Roosevelt en Copérnico, Madrid: que la fiesta no decaiga
Hace un par de años estuve en el concierto de Moby Dick de Roosevelt, pero desde aquel 2016 su popularidad, ganada a pulso, ha ido creciendo y por ello una sala de mayor tamaño como Copérnico ha albergado su último concierto en España, con llenazo absoluto. Por una parte es lógico, ya que no hay tantas propuestas synth pop que se pasen de gira por nuestro país. Yo le pongo al nivel de Cut Copy (a veces suena bastante a ellos), pero ahora están de capa caída y no se les ve el pelo en directo, y el proyecto de Marius Lauber es un gran sustituto. Por ello había bastante expectación a la hora de ver cómo se las apañaba después de asentarse tras su segundo disco, tan bueno o mejor que el primero. Pero como previo teníamos a Sylvente, el proyecto de Óscar de la Fuente (FireFem), con una maravillosa propuesta de electrónica preciosista para caldear el ambiente.
Después salió a escena el alemán y su banda y en hora y cuarto de concierto interpretaron casi todo Young Romance, aunque eché de menos Better days, pero quizás no casaba en el setlist. Pero si apostó por la balada Getaway, perfecto cierre antes del bis, confirmando que el género también le sienta bien sobre el escenario. Y con ese lado más rockero, herencia de Tame Impala, de la mano de Illusions y Lucia también aprobaron con nota. Sin embargo son sus momentos más dance pop donde el personal sigue disfrutando más, extendiendo algunos de sus temas en clave medio ravera. Shadows, Under the sun, Yr love o del primer disco como Moving on, Fever o Sea, se ganaban nuestras sonrisas y nuestros pies. Y como sorpresa, nos regaló una versión de Everywhere de Fletwood Mac, que sirvió más como curiosidad que como otra cosa.
Sin embargo, y como os habréis enterado tras la cancelación de Barcelona, él no andaba muy allá de la voz, y algo se percibía, aparte de que lo comentó. Sin embargo también se le nota mucho más seguro sobre el escenario que antaño, por lo que una cosa la compensaba por otra. Y por suerte el concepto de la banda no exige unos excesos interpretativos o vocales brutales, y a veces es una base o un teclado el protagonista, y en este caso se escuchaba de lujo. El setlist, como he comentado, también muy equilibrado, y por lo general se trata de un propuesta muy disfrutable en directo. Un concierto que quizás no te cambie la vida (su música tampoco es lo que busca), pero que en el momento entretiene como el que más, mezclando sabiamente pop y baile (por eso le llaman tanto para festivales electrónicos como para más indies) y por si fuera poco gozando de un halo ciertamente evocador. Una opción ganadora, vamos.