¿A qué está jugando Lana del Rey con esta nueva etapa tan de andar por casa?
Lust for life de Lana del Rey fue un regreso a lo grande tras las etapas de Ultraviolence y Honeymoon, donde se mostró mucho más recatada a todos los niveles. De primeras en ambos discos no hubo un primer single (ni segundo, ni tercero) demasiado potente a nivel comercial, por mucha calidad que desprendiesen. Ni un Born to die, Young and beautiful, Blue Jeans o Summertime sadness. Tampoco se acompañaron de vídeos tan espectaculares y cuidados como en Born to Die, donde además teníamos a Lana actuando hasta en la sopa, tanto en tele como en giras y festivales. Especialmente evidente se antojaba en el segundo disco, con una portada de andar por casa y vídeos lowcost a lo Videogames (pero sin el encanto de aquel). Honeymoon, sin llegar a las cotas de despliegue de su debut, gozaba de una portada más pro, y High By the beach sí que olía, hasta cierto punto, a hit, con un vídeo también más espectacular.
El cuarto lo presentó con Love, un tema con alma de himno que miraba sonoramente a su debut, pero nos mostraba una Lana más luminosa, con un vídeo que ponía la piel de gallina. A continuación le siguió la canción que daría al nombre al disco, con una estrella del calibre de The Weeknd (muy amiguis, ya que está fue la tercera vez que colaboraron). Ambas canciones, sin alcanzar las cifras de su debut, funcionaron la mar de bien y volvieron a ponerla en el candelero a nivel comercial. Además en el disco se rodeó de otros importantes nombres, para darle más empaque al asunto. Quizás se percibía algo más forzada para triunfar de manera más evidente, pero lo cierto es que se trataba de un discazo, para algunos incluso el mejor de su carrera.
Es verdad que al final lo que realmente ansiamos es que su música nos siga conquistando como los Ferrero; y sin embargo también nos agrada que triunfe y que alimente su universo más allá de la música, porque la imagen siempre a ocupado un importante lugar en su obra. Por eso sorprende sobremanera esta nueva etapa, donde hay disco anunciado, incluso con nombre, desde hace meses, pero aún se desconoce su fecha de lanzamiento. Han pasado dos meses y medio desde el tercer adelanto, hope is a dangerous thing for a woman like me to have – but i have it, y no parece que por ahora haya otro adelanto de camino. Y entre aquel y los dos primeros hubo cuatro meses de por medio. Y es que dilatar tanto las novedades entre disco y disco no suele resultar la estrategia más conveniente.
Respecto al elemento visual de su obra, los dos primeros temas iban acompañados de dos discretos vídeos, de estilo vintage, que a lo sumo valdrían como clips de buzz singles (¿o es que realmente estamos ante buzz singles?). Y el artwork, del estilo, y en el caso de Mariners apartment complex, muy auténtico, muy del día a día, con una foto de ella al natural como podría subir a sus redes. Hasta cierto punto resulta 100% coherente con su última música, mucho más intimista, serena y sobria que antaño, especialmente en un último disco donde podríamos encontrar mayores dosis de épica y drama. Sonido e imagen van despojados de artificios, lo que nos muestra una Lana mucho más cercana y de vecina de al lado. El segundo y tercer disco eran el adalid del glamour en comparación.
¿Realmente queremos eso, que se baje del trono de diva alternativa? Es cierto que se echa de menos esa chispa de su obra que provocaba cierta adicción hacia ella. No obstante, aunque no escuchemos estas nuevas canciones en bucle, en el momento que volvemos a ellas recordamos su grandeza. Aunque se trate de una grandeza de andar por casa, sí. El problema es que incluso a esta sencillez musical la puedes rodear de un imaginario visual más elaborado y atractivo. Y respecto a la estrategia comercial, tres cuartos de lo mismo, aunque obviamente el impacto de un Venice bitch nunca va a ser el mismo que el de un Love. Pero es que de tan sencilla que es esta etapa, está pecando hasta de dejada. Y eso es algo que jamás hubiésemos esperado de Lana.
Lana del Rey estará en FIB 2019.