El hombre blanco y hetero no tiene ni idea de montar un buen show
Este domingo el mundo volvió a aburrirse como una ostra con un nuevo intermedio de la Super Bowl esta vez con Maroon 5 como protagonistas. Nadie esperaba gran cosa, e incluso a pesar de ello decepcionó. Una puesta en escena discreta, un Adam Levine desafinando y sin demasiada presencia escénica, unos interludios con invitados sin ton ni son, una selección de canciones dudosa, etc. Vamos, que no había por dónde cogerlo. Y tras el fiasco el pasado año con Justin Timberlake era necesario alguien que erigiese el show al menos al nivel de Lady Gaga, que volvió a captar el interés del público tras la inane actuación de Coldplay.
Y es que aunque el evento en sí es lo más másculino y hetero que hay, parece que los que aciertan, más allá de gustos, son las mujeres que, a pesar de haber nacido musicalmente para la masa, focalizan buena parte de sus esfuerzos en el público LGTB+ (y más concretamente el gay). Porque un espectáculo del tamaño de la Super Bowl exige un gran show, más allá de buena música (que también). Y estaba claro que Coldplay y Maroon 5 no iban a cumplir, ya que, Dios sabe por qué que, a pesar de ser puro pop, al ser bandas masculinas con instrumentos sigue planeando sobre ellos un halo rock que no tiene ni pies ni cabeza. Pero de Justin Timberlake, una supuesta estrella del pop, se esperaba mucho más.
Entonces, ¿se puede obtener una afirmación tan gratuita y que podría levantar tantas ampollas como la del titular? Quizás es un poco buscar el clicbait gratuito, pero hay algo (o un mucho) de verdad en tal afirmación. Porque una cosa es ser bueno en el estudio, y otra llevar a cabo un show que pueda entretener tanto a la ciudadanía casual que pasa bastante de la música, como a los que tampoco conocen demasiado al artista, además de a los fans, claro. Primero a nivel de presencia escénica, y Justin Timberlake, que lleva toda su carrera en solitario adueñándose de la música negra, pero con los privilegios de ser blanco (y hombre, como se demostró en el «pezon gate», donde no sufrió castigo alguno), en directo no tiene nada que hacer frente a estrellas del pop afroamericanas. Por supuesto no es para nada un desastre, pero se echa en falta flow. Ahí está Michael Jackson, con el que siempre le comparaban, y vamos, este le daba sopas con ondas sobre un escenario. Al final se trata de una música que, aunque blanqueada, no es suya, y al final eso se nota.
Sin embargo también entra en este debate el hecho de que, en este caso el hombre hetero en general, no es muy de aportar demasiada escenografía más allá de lo básico. Un hombre hetero no sacaría a relucir una cobra gigante como Taylor Swift en el Reputation Tour. No, se toman demasiado en serio a sí mismos y a su música, incluso con delirios de grandeza. Ellos lo son todo, no necesitan más, los ornamentos sobran, porque su talento es suficiente. Obviamente hay contextos donde solo el artista, una guitarra acústica y un foco es suficiente (hasta una mujer con el show business en la venas como Madonna lo sabe), pero en un show como el de la NFL es casi una obligación, se exige una puesta en escena bombástica. Pero ellos parece que se niegan.
Ellas en cambio no se cortan a la hora de explotar todo tipo de recursos que potencian hits que puede que no siempre sean tan buenos, pero que tal y como los presentan, lo parece. Y porque no hay estrellas homosexuales tan masivas para un evento de estas características, sino a saber la que se podía liar. Quizás solo U2, como banda de rock (más o menos) podrían estar a la altura de una Super Bowl, porque se cortan menos a la hora de perpetrar un gran show. Pero por lo general el rock no se puede permitir esas licencias porque, todavía más que los protagonistas de estos fiascos, se toman aún más en serio su posición anti-show donde la música es lo único que importa. ¿Alguien se imagina unos Metallica en esta tesitura? A ver, después del truño de este año, pues sí, pero un gran show tampoco sería, como mucho un buen directo. Pero eso no es lo que se busca aquí.