. Sin embargo ella es una estrella del siglo XXI y las radios ya no son lo que eran, y ha demostrado, como otros tantos, que no la necesitan. Sin embargo otros como, por ejemplo, Vetusta Morla, incluso llenando enormes recintos, no se podrían incluir en el saco de música popular, o no al menos de manera tan clara, como Rosalía. Al fin y al cabo el rock como producto de gran consumo está en horas bajas desde hace muchos años, y el pop comercial en nuestro país siempre llegaba a tu madre, a tu vecino o a el frutero. Lo que pasa es que estaba en barbecho, y Rosalía lo ha resucitado. Aitana también ha ayudado, pero, a pesar del indudable éxito de Teléfono, no se puede decir que se trate de un fenómeno, incluso aunque hubiese celebrado un concierto en las mismas condiciones que el de ayer.
Rosalía de nuevo ha llegado a tu madre, a tu vecino o a el frutero, ha llamado su atención, porque al fin y al cabo se trata de una figura inclasificable dentro de nuestro panorama musical. Se ha creado una comunión entre diferentes tipos de personas que comentan y ponen en común lo que más les gusta de ella (o quizás disgusta, como su polémica con el apropiacionismo) y, o eso me parece a mí, sin resultar un fandom tan destructivo como si que puede suceder con otras figuras como las de Operación Triunfo. Era la estrella del pop española que muchos necesitábamos, pero sobre todo exigíamos. O quizás ya desde hace tiempo habíamos dejado de hacerlo porque habíamos perdido todo tipo de esperanza.
Y a pesar de este artículo, que puede remitir a fan loca a pesar de la apertura del mismo, a mí, por ejemplo, Malamente, no me dice demasiado, pero entiendo que haya calado y lo celebro (aunque ayer me pareció que hay otros temas mucho más hits y por lo general apetecibles). Y además, aunque no la ha saldado del todo, pero es un pasito, ayer interpretó Catalina, de su primer disco, cuando en anteriores conciertos había obviando cualquier mención a aquel, por lo que los que la criticaban por ello, tienen un poquito menos que criticar ahora. Si lo tiene algo más en cuenta en su futuro, el círculo se habrá cerrado y habrá que jurarle amor eterno. Aunque la mayoría ya lo hemos hecho.