Por qué a alguien como yo, ecléctico musical, gay y feminista, le hace tanta ilusión Primavera Sound 2019
Tampoco voy a mentir, este festival siempre apetece como agua de mayo (el año pasado no pude asistir y fue todo un drama). Sin embargo esta edición es especial. Su The New Normal es una realidad que no ha gustado a todo el mundo, ya que con ello el viraje hacia el pop has sido más evidente y ni la búsqueda de la paridad ha sido suficiente para que algunos pasen por el aro (otros es que directamente vomitan sobre las cuotas). Pero ha sido la mayor presencia de música latina, el reguetón sobre todo, y especialmente la confirmación de J Balvin, la que ha provocado tsunamis figurativos de bilis como pocas veces se había visto (más que cuando lo de Julieta Venegas en FIB). En mi caso, con el giro hacia el pop y la feminización del cartel, aplaudo con las orejas; con el latineo, a medias.
Muchos amigos míos están más «sabrosones» que nunca con la música latina, y he de decir que yo me encuentro más abierto a ella que antaño, pero tengo mis límites. Y sin embargo me encanta que la organización de Primavera Sound 2019 haya optado por ello. En realidad se trata de una enésima parte de un cartel enorme, pero ya se sabe lo que un solo nombre puede indignar a la masa (si quitas a Balvin seguiría habiendo unos cuantos artistas todavía, pero como no son ni la mitad de populares, no se habría vivido ni un 10% de troleo). En mi caso el colombiano era de los pocos que realmente me hacían tilín, como ya conté en este post de hace un tiempo, por lo que por mí genial que se vaya a pasar. Pero incluso aunque no me hiciese demasiada gracia, tampoco le haría ascos a mover el bullarengue en algún momento del festival. Es más, me encantaría.
Luego está el tema del pop. Y es que nunca hubiese esperado poder disfrutar en un mismo festival de Robyn, Charli XCX, Sigrid o Carly Rae Jepsen. El pop femenino no suele ser bien recibido en el circuito festivalero (excepciones como Dua Lipa en Mad Cool 2018 supieron a gloria). Como este año se optaba por la paridad, y, aunque suene a cliché, hay más mujeres pop que rock, por qué no contratar a grandes figuras, pero con ese puntito que puede colar entre indies (Lipa no tendría cabida, al menos a día de hoy, en este festival). Ya el pasado año el asunto comenzó a evolucionar, especialmente con Lorde, pero este ya ha sido la repanocha. Y para un fan del pop en mayúsculas como yo, acostumbrado a festivales donde el patriarcado manda, ha resultado toda una bocanada de aire fresco.
Por supuesto hay «patriarcado» que también me apetece, y no voy a negar que no me voy a perder a Primal Scream, Tame Impala o Pond (bueno, en realidad a día de hoy resulta imposible afirmarlo sin haber visto aún los horarios). Y mucha electrónica que también me llama, cuando nunca me he considerado un experto del género; incluso algún momento hip-hop o trap, sin ser yo fan ni nada de eso. Y propuestas que se escapan de estilos más preestablecidos, algunas inclasificables, también están en mi top. Quizás solo echo de menos, a título personal, la presencia de nombres de corte dream pop o shoegaze, por eso de que me pirra lo onírico. Porque, sí, tengo preferencias, pero si no colman mis apetencias personales no suelo cerrarme en banda e intento empaparme de todo, por lo que al final gozo de un gusto bastante amplio (todavía recuerdo cuando hace años ciertos individuos se quedaban locos cuando les decía que me gustaba, por ejemplo, Britney y Coldplay, y era como, really?).
Con Primavera Sound 2019 las posibilidades son infinitas, y más para un público de gusto ecléctico como un servidor. Y si hay alguien en la sala que no está de acuerdo, siempre le quedarán festivales más especializados. Porque el indie, si es que sigue existiendo tal concepto, ha extendido sus tentáculos hacia otros estilos, entremezclándose y obteniendo así una mayor riqueza a todos los niveles. Ya no se limita un único género; y con género no solo me refiero a música. Algunos tildarán este movimiento hacia la diversidad como oportunista, y puede ser, pero no quita que resultase necesario. Y a mí, como homosexual, feminista y ecléctico musicalmente hablando, me voy a sentir todavía más a gusto en el que ya de por sí era mi festival favorito.